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Greta, camino a Gaza: un espectáculo circense más del estereotipo del progre moderno

Lo que queda claro es que a Greta no le interesan los palestinos ni el clima ni los gays. Como buena idiota útil de la izquierda, es usada como una empresa de chocolates usa vacas para el marketing. 

Greta Thunberg en una protesta antiisraelí

Greta Thunberg en una protesta antiisraelíAction Press / Cordon Press

El progre busca protagonismo; su acomodada vida en Occidente suele aburrirlo. En muchas ocasiones no ha dejado la casa de sus padres y en otras la ha abandonado físicamente, pero aún depende de su apoyo financiero. A veces madura y decide avanzar en su vida seriamente, pero en otras prefiere mantener su adolescencia eternamente.

El progre quiere curar el mundo aunque sus conocimientos y capacidades adquiridos en su vida apenas le permiten atarse los cordones de los zapatos.

Pero el progre está allí, con su bandera palestina, arcoíris, indígena o la que sea. Se une a cualquier causa para ponerse del lado de los débiles. Le encanta, se fascina con las narrativas de opresores vs. oprimidos. Por eso el progre es feminista, indigenista, socialista, proterrorismo islámico o izquierdista, etc. 

No entiende las causas que defiende, tampoco le interesa profundizar mucho, lo importante es que su entorno lo aplauda y piense que es una persona comprometida; dialogar sobre los males del capitalismo desde Starbucks mientras se fotografía con una bandera palestina con un iPhone le permite liberar endorfinas y hasta quizá sentir orgasmos.

Ahí está el progre, contento, sonriente, quitándose culpas de la mejor manera; sintiendo que está haciendo algo por el mundo, o no, da igual. Lo importante es la imagen. A fin de cuentas, por ejemplo, el objetivo de un hombre feminista que acompaña a las mujeres en su lucha contra el macho opresor no es más que un macho buscando hembras para copular. 

No importa. ¡Free Palestine! ¡Liberen a las ballenas! ¡Muerte al macho! ¡Viva lo que sea! Sigamos.

Greta será holgazana, improductiva e ignorante, pero no es suicida. Sabe lo que le espera si se le ocurre alzar la voz contra el islamismo.Leandro Fleischer

Greta Thunberg, el estereotipo del progre moderno

En fin, ya los conocemos. Y una de las personas que más representa a esta caricatura tan improductiva como payasesca es Greta Thunberg.

Greta, conocida por su incansable batalla por el clima, que con su mejillas infladas y voluminoso estómago, desde su cálida vivienda y utilizando tecnología de punta a su alcance, grita a los cuatro vientos que todos aquellos que le permiten vivir de esa manera le están arruinando el futuro. ¡Pobrecita! Uno no puede más que imaginarse lo que debe estar sufriendo. El sufrimiento de los jóvenes y niños sudaneses, yemenitas, centroafricanos, etc, no es nada en comparación con el de ella. Es más, hasta ellos se compadecen de ella.

Pero el progre no puede quedarse quieto. Tiene demasiado tiempo libre, por lo que Greta también, como no podía ser de otra manera, decidió inclinarse por la causa palestina y el antisionismo (léase, antisemitismo). ¿Trabajar? ¿Estudiar? Nada de eso, amigos. ¡El mundo necesita a Greta! Y zarpó en la llamada Flotilla de la Libertad hacia Gaza para supuestamente entregar suministros a los gazatíes y llamó a sus seguidores a exigir a sus Gobiernos el “fin del genocidio y la ocupación en Palestina”.

Claro que el genocidio que intentó llevar a cabo Hamás en Israel el 7 de Octubre no se menciona, a fin de cuentas, en la cabecita de Greta, violar mujeres judías, decapitar bebés judíos o asesinar a familias enteras y prenderlas fuego solo por ser judías es un acto de resistencia. Razón por la cual tampoco está dispuesta a reclamar a las autoridades terroristas gazatíes que liberen a los rehenes o se sepa cómo están. Bueno, en su defensa, si la Cruz Roja, convertida en la Uber Roja, no lo hace, ¿por qué lo va a hacer ella, no?

Progre sí, suicida no

Y cuando decidió inclinarse por el antisemitismo, Greta asistió como una diva a diversas manifestaciones contra Israel, incluso apareciendo en una fotografía con un pulpo, una imagen que solía usarse a fines del siglo XIX y principios del XX como propaganda antisemita. Por supuesto que después ella negó que se tratara de un símbolo de odio a los judíos, porque los progres no son antisemitas, no, son antisionistas. Claro. Entendimos, Greta. Todos dicen lo mismo. Incluso el izquierdista que recientemente asesinó en Washington a dos empleados de la embajada israelí en Washington o el islamista que hirió a 16 personas en Colorado al lanzar bombas molotov contra judíos que pedían la liberación de los rehenes. Son simples antisonistas como Greta, desde ya.

Lo que queda claro es que a Greta no le interesan los palestinos ni el clima ni los gays. Greta, como buena idiota útil de la izquierda, es usada como una empresa de chocolates usa vacas para el marketing.Leandro Fleischer

Claro que Greta nunca ha protestado contra los atentados cometidos por el islamismo radical, incluso en su propio país, ni para apoyar a los miles de niños que mueren de hambre en Yemen, a los sudaneses que están siendo masacrados a diario con millones de desplazados, ni a ninguno de los más de medio millón de muertos por el conflicto en Siria, ni a los gays u opositores asesinados en Irán o Gaza, nada. Israel es el problema. Están asesinando judíos y cristianos por su fe en varios rincones del planeta, pero el problema sigue siendo Israel. Claro. 

Greta será holgazana, improductiva e ignorante, pero no es suicida. Sabe lo que le espera si se le ocurre alzar la voz contra el islamismo.

Greta y el marketing izquierdista

Lo que queda claro es que a Greta no le interesan los palestinos ni el clima ni los gays. Greta, como buena idiota útil de la izquierda, es usada como una empresa de chocolates usa vacas para el marketing. Asesinar a millones de personas y encerrarlas en gulags ya no está del todo bien visto; ahora es mejor disfrazar sus objetivos en diversas causas que mantengan el relato de débiles contra poderosos, con eslóganes que resuenen en la cabeza de todos como una bella canción. 

Y si es necesario aliarse temporalmente con Qatar, Irán y la Hermandad Musulmana, que financian y apoyan el terrorismo global y no ven la hora de cortarles la cabeza a los Gretas del mundo, pues que así sea. Los millones de muertos, las hambrunas, etc, serán escalones en la escalera hacia un mundo mejor, un hombre mejor; una especie de daño colateral.

Por eso se concentran en Israel. Los judíos son una minoría exitosa, que incluso permiten que se hable mal de ellos sin que eso ponga en peligro la integridad física del crítico. Son un blanco fácil como primer obstáculo a superar para luego ir contra Occidente en general. Además, si logran poner todos los ojos en los palestinos, el resto del mundo, incluidas las peores atrocidades que se les pueda llegar a ocurrir, pasan desapercibidas, y la bizarra alianza islamicoizquierdista se mantendrá intacta, siempre y cuando les sirva seguir usándose mutuamente, claro.

Greta debe quedarse en Gaza

Greta, acostumbrada a manifestarse en Occidente bloqueando calles para poder fotografiarse como una modelo mientras policías la retiran, a sabiendas de que sólo la regañarán, nunca hizo nada similar en Irán o Afganistán para pedir por la libertad para las mujeres, claro. De nuevo, progre sí, suicida no. 

Sin embargo, esperemos que las autoridades israelíes la dejen ingresar en Gaza. Realmente. Pero no para hacer las fotos habituales de ella sonriendo con todo tipo de simbología cool. Que se ponga la kufiya y grite contra Israel todo lo que quiera, sí, pero también debería aparecer con la bandera arcoíris exigiendo que se respeten los derechos de los homosexuales en Gaza o de los opositores sin que los asesinen y paseen los cadáveres arrastrándolos con una motoneta por las calles gazatíes, etc. Le deseo que, después de todo eso, pueda volver a su Flotilla de la Libertad.

El activista árabe-israelí Yoseph Haddad acertó en su análisis sobre Greta. “Si me preguntas, me alegraría mucho que la flotilla llegue a Gaza y esta sinvergüenza conozca de cerca a los miembros de Hamás que admira. Vería cómo maltratan a los gazatíes, les roban la comida y les disparan”, expresó.

“Pensándolo bien, eso tampoco serviría de nada, porque es otro caso perdido de una idiota útil de Occidente que apoya a Hamás, ¡y la necesidad desesperada de ayuda humanitaria es principalmente su cerebro!”. Touché

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