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 EL TIEMPO QUE LLEVA KAMALA HARRIS SIN COMPARECER EN UNA CONFERENCIA DE PRENSA

Activistas políticos del periodismo: la oscuridad que mata a la Democracia

La renuncia de editores de medios de izquierda como 'The Washington Post' o 'L.A. Times' por no apoyar sus plataformas a Kamala Harris vuelve a evidenciar la guerra entre la objetividad y los periodistas activistas.

Kamala hace gestos mientras Trump habla en presencia de los moderadores de ABC en el primer debate presidencial entre ambos.

Kamala gesticula mientras Trump habla en presencia de los moderadores de ABCZUMAPRESS.com / Cordon Press

"La Democracia muere en la oscuridad". El famoso lema de The Washington Post parece no haber sido entendido por alguno de sus editores, que confundió su tendencia política con la luz y acabó renunciando a su puesto tras negarse el periódico a respaldar oficialmente a Kamala Harris. Lo mismo ocurrió con la jefa de opinión de Los Angeles Times, y por el mismo motivo. Unas renuncias, que, lejos de mostrar el compromiso con la objetividad de sus autores, ponen en entredicho la objetividad de los contenidos de las plataformas para las que desempeñaban su trabajo.

Si algo ha caracterizado a la campaña de Harris es el apoyo incondicional de los medios y periodistas de izquierda. Huérfanos durante mucho tiempo de un candidato que despertase la más mínima ilusión mientras Joe Biden caminaba sin obstáculos hacia la nominación como candidato demócrata frente a Trump, se apresuraron a convertir a la vicepresidente en una especie de heroína que iba a detener al ogro republicano y volver a reunir bajo su -impostada- moderación a un país roto en dos ideológicamente.

La frágil fachada de Harris creada por los medios

Sin embargo, la realidad se ha impuesto y la fachada creada para Harris no ha resistido ni siquiera el tenue contacto con medios entregados. Dejando aparte la debacle de la vicepresidente en la única entrevista realizada en campo contrario, en Fox, Kamala se ha ido dejando votos cada vez que se ha sentado con algún periodista, a pesar de las ayudas que éstos le han brindado. Desde moderadores que dejaban a un lado su presunta neutralidad para convertirse en hooligans demócratas que trasnformaron el cara a cara entre candidatos en un 3-1 hasta cadenas que eliminaban partes de la conversación en las que la candidata del Partido Azul caía en una de sus frecuentes ensaladas de palabras.

Esto se ha reflejado en las encuestas y en las proyecciones sobre el resultado de las elecciones. Incluso los medios de izquierda y los encuestadores repiten sondeo tras sondeo que los apoyos a Trump le acercan a la Casa Blanca, mientras que la vicepresidenta se está quedando sin ellos.

Aunque pueda resultar osado decir que muchos medios de izquierda están pecando de oportunistas al ver la tendencia, sí se puede observar que la bula de Kamala ha desaparecido junto con su momento. CNN ya corrigió públicamente varias afirmaciones de la candidata en el Town Hall que hospedaron, además de criticar abiertamente su actuación en él. Mientras LA Times o el WA Post han optado por no brindarle su respaldo explícito.

La 'blasfemia' de no apoyar a Harris

Esto ha supuesto una especie de blasfemia para varios de esos autoproclamados garantes de la objetividad para quienes no apoyar a la radical Harris -ojo, que ninguno de estos medios ha respaldado a Trump- es traicionar la esencia del periodismo. La renuncia a gritos de estos gurús de la comunicación desenmascara algo mucho más profundo y peligroso: el activismo que no acepta más realidad que su ideario.

Se ha hablado mucho del sesgo y la compadreo de los medios de izquierda con la Administración Biden-Harris, la más sectaria, censora y represora contra quienes no piensen como ellos que se recuerda. Más allá de los twitter files, de las denuncias y condenas por lo sucedido con la información durante el covid, estas dimisiones denuncian como un rayo de luz en la oscuridad lo que venía sucediendo en estas redacciones y pone en cuestión, precisamente, la objetividad de sus informaciones.

Volviendo al lema del Post, la oscuridad que proyectan periodistas cuya luz no llega más allá de su carnet de activista es el verdadero peligro para la Democracia.

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