El 'espectáculo' de los sondeos: aciertos, errores y... ¿qué importa?
La ola republicana en las elecciones del 5 de noviembre dejó boquiabiertos a muchos encuestadores. Algunos prometieron evaluar resultados, otros defienden sus pronósticos. El papel de las encuestas, sin embargo, está en entredicho desde hace años.
Se hablaba de una elección reñida. Una, incluso, de las más reñidas de la historia. Estuvo lejos de serlo. Donald Trump venció a Kamala Harris por una diferencia holgada. Los republicanos se quedaron, asimismo, con el Senado y podrían hacer lo propio con la Cámara de Representantes. Aquel vaticinio, respaldado por algunos sondeos, se contradecía con otras encuestas que en las últimas horas han cobrado sus aciertos con prestigio.
Además de las las casas de apuestas y Moo Deng (un hipopótamo famoso en Tik Tok que eligió un cuenco de fruta con el nombre del republicano), uno de los pocos augures se acercó al resultado correcto fue Atlas Intel, la encuestadora que más acertó en 2020. Otras encuestadoras que se arrimaron a las cifras del conteo fueron Rasmussen Reports, J.L. Partners y Decision Desk HQ (esta última, con su modelo de predicción electoral). Lejos quedaron NPR-Marist, Morning Consult y The Economist, entre otras.
Las encuestas nacionales mostraban a Harris alzando la victoria por entre 0,1 y 2 puntos porcentuales. El conteo, hasta el momento, arroja una ventaja para Trump de 3.5%. Sin embargo, se espera que durante las próximas horas, días y semanas la brecha se reduzca hasta un margen de error similar a otras elecciones (sobre todo por los millones de votos que falta contar en California).
La tendencia del voto en el último trecho de la carrera presidencial sirvió como indicio de que el resultado no sería tan parejo como se esperaba. A pesar de dar vencedora a Harris, el agregador de 538 mostraba una caída de 1,7 en 15 días. La tendencia general la mostraba cayendo mientras que Trump subía.
A nivel estatal, los sondeos parecen haber atinado la paridad en las carreras: Trump ganó Wisconsin por un punto, Georgia por 2, Carolina del Norte por 3. Cerca de lo vaticinado por la mayoría de las predicciones. Arizona y Nevada siguen en disputa.
Aunque los resultados de las encuestas de opinión reciben críticas mixtas, con sus defensores alegando que rindieron mucho mejor que en 2020 y 2012, gran parte de los analistas coinciden en que es la tercera vez que subestiman a Trump.
Batalla de encuestadores
"Mi predicción para estas elecciones presidenciales fue errónea, lo reconozco", dijo en un video subido a sus redes sociales el profesor de historia Allan Lichtman. Su método de 13 preguntas verdadero-falso había predicho con éxito nueve de las diez últimas elecciones presidenciales. En 2024 sumó su segundo desacierto.
Lichtman, que anunció se tomaría un tiempo para evaluar qué había fallado, apuntó contra el reconocido encuestador Nate Silver, quien, a diferencia suyo, no reconocería haber errado: "La última llamada de Silver tenía a Harris muy marginalmente por delante. Ciertamente no estaba prediciendo una victoria aplastante de Trump en el Colegio Electoral".
También le reprochó haber dicho que su "instinto" le decía que ganaría Trump, porque era una manera de "no poder estar equivocado sin importar el resultado". Una manera de jugar a ambos bandos.
El propio Silver había apuntado contra sus colegas antes de los comicios, acusándolos de ajustar sus resultados para mostrar más paridad que la real. Una de las estrategias habría sido el "pastoreo", es decir: mirar otras encuestas para inclinar los resultados de las propias.
No es la primera vez que Silver y Nate cruzan críticas. Aquella enemistad sirve para demostrar que el mundo de las encuestas está plagado de discusiones internas, metodológicas, ideológicas, de intereses...
A aquellas riñas internas se suman las críticas externas, prontas a emerger tras cada elección para contrastar resultados y predicciones. Silver se ha convertido en las últimas horas en uno de los más criticados, probablemente en gran parte por su perfil público. Críticas como la del investigador Tim Hwang:
"Toda la exquisita maquinaria estadística de Nate Silver revolviéndose y revolviéndose para producir una predicción totalmente incierta es genuinamente poético y cósmicamente divertido - como el final de un cuento de Borges".
Silver también dijo que Trump tenía un 20% de probabilidades de ganar todos los estados bisagra, frente a un 14% de Harris. Pero le dio a la vicepresidente un 70% de probabilidades de ganar el voto popular. Resultados mixtos.
¿Qué salió mal?
Desde VOZ adelantamos hace días que existía un antecedente de una elección ajustada en los papeles que se acabó en un triunfo arrollador del GOP: Ronald Reagan superó ampliamente al entonces presidente Jimmy Carter a pesar de una supuesta paridad en las presidenciales de 1980.
El analista político Craig Keshishian, que en su día trabajó para Reagan, señaló parecidos entre ambos comicios. La aparente paridad se derrumbó a la hora de votar, cuando "la campaña de Carter tocó fondo y Reagan ganó por casi 10 puntos en el voto popular y por un asombroso 489 a 49 en el Colegio Electoral". El motivo, para Keshishian, fue el voto oculto.
Se conoce como "voto oculto" o "mayoría silenciosa" a un grupo de votantes que no expresa abiertamente sus preferencias o, incluso, las esconde si le llegan a preguntar. Fue una de las claves para la primera llegada de Trump a la Casa Blanca. Aún falta información para saber qué papel jugó en las de este martes. El equipo de Harris también vio con buenos ojos a este borroso grupo de votantes, entendiendo que lo conformaban mujeres casadas con maridos MAGA. Aquella apuesta parece no haber rendido frutos.
Más allá de si hubo o no voto oculto, los propios encuestadores reconocen que no lograron entender a tiempo el empuje del candidato republicano en comunidades antes consideradas cautivas del Partido Demócrata. Aunque no faltaba señales: este periódico, por ejemplo, viene anticipando hace meses que el voto hispano y el voto negro estaban virando hacia Trump. Las urnas demostraron que era cierto. (Igual de cierto fue que Harris tenía problemas con el voto masculino).
Lichtman no es el único encuestador que se encoge de hombros ante la pregunta de qué salió mal: "Voy a revisar los datos de múltiples fuentes con la esperanza de saber por qué sucedió eso. Y doy la bienvenida a lo que ese proceso pueda enseñarme", prometió J. Ann Selzer en The Des Moines Register. Selzer es autora de un sondeo sobre Iowa que publica el periódico.
Su última encuesta daba un 47% a Harris y un 44% a Trump, con un margen de error del 3,4%. El escrutinio, de momento, invierte el resultado y amplía el margen, con un 56% para Trump y un 43% para Harris. La diferencia anticipada de un 3% a favor de la demócrata fue en realidad un 13% para el republicano.
¿Para qué sirven las encuestas?
El periodista de entretenimiento James Hibberd escribió que las encuestas son "un producto de entretenimiento". Lo escribió, apropiadamente, en The Hollywood Reporter.
Para Hibberd no sólo son inútiles, sino que también contraproducentes, porque, dice, restan credibilidad a los medios que la difunden. Aunque les reconoce una función, ampliamente aceptada: motivar el voto.
Si un candidato va muy por debajo o muy por arriba, sus simpatizantes pueden quedarse en el sofá. ¿Qué cambia un voto? Sin embargo, si la diferencia es poca, el votante mira con otros ojos la importancia de su papeleta. Aquella es una de las acusaciones que emergieron en las últimas horas contra los sondeos que mostraban a Harris empatada con Trump, sosteniendo que lo hacían para impulsar el voto demócrata.
Los sondeos son cruciales también para los equipos de campaña por otro motivo: ayudan a evaluar la efectividad de sus mensajes y para buscar a qué grupos deben dirigirse.
Vale recordar que no todas las encuestas fallaron, y que algunas tendencias anticipadas con antelación (por algunas) resultaron claves. El voto hispano fue clave para Trump. El voto negro, lo mismo. A medida que continúa el escrutinio, más encuestas se reivindicaran o caerán en desgracia.