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El ‘Washington Post’, en la mira por tener un sesgo pro-Hamás y emplear a exreporteros de ‘Al Jazeera’

Una investigación del ‘Washington Free Beacon’ reveló que seis miembros de la oficina de asuntos exteriores del periódico trabajaron en la cadena de noticias catarí, lo que podría explicar la cobertura antiisraelí del conflicto en Medio Oriente.

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Fachada principal del edificio del Washington Post (Wikimedia Commons).

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Al menos seis empleados de la oficina de asuntos exteriores del Washington Post trabajaron anteriormente para Al Jazeera, reveló este miércoles el Washington Free Beacon. Se trata del editor de Medio Oriente Jesse Mesner-Hage, quien trabajó más de una década para la versión en inglés del medio árabe; la corresponsal en Londres Louisa Loveluck; el reportero de investigación Evan Hill, la editora de proyectos visuales Reem Akkad; la presentadora de WaPo Live Libby Casey y la reportera de noticias de última hora Adela Suliman.

Los hallazgos de la investigación podrían explicar la cobertura antiisraelí del importante periódico estadounidense, que incluyó la publicación de noticias falsas.

Desde la masacre del 7 de octubre perpetrada por el grupo terrorista Hamás, el periódico ha estado en la mira por su cobertura sesgada, inexacta y consistentemente hostil hacia Israel. De hecho, después de la operación para rescatar a los cuatro secuestrados israelíes en el poblado de Nuseirat, en Gaza, el Washington Post publicó un artículo titulado Más de 200 palestinos murieron en la redada de los secuestrados en Gaza. El escrito, que fue firmado por 11 miembros del personal del periódico, describió la operación como "una de las incursiones más mortíferas de la guerra" que dejó una "destrucción inimaginable" a su paso.

"Bloques enteros de viviendas fueron destruidos, los tanques amenazaban las calles y a los palestinos gravemente heridos; algunos sin extremidades se retorcían de dolor en las polvorientas carreteras del mercado central del campo, según vídeos e imágenes de la redada", señalaron los periodistas en el informe, en el que citaron primero a un portavoz de Hamás que acusó a Israel de cometer una masacre. No obstante, agregaron las declaraciones de un funcionario israelí recién en el séptimo párrafo del escrito.

Sin embargo, los periodistas no mencionaron que los rehenes estaban siendo retenidos por civiles en apartamentos de edificios abarrotados y que los terroristas de Hamás abrieron fuego contra los soldados y los secuestrados durante la operación, por lo que la muerte de algunas personas que se encontraban en la zona era inevitable.

En marzo, el periódico publicó un informe falso según el cual soldados de las FDI violaron a pacientes y personal femenino en un hospital de Gaza. Según señaló el Jerusalem Post, el artículo fue eliminado al día siguiente sin brindar las explicaciones pertinentes.

El Washington Free Beacon manifestó en su investigación que esta relación entre Al Jazeera y el Washington Postplantea cuestiones éticas para un periódico estadounidense que se enorgullece de ser un baluarte contra las amenazas a la democracia". Y agregó que un tribunal israelí describió a Al Jazeera como un “brazo de inteligencia y propaganda” de Hamás, y las transmisiones de la cadena de noticias árabe fueron prohibidas en ese país. Asimismo, indicó que el Departamento de Justicia de Estados Unidos ordenó a la edición en inglés de Al Jazeera registrarse como agente extranjero de Qatar en 2020, pero el medio se negó a hacerlo.

Al Jazeera también ha estado en la mira por haber publicado una gran cantidad de noticias falsas para demonizar a Israel y de tener en sus filas a periodistas que han participado en actividades terroristas contra el Estado judío, como es el caso del reportero Muhammed Wishah, quien según declararon funcionarios israelíes en febrero, se desempeñaba como comandante de las unidades de misiles guiados de Hamás.

El Washington Free Beacon citó a Alberto Fernández, vicepresidente del Instituto de Investigación de Medios de Medio Oriente, quien aseguró que Al Jazeera no es más que un proyecto de Qatar para “ejercer influencia y propaganda”, y que utiliza el lenguaje de la izquierda progresista para llegar a la audiencia occidental.

Al Jazeera, el brazo propagandístico de Qatar

Con el fin de lavar su imagen a nivel mundial y de moldear mentes para avanzar con su agenda islamista, el Gobierno de Qatar precisa de un brazo propagandístico disfrazado de medio de comunicación, y ese papel lo cumple la cadena de noticias Al Jazeera.

Al Jazeera fue fundada por la Familia Real Qatarí en Qatar en 1996. Si bien nació como una emisora de escaso alcance, tenía grandes aspiraciones.

Podría decirse que el camino al éxito de Al Jazeera se aceleró durante las guerras de Afganistán e Iraq a principios del siglo XXI, cuando logró cubrir ambos conflictos con un gran despliegue.

Tras su éxito entre 2002 y 2006, el Gobierno de Qatar invirtió fortunas para ampliar su personal y lanzar un canal en inglés (Al Jazeera English) para abarcar un mayor número de televidentes a nivel internacional.

La gigantesca inversión pudo realizarse, en parte, gracias a que el país del Golfo estaba atravesando por un momento de gran bonanza económica debido a los altos precios del petróleo y el gas y a las inversiones financieras hechas por las empresas del Estado, lo que le permitió lanzar, además, una cadena de deportes llamada Bein Sports y un canal en Estados Unidos (Al Jazeera América).

Sin embargo, en 2011 la bonanza económica en Qatar ya no era lo que solía ser y la audiencia y la reputación de Al Jazeera comenzaron a caer, ya que durante las coberturas de las revueltas árabes y los conflictos armados en Siria, Libia y Yemen, los intereses del Gobierno catarí se hicieron evidentes, incluso para los televidentes árabes. De hecho, Al Jazeera América cerró sus puertas menos de tres años después de su lanzamiento.

Las dificultades que encontró Al Jazeera para expandirse por el mundo llevaron al Gobierno catarí, al emir Hamad bin Khalifa al-Thani y a su hijo Tamim bin Hamad al-Thani, sucesor en el trono en 2013, a encarar políticas ambiciosas para ser influyentes, tanto dentro del mundo árabe y musulmán como en Occidente.

Los periodistas del canal deben trabajar teniendo en cuenta los objetivos del liderazgo del país del Golfo, es decir que la emisora debe funcionar como una especie de Departamento de Prensa disimulado de las autoridades cataríes. A su vez, Al Jazeera intenta mantener su relación con Occidente, aunque sosteniendo su vínculo con organizaciones islamistas radicales.

Las coberturas realizadas por Al Jazeera en algunos conflictos del Medio Oriente reflejaron que la cadena de noticias informa y desinforma según los intereses del Gobierno de Qatar, especialmente cuando se trata del conflicto entre Israel y los palestinos, donde tiene una marcada postura antiisraelí.

Al Jazeera también fue acusada de alentar las manifestaciones en la plaza Tahrir, en El Cairo, Egipto, durante la revolución de 2011; y de tener vínculos con la organización radical islámica Hermanos Musulmanes.

Las tensiones internas en el Washington Post

El escándalo sobre la polémica cobertura del conflicto árabe-israelí profundiza aún más la crisis en el Washington Post, que se encuentra atravesado por una serie de tensiones que han estado sacudiendo al periódico. Jeff Bezos, propietario del medio estadounidense, enfrenta un creciente malestar por parte del personal del periódico, malestar que se incrementó después de que Robert Winnett, editor adjunto del periódico británico Telegraph, rechazara tomar el mando del Washington Post después de que la exeditora Sally Buzbee renunciara abruptamente a principios de junio tras haber trabajado solo tres años allí.

William Lewis, director ejecutivo del Washington Post, confirmó el cambio a los empleados y agregó que el periódico iniciará una búsqueda formal de un nuevo editor.

Según informó CNN, el personal del Washington Post no está conforme con el trabajo de Bezos al frente del medio, particularmente por su decisión de confiar el periódico a Lewis.

El enojo del personal del Washington Post está relacionado con un informe reciente del periódico Guardian, en el cual se reportó que Lewis aconsejó al exprimer ministro Boris Johnson y a sus asistentes que "limpiaran" sus teléfonos mientras estaban bajo investigación por violar las restricciones durante la pandemia, en un caso conocido como el Partygate.

El Guardian indicó que el hecho ocurrió mientras Lewis se desempeñaba como asesor informal de Johnson desde finales de 2021 hasta julio de 2022. No obstante, en declaraciones para el Guardian, un vocero de Lewis negó las afirmaciones.

A mediados de junio, el Washington Post publicó un artículo en el que profundizó sobre el controvertido pasado periodístico de Winnett.

Según el escrito, Winnett tenía estrechos vínculos con una persona que utilizó subterfugios y medios ilegales para obtener información, incluido un intento de robar una copia de las memorias del ex primer ministro Tony Blair.

El New York Times informó recientemente que Lewis y Winnett utilizaron registros telefónicos y de empresas obtenidos de manera fraudulenta en artículos periodísticos mientras trabajaban como periodistas en el Reino Unido hace dos décadas para el Sunday Times. Y agregó que Lewis pagó más de 100.000 libras esterlinas (lo que equivalía a unos 127.000 dólares) a una fuente a cambio de información mientras era editor del Daily Telegraph.

Dadas estas revelaciones, el personal del Washington Post manifestó su indignación, ya que considera que estas actitudes carentes de ética de los dos periodistas británicos los descalifican para una posición de liderazgo en el periódico.

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