El 7 de Octubre no ha terminado; vive entre nosotros
Mientras Israel busca la paz con sus vecinos árabes y un acuerdo para devolver a los rehenes, turbas marchan a favor de Hamás en Europa, llamando al terror "resistencia".

Manifestación organizada por las familias de los rehenes israelíes capturados por Hamás el 7 de octubre de 2023
Curiosamente, el segundo aniversario de 7 de Octubre -el día de luto más horrible para el pueblo judío desde el Holocausto- coincide con el inicio del Sukkot, la fiesta de las frágiles cabañas que simbolizan tanto la vulnerabilidad como la determinación.
Familias de todo Israel se sientan juntas bajo sus frondosos tejados, llamadas a la alegría y a la bendición, aunque lloren la pérdida de hijos, padres y amigos a manos de la barbarie perpetrada por Hamás.
Mientras Israel llora, la atención mundial se dirige hacia el sur, hacia Egipto, donde representantes estadounidenses, israelíes y árabes debaten el plan de paz de Trump. En su núcleo se encuentra la devolución de 20 rehenes vivos y 28 cadáveres.
El sufrimiento de estas personas -las que sobrevivieron a los mismos monstruos que estrangularon a los dos bebés Bibas, violaron a mujeres, cercenaron miembros y quemaron vivas a familias- es indescriptible. Y, sin embargo, el mundo exalta a sus asesinos.
Multitudes violentas en Europa proclaman una verdad escalofriante: el 7 de Octubre nunca terminó. Vive entre nosotros, en las calles, en las consignas y en los debates mediáticos, en los que prevalece la mentira y reina la inversión moral.
En un acto vergonzoso único en el mundo, el principal sindicato de Italia declaró una huelga nacional en apoyo de una supuesta "flotilla de ayuda" cuya carga era vanidad y propaganda, no ayuda humanitaria. Las mismas turbas que glorifican la masacre de Hamás como "resistencia" profanan la misma palabra que una vez significó coraje contra la tiranía.
Mi madre era partisana; mi padre luchó con la Brigada Judía contra el nazismo. Ellos nunca habrían confundido la matanza de inocentes con heroísmo.
En Naciones Unidas, una resolución franco-saudí -respaldada por 42 países-acusa a Israel de asedio y hambruna. La narrativa se ha invertido. Israel lucha para evitar tragedias civiles, mientras Hamás asesina a su propio pueblo, roba dos millones de toneladas de alimentos que Israel envía a Gaza y convierte hospitales y escuelas en fortalezas de guerra.
Después de más de siete décadas de ofertas de paz, retiradas y compromisos territoriales, el 7 de Octubre enterró la ilusión de que este odio es por la tierra. Se trata, más bien, de ideología, del afán de la yihad por borrar la presencia no islámica de la ummah. El objetivo no es simplemente destruir a los judíos; es destruir la idea misma de un mundo libre y pluralista.
Israel está a la vanguardia de esa lucha. La guerra que Hamás comenzó el 7 de octubre de 2023, financiada y armada por Irán, no es sólo contra los judíos: es contra la democracia misma. Va contra aquellos quienes creen que las mujeres deben ser libres, que permiten a los gays vivir abiertamente, que educan a los niños para crear, no para morir. Es la revolución de la barbarie contra la civilización.
Mientras, una izquierda "woke", hambrienta de víctimas a las que defender, se alinea con la yihad, gritando sus consignas y amplificando sus mentiras. Desde las calles de Europa se eleva un grito de odio contra el país más pequeño de Oriente Próximo, contra su derecho a sobrevivir y contra la guerra defensiva que debe librar para evitar la aniquilación.
Una nota de perspectiva: los 22 Estados miembros de la Liga Árabe cubren más de 14 millones de kilómetros cuadrados (unos 5,4 millones de millas cuadradas). Israel ocupa poco más de 20.000. No busca más tierra, sólo la tierra que el pueblo judío ha amado y defendido durante 2.000 años.
Ahora, sorprendentemente, ocho naciones musulmanas están junto al presidente Donald Trump e Israel en la búsqueda de la paz tras amargas guerras en Líbano, Siria, Irán y Gaza. En el horizonte se vislumbra la posibilidad de un mundo islámico purgado de armas y odio.
Sólo las turbas europeas siguen coreando la muerte. Sólo ellas parecen deseosas de envenenarse con su propio odio.
© JNS.