ANÁLISIS
La carrera por las tierras raras: ¿cómo tomó China la delantera... y cómo piensa sobrepasarla Trump?
Pekín domina la extracción, producción e importación de un grupo de elementos clave para la producción desde ordenadores hasta misiles. Washington ha movilizado agencias, inversiones y alianzas para dejar de depender del rival estratégico.

Planta de procesamiento de tierras raras en Jiangxi, China
La Casa Blanca lanzó una campaña multiagencia, multimillonaria e internacional para buscar minerales "vitales para nuestra seguridad nacional y prosperidad económica". Mientras lee estas líneas, usted los tiene en su mano.
Según algunas estimaciones, un teléfono móvil tiene cerca de 16 tierras raras. De un total de 17. Lo hacen vibrar, brillar con colores verdes, rojos y azules, y hasta encenderse. Algo similar es cierto para un ordenador: mejoran el sonido, permiten discos duros más eficientes y pequeños…
Además de su teléfono u ordenador, estos elementos químicos son fundamentales para radares, misiles, gafas de visión nocturna, vehículos eléctricos, turbinas de viento, equipos de resonancia magnética y muchos, muchos otros.
Su gran valor es que sus propiedades suelen ser únicas, o reemplazables sólo a un alto costo. No son, como parecería implicar su nombre, infrecuentes. Abundan, pero en pocas áreas. Y ese es, en gran parte, el problema que preocupa a Washington. Porque abundan, pero sobre todo en China.
Es probable que las tierras raras que componen su teléfono o computador o tableta o reloj hayan sido extraídos y procesados en suelo chino. Más de un tercio de estas reservas están en China.
Pekín controla el mercado: produce cerca del 60% de estos minerales, tiene el 90% de la capacidad de procesamiento mundial. Así lo recoge un informe del think tank Council on Foreign Relations (CFR), que también magnifica la dependencia estadounidense:
"En 2024, Estados Unidos dependía completamente de las importaciones para doce de los cincuenta minerales críticos identificados, e importó más del 50% de la demanda total de otros veintiocho de esos minerales, principalmente de China".
La amenaza de la hegemonía china es más que teórica: "La disposición de China a aprovechar su dominio del mercado para el ejercicio del poder económico expone a los países a la coerción", asegura CFR, recordando que hace un año Pekín prohibió la exportación de dos metales -galio y germanio- que de no haber sido luego levantada podría haber herido en más de 3400 millones de dólares al PIB estadounidense.
"La nación que controla los minerales vitales tiene la capacidad de dictar los acontecimientos mundiales", aseguró el autor y analista Lawrence Kadish, en un artículo difundido por VOZ. El posible "estrangulamiento" chino es, escribió, "probablemente el tema de múltiples conferencias del Pentágono a puerta cerrada".
"Estados Unidos debe reconocer la amenaza y canalizar sus considerables recursos y talento tecnológico para garantizar que nunca seamos rehenes de una nación hostil que tenga los minerales de tierras raras como un arma apuntando a nuestras gargantas", sentenció.
El ABC de las tierras raras
Anticuado por tierras, que quedó como herencia de la química antigua, que así llamaba a ciertos óxidos metálicos. Erróneo por raras, porque en el momento de su descubrimiento se pensó que escaseaban. Lo hacen, pero sólo en algunas zonas. También porque eran difíciles de extraer. Problema que, con el tiempo, se fue limando.
Aunque las propiedades de elemento son distintas, se agruparon bajo un solo nombre porque suelen estar presentes en el mismo suelo, según AFP.
Cada uno de estos minerales tiene su propia utilidad para la industria: el europio para las pantallas de televisión, el cerio para el pulido de vidrio o el lantano para los catalizadores de los motores de combustión. Su gran valor es que sus propiedades suelen ser únicas, o reemplazables sólo a un alto costo.
Las 17 son: lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio, lutecio, escandio y el itrio.
China toma la delantera
En vísperas de la revolución comunista en China, Washington estaba a punto de sellar un acuerdo con Pekín, comandado entonces por el partido Kuomintang.
El objetivo de los negociadores: obtener minerales baratos para el programa nuclear estadounidense. A cambio, ofrecían entrenar a científicos chinos y ayudar al Gobierno asiático a desarrollar su propio programa. Entonces se desató la revolución de 1949.
El Kuomintang se replegó a Taiwán, llevándose en su huida documentos chinos y aliados sobre minería. La mayoría de los geólogos prefirieron quedarse. "Los Gobiernos pueden ir y venir", pensaban, según la profesora Julie Michelle Klinger, "pero los conocimientos geológicos siempre beneficiarán a la nación, por lo que el desarrollo geológico es intrínsecamente patriótico".
Bajo nueva bandera, China continuó desarrollando las tierras raras. Ahora, con colaboración soviética. Por entonces el uso de tierras raras se centraba en la carrera armamentística, además de otros usos especializados como cierta iluminación y cristalería, lejos del uso generalizado que tiene hoy (piense en su teléfono, su ordenador).
Entre 1960 y los 2000, Estados Unidos fue el primer productor de tierras raras. China se centraba entonces en la exportación de materias primas raras e importaba el producto finalizado. Hasta que entró en escena Xu Guangxian, "el padre de las tierras raras en China".
En A historical geography of rare earth elements, Klinger destaca dos factores como decisivos para el sorpasso chino. Xu Guangxian fue uno: descubrió un método de extracción de minerales raros más barato y eficiente, permitiendo que China accediera a su gigantesca reserva. En palabras de la experta: "El descubrimiento de Xu marcó el comienzo de la superioridad tecnológica de China en el sector de las tierras raras".
El otro factor decisivo fue la política del partido único, que tras el primer ensayo nuclear en 1964 reorientó esfuerzos de investigación hacia las tierras raras. Deng Xiaoping, entonces líder supremo, habría sintetizado esta visión estratégica en una famosa frase de 1994: "Mientras que Medio Oriente tiene petróleo, China domina las tierras raras".
Opinión
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Lawrence Kadish
Entre 1978 y 1989, China aumentó su producción anual de tierras raras un 40%, según Yiying Zhang, Guoyi Han y Marie Jürisoo, del Stockholm Environment Institute. De acuerdo con los mismos, su entrada a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 "creó condiciones aún más favorables para la exportación, lo que llevó a años récord de exportación de tierras raras entre 2004 y 2010".
China no sólo mina y produce, también importa: es el mayor importador de tierras raras del mundo. Para eso, tendió una red internacional, pública y privada, de emprendimientos. Un "cartel silencioso", según Klara Vlahčević Lisinski, analista sénior del New Lines Institute.
Lisinski describe una "extensa y opaca red de empresas ficticias" que poco a poco tomó el control "de las arterias minerales que atraviesan el sudeste asiático, el África subsahariana y Asia central". Empresas, a su vez, impulsadas con fondos estatales.
"La historia del cartel silencioso es también una historia de coacción disimulada", escribe, apuntando contra el modelo chino de recursos a cambio de infraestructura. Pekín ofrece carreteras, ferrocarriles, puertos, todo a cambio de concesiones mineras a largo plazo.
Washington se duerme al volante
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos desempeñó un papel destacado. Su joya era la mina de Mountain Pass, en California, por entonces la mayor fuente de reservas mundiales de tierras raras.
El auge de la disputa con la Unión Soviética significó el simultáneo auge de la industria estadounidense de tierras raras. El ocaso de la primera, sin embargo, significó también el auge de la segunda. Poco a poco, en las décadas de 1980 y 1990, Washington fue deslocalizando sus capacidades.
Mientras que China desarrollaba técnicas cada vez más económicas de separar tierras raras, el proceso para las refinerías estadounidenses era costoso. Estas se enfrascaban, además, con normativas medioambientales que despreocupaban al régimen Comunista Chino.
La industria estadounidense se achicaba. Un experto en imanes Mitchell Spencer, fue contratado para abrir una fábrica en la ciudad china Tianjin que sería hermana de otra ya instalada en Indiana. En palabras al Wall Street Journal, declaró estar sorprendido cuando le pidieron que la versión china tuviera el doble de capacidades.
Cuando volvió a Indiana, la fábrica allí estaba echando el candado.
"Había algunos colegas que se oponían rotundamente, diciendo que nunca ayudarían a China a aprender nuestra tecnología", sostuvo otro experto en imanes al WSJ. Él sí aceptó ir. "Cuando llegué, no podía creer lo que veía. El número de nuevas fábricas que se estaban construyendo y la velocidad a la que se construían era alucinante".
La Casa Blanca, mientras tanto, mostró estertores de preocupación. En 2013, la Administración Obama demandó a China ante la OMC por establecer cuotas para restringir la exportación de tierras raras. Un año más tarde, la Cámara de Representantes pasó una resolución declarando que el acceso a tierras raras era "esencial".
Sin embargo, la mayoría de los expertos coinciden en que Estados Unidos se durmió al volante. Hasta ahora. O ese, al menos, es el deseo de Donald Trump.
La Casa Blanca pisa el acelerador
Desde que asumió Trump, el gigante asiático ha suspendido dos veces la exportación de tierras raras a Estados Unidos. El grifo, ahora, se encuentra abierto. Sin embargo, apunta el Council on Foreign Relations: "Los últimos meses han demostrado la disposición de China a aprovechar su dominio sobre cadenas críticas de suministro de minerales".
El republicano emprendió en su segundo mandato una serie de medidas para intentar inclinar la balanza. Buscó cerrar acuerdos para acceder a reservas más allá de las fronteras estadounidenses, en países como Australia y Uzbekistán, e incluso lo volvió parte de su plan de paz para Ucrania. Si hay intereses estadounidenses en el terreno, Rusia, va la estrategia, no se animará a atacar.
Además, fomentó la búsqueda en aguas internacionales. En suelo estadounidense ordenó canalizar recursos, mapear posibles nuevos yacimientos y acelerar permisos.
A mediados del mes pasado, varios tipos de materiales raros fueron hallados en el yacimiento Graphite Creek, en Alaska. Según estudios de laboratorio, el depósito más grande de minerales del país cuenta con cinco tierras raras: neodimio, praseodimio, disprosio, terbio y samario.
Las empresas estadounidenses también han dado un paso al frente, con MP Materials a la vanguardia:
Tan sólo el tiempo dirá si todo esto será suficiente para cruzar antes la meta.