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ANÁLISIS

Trump vuelve la mirada al sur: América Latina se convierte en su nuevo frente geopolítico

China ha ganado terreno en el continente americano mediante préstamos, coinversiones y acuerdos monetarios, construyendo infraestructura que asegura el flujo de materias primas hacia Asia. En contraste, Estados Unidos perdió presencia por décadas y ahora el presidente busca revertir esa tendencia con políticas más duras, centradas en sanciones, tarifas y control migratorio.

El presidente Donald Trump durante un evento en el Kaseya Center de Miami

El presidente Donald Trump durante un evento en el Kaseya Center de MiamiAFP

Diane Hernández
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El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca marca el inicio de una nueva competencia geopolítica en el continente americano. Su estrategia busca recuperar la influencia de Estados Unidos en una región que, tras dos décadas de desatención, ha sido conquistada económica y estratégicamente por China desde el silencio. 

Hoy Pekín, es el principal socio comercial de Sudamérica y un actor con fuerte presencia financiera y tecnológica. De este modo asegura también su presencia geoestratégica en la región, algo que sin dudas preocupa a Washington.  

No es un secreto que Trump ha situado a América Latina nuevamente en el centro de la política exterior estadounidense, con una estrategia que mezcla seguridad, comercio, migración y geopolítica. Su objetivo principal: reconstruir el liderazgo en una región que considera vital para los intereses económicos y de seguridad nacional de EEUU.

La nueva doctrina de Trump busca fortalecer la presencia estadounidense en Canadá, Panamá, América Latina e incluso Groenlandia. Su gobierno está promoviendo una agenda que combina:

  • Aranceles selectivos y sanciones comerciales a países que favorezcan acuerdos con Pekín.
  • Incentivos a empresas estadounidenses para que inviertan en América Latina, reduciendo la dependencia de China.
  • Alianzas de seguridad y defensa en el Caribe y Centroamérica para controlar rutas migratorias y de narcotráfico.
  • Apoyo a proyectos de infraestructura regional, como el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (México), pensado como un contrapeso al Canal de Panamá, donde China ya controla varios puertos.

¿Cuál es el panorama que se encuentra EEUU en la región?

Brasil: la joya de la corona china en América del Sur

China es el primer socio comercial de Brasil, desplazando hace años a EEUU. En 2024, la inversión china en el país se duplicó, alcanzando niveles récord según Reuters. Las relaciones entre ambos gobiernos se intensificaron con el presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, quien busca reducir la dependencia del dólar y fomentar el comercio en renminbi (moneda oficial de China). 

Además, empresas chinas como State Grid y China Three Gorges dominan buena parte del sector energético brasileño, mientras que BYD anunció la construcción de una megafábrica de vehículos eléctricos en Bahía. El vínculo no es solo económico, sino político: Pekín ve en Brasil su socio estratégico regional y una voz aliada dentro del bloque BRICS.

Argentina: energía, litio y dependencia financiera

En Argentina, China ha tejido una red de inversiones clave. Financia el 85% del proyecto nuclear Atucha III, una planta valuada en más de 8.300 millones de dólares, y controla importantes concesiones mineras en el triángulo del litio compartido con Bolivia y Chile

A pesar del giro del país con el presidente Javier Milei, las negociaciones con Xi Jinping continuaron en el G20 de Río de Janeiro, donde ambos líderes acordaron profundizar la cooperación económica. Además, el Banco Central argentino mantiene un swap de monedas con el Banco Popular de China, que permitió sostener reservas durante crisis financieras recientes. En la práctica, Pekín se ha convertido en el principal prestamista y socio comercial del país.

La influencia china en otros países de la región sudamericana 

  • Chile fue el primer país sudamericano en firmar un tratado de libre comercio con China, en 2005, y uno de los más activos dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta -Belt and Road Initiative o BRI, un proyecto de desarrollo global impulsado por Pekín desde 2013-. El país andino es proveedor esencial de cobre y litio, y China ha invertido miles de millones de dólares en minería, energía y tecnología. Además, Huawei tiene en Chile uno de sus principales centros de datos regionales, y bancos chinos operan en Santiago facilitando transacciones en renminbi. 

  • Perú es otro pilar del avance chino. El puerto de Chancay, financiado y operado por Cosco Shipping Ports, se perfila como el principal hub logístico del Pacífico sudamericano, con capacidad para mover millones de toneladas de minerales y mercancías hacia Asia. Además, empresas chinas participan en proyectos ferroviarios, energéticos y de telecomunicaciones. El país también ha firmado un tratado de libre comercio con Pekín y se integró en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), reforzando la presencia institucional de China en su economía.

  • ​Aunque más cercano a Estados Unidos, México también ha recibido una creciente ola de inversión china, que en 2023 superó los 5.300 millones de dólares. Las empresas chinas participan en sectores de telecomunicaciones, energía e infraestructura ferroviaria, aprovechando el T-MEC para fabricar y exportar desde territorio mexicano hacia Norteamérica. Plataformas digitales como TikTok, con más de 77 millones de usuarios mexicanos, también fortalecen la influencia tecnológica y cultural de China. 

  • ​Desde que Panamá rompió relaciones con Taiwán en 2017 para unirse a la Nueva Ruta de la Seda, la presencia china en el país se ha disparado. Empresas chinas controlan dos -antes tres- de los cinco principales puertos del Canal y han financiado puentes, carreteras y proyectos logísticos. Este control preocupa a Washington, ya que el canal sigue siendo una arteria vital para el comercio global, y el dominio chino podría tener implicaciones geoestratégicas.

¿Cómo ha logrado Estados Unidos recolocarse en meses a lo largo del continente? 

El Caso Panamá:

En abril pasado, y tras una visita del secretario de Guerra -en su momento de Defensa- de los Estados Unidos, Pete Hegseth a Panamá, se anunció un memorando de entendimiento sobre cooperación en materia de seguridad firmado por los gobiernos del presidente Donald Trump y el mandatario panameño José Raúl Mulino, adelantando detalles de un documento que garantizaría a los buques auxiliares y de guerra de los Estados Unidos no solamente libre peaje a través del canal, sino también un paso prioritario.

El gobierno de Panamá además confirmó que el ejército estadounidense incrementaría la presencia de sus efectivos en el país centroamericano, y en zonas adyacentes al Canal.

En ese momento la nación centroamericana se comprometió en una declaración conjunta a abandonar la afamada 'Ruta de la Seda' y a reducir la presencia de China en el país.

El milagro argentino:

Argentina oficializó a finales de octubre una línea de financiamiento de 20.000 millones de dólares con Estados Unidos como parte de un acuerdo de estabilización cambiaria días antes de unas cruciales legislativas para el presidente Javier Milei.

El anuncio de un swap (intercambio de divisas) con el Gobierno del presidente Donald Trump tiene lugar en medio de una corrida contra el peso argentino, y se suma a otras medidas del Tesoro estadounidense en apoyo a Milei antes de los comicios del 26 de octubre, en el que resultó vencedor con una amplia ventaja.

Trump también le prometió además a su aliado Milei otros 20.000 millones de dólares en fondos públicos y privados para enfrentar las turbulencias de los mercados siempre que consiguiera un buen resultado electoral, algo que claramente se materializó. En la agenda presidencial del argentino están contempladas visitas a Washington al menos cada dos meses -según los medios- lo que evidencia un acercamiento entre los países y la puerta a posibles cooperaciones regionales más allá de los rescates económicos. 

México, la puerta de entrada con especial atención de Washington: 

Estados Unidos y México han establecido una nueva estrategia de cooperación en seguridad para combatir el tráfico de armas, drogas y dinero ilícito. En el ámbito comercial y económico, ambos países trabajan para reforzar sus cadenas de suministro, tecnología, infraestructura y empleo, a través de diálogos de alto nivel.

También se han logrado acuerdos puntuales sobre agua, fronteras y control migratorio que refuerzan el carácter estratégico de la relación.

Desde la perspectiva de EEUU, México es clave para frenar el flujo de drogas -especialmente fentanilo-, armas y migración irregular hacia su territorio, así como para asegurar sus cadenas productivas. Mientras que para México, la cooperación con su vecino abre oportunidades de inversión, tecnología y empleo, además de reforzar su seguridad frente al crimen organizado.

A pesar de la colaboración, México insiste en que cualquier acuerdo respete su soberanía y autonomía.

Un mensaje claro a la región 

Estados Unidos ha reforzado de forma considerable su despliegue militar en el Caribe -la mayor en los últimos 30 años- bajo la bandera de la lucha contra las rutas del narcotráfico marítimo que llevan drogas hacia su territorio. La ofensiva ha dejado más de 60 muertos -presuntamente narcotraficantes-, y miles de efectivos desplazados en la región. 

Esto incluye el envío de buques de guerra, submarinos, cazas F-35 y miles de efectivos a aguas caribeñas, en torno a Venezuela - que no perdamos de vista tiene unos 600 proyectos de cooperación con China para 2025- y sus cercanías.

Paralelamente, Washington tiene la mira puesta sobre el régimen de Nicolás Maduro, a quien acusa de colaborar con cárteles de la droga y sostiene que ese país constituye un Estado con vínculos narco-terroristas. 

​Recientemente Donald Trump afirmó que los días de Nicolás Maduro como dictador de Venezuela están contados.

EEUU busca instalar oficinas de seguridad en Ecuador

Estados Unidos explora la posibilidad de establecer oficinas del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en Ecuador, con el objetivo de reforzar la cooperación bilateral en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico. La secretaria del DHS, Kristi Noem, llegó al país sudamericano esta semana para evaluar instalaciones militares consideradas estratégicas, como las bases de Manta y Salinas, en la costa del Pacífico.

El proyecto depende del resultado del referendo del próximo 16 de noviembre, en el que los ecuatorianos decidirán si permiten la instalación de bases o personal extranjero, algo actualmente prohibido por la Constitución.

Ecuador atraviesa una grave crisis de seguridad, con un incremento de más del 600% en los homicidios en los últimos seis años y la presencia de unas veinte bandas criminales vinculadas a cárteles internacionales. Washington considera al país un punto clave en su estrategia regional contra el narcotráfico, en especial por su ubicación estratégica en el Pacífico Sur.

La cooperación se enmarca en un acercamiento entre los gobiernos de Daniel Noboa y Donald Trump, que buscan fortalecer la alianza militar y tecnológica frente a la creciente influencia de China en América Latina.

Si el referendo es aprobado, Estados Unidos podría establecer por primera vez oficinas oficiales del DHS en territorio ecuatoriano, destinadas a coordinar operaciones conjuntas en inteligencia, seguridad fronteriza y lucha contra el narcotráfico.

El regreso de América Latina al norte: un asunto de seguridad nacional

El retorno del control estadounidense sobre América Latina es clave para la estrategia global de Donald Trump porque la región representa una fuente vital de recursos estratégicos, como el litio, el petróleo y los alimentos, además de ser un corredor geopolítico esencial entre el Atlántico y el Pacífico. 

Para Trump, recuperar presencia en el continente no solo significa contener el avance chino, sino también garantizar la seguridad energética y económica de su país, reforzar las alianzas militares y frenar el impacto del narcotráfico y la migración, temas centrales de su agenda de seguridad nacional.
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