La truculenta historia de Al Jazeera, el brazo propagandístico de Qatar
La cadena de noticias árabe fue descubierta publicando una noticia falsa sobre una violación para demonizar a Israel. Se trata de sólo una mancha más en una historia plagada de mentiras, terrorismo y antisemitismo.
Recientemente, la cadena de noticias qatarí Al Jazeera decidió retractarse y eliminar una serie de contenidos que acusaban a las Fuerzas de Defensa de Israel de cometer abusos sexuales en el hospital de Al Shifa, en Gaza.
La polémica alcanzó una gran difusión después de que Al Jazeera publicara este domingo el testimonio de una mujer que aseguró haber sido testigo de violaciones a mujeres palestinas en el interior del hospital gazatí.
El medio qatarí eliminó poco después la publicación sin añadir muchos más detalles. El reporte fue sin embargo recogido por muchos otros medios. En su testimonio, la mujer palestina aseguró que los soldados de las FDI echaron los cuerpos de mujeres mutiladas a sus perros, entre otras descripciones cruentas de violencia.
Un exdirectivo de la cadena realizó algunas aclaraciones a través de una publicación en redes sociales. Abu Hilalah, que fue parte de la cúpula del medio estatal qatarí, aseguró que la historia publicada por Al Jazeera no era veraz. Sin citar fuentes, el directivo añadió que la mujer que dio su testimonio acabó confesando que la historia no era verídica.
Esta noticia falsa derivó, llamativamente, en que varios medios de comunicación e influencers propalestinos, como Sulaiman Ahmed, que dicen dudar de las violaciones a mujeres por parte de terroristas de Hamás durante la masacre del 7 de octubre, creyeran inmediatamente esta falsa historia, la cual difundieron sin titubeos como si fuera real.
El surgimiento de Al Jazeera en la década de 1990 y una historia plagada de polémicas
Al Jazeera fue fundada por la Familia Real Qatarí en Qatar en 1996. Si bien nació como una emisora de escaso alcance, tenía grandes aspiraciones.
Podría decirse que el camino al éxito de Al Jazeera se aceleró durante las guerras de Afganistán e Iraq a principios del siglo XXI, cuando logró cubrir ambos conflictos con un gran despliegue
Tras su éxito entre 2002 y 2006, el Gobierno de Qatar invirtió fortunas para ampliar su personal y lanzar un canal en inglés (Al Jazeera English) para abarcar un mayor número de televidentes a nivel internacional.
La gigantesca inversión pudo realizarse, en parte, gracias a que el país del Golfo estaba atravesando por un momento de gran bonanza económica debido a los altos precios del petróleo y el gas y a las inversiones financieras hechas por las empresas del Estado, lo que le permitió lanzar, además, una cadena de deportes llamada Bein Sports y un canal en Estados Unidos (Al Jazeera América).
Sin embargo, en 2011 la bonanza económica en Qatar ya no era lo que solía ser y la audiencia y la reputación de Al Jazeera comenzaron a caer, ya que durante las coberturas de las revueltas árabes y los conflictos armados en Siria, Libia y Yemen, los intereses del Gobierno catarí se hicieron evidentes, incluso para los televidentes árabes. De hecho, Al Jazeera América cerró sus puertas menos de tres años después de su lanzamiento.
Las dificultades que encontró Al Jazeera para expandirse por el mundo llevaron al Gobierno qatarí, al emir Hamad bin Khalifa al-Thani y a su hijo Tamim bin Hamad al-Thani, sucesor en el trono en 2013, a encarar políticas ambiciosas para ser influyentes, tanto dentro del mundo árabe y musulmán como en Occidente.
Los periodistas del canal deben trabajar teniendo en cuenta los objetivos del liderazgo del país del Golfo, es decir que la emisora debe funcionar como una especie de Departamento de Prensa disimulado de las autoridades qataríes. A su vez, Al Jazeera intenta mantener su relación con Occidente, aunque sosteniendo su vínculo con organizaciones islamistas radicales. Esto se ve reflejado en el tipo de invitados que son entrevistados en Al Jazeera en idioma árabe, donde aparecen miembros de organizaciones terroristas como Hezbolá o Hamás, entre otras, mientras los periodistas dialogan con representantes occidentales, incluso estadounidenses e israelíes, en otras señales de la empresa.
Las coberturas realizadas por Al Jazeera en algunos conflictos del Medio Oriente reflejaron que la cadena de noticias informa y desinforma según los intereses del Gobierno de Qatar, especialmente cuando se trata del conflicto entre Israel y los palestinos, donde tiene una marcada postura antiisraelí.
Al Jazeera también fue acusada de alentar las manifestaciones en la plaza Tahrir, en El Cairo, Egipto, durante la revolución de 2011; y de tener vínculos con la organización radical islámica Hermanos Musulmanes.
Además, hace unos años, algunos periodistas de la cadena fueron acusados de espionaje en Siria, Arabia Saudí e Irán, y sus transmisiones fueron suspendidas en esos países.
La desconfianza en Al Jazeera no es nueva
En una entrevista otorgada al periódico argentino La Nación en 2005, antes del lanzamiento de Al Jazeera English, Nigel Parsons, quien dirigió esta emisora hasta 2009, expresó: “No tendremos miedo en hacer preguntas duras a los líderes árabes o en mostrar las cosas feas de Medio Oriente, como la violencia, la corrupción y la pobreza. Eso sí, tendremos más cuidado en usar la palabra terrorista, porque lo que para algunos es un terrorista para otros puede ser alguien que lucha por su libertad”. Y agregó: “No buscamos ser una traducción de Al Jazeera en árabe, somos un canal global y tendremos una personalidad más plural. Pese a tener nuestra sede en Doha y a ofrecer una perspectiva árabe sobre las principales noticias mundiales, cubriremos extensamente otras partes del mundo, con información en profundidad desde Asia, América latina y África, que muchas veces son regiones relegadas por las grandes corporaciones de noticias”.
Respecto de la desconfianza del público en la emisora, Parsons sostuvo: “Ofreceremos un periodismo justo, equilibrado, que cubra todos los puntos de vista de una historia y deje que sean los televidentes quienes generen su propio juicio. El problema es que hasta ahora el público estadounidense ha sido objeto de una campaña de desinformación sobre Al Jazeera, y como se trata de un canal que la mayoría de la gente no puede entender, por la barrera del idioma, no han podido formarse un juicio equilibrado. Espero que ahora, cuando empecemos a transmitir en inglés, nuestros méritos periodísticos nos permitan terminar con ese estigma. Sólo necesitamos que se nos dé la oportunidad para que se nos juzgue realmente por lo que hacemos”.
La relación de Al Jazeera con el terrorismo no es nueva, y el periodista de La Nación le consultó respecto de Tayssir Alouni, un reportero del canal en Madrid que había sido condenado a siete años de prisión por tener contactos con Al Qaeda. Al respecto, Parsons señaló: “Apelaremos esta sentencia. Esperamos que Tayssir Alouni sea reivindicado y puesto en libertad, ya que creemos que sus vínculos con Al Qaeda han sido sólo en su calidad de corresponsal”.
Alouni cumplió su condena en arresto domiciliario hasta el año 2012, cuando fue puesto en libertad.
Los esfuerzos e inversiones de Qatar para manejar las mentes de los jóvenes estadounidenses
Qatar siempre ha estado en la mira de Occidente por su apoyo al extremismo islámico, y el caso palestino no es la excepción. De hecho, el país del Golfo alberga a los principales líderes de Hamás ofreciéndoles todos los lujos posibles, mientras los residentes de Gaza están sufriendo la guerra por las decisiones de sus autoridades, que paradójicamente son apoyadas por la gran mayoría de los mismos civiles de la Franja y de la Ribera Occidental, donde gobierna la Autoridad Palestina de Mahmud Abás.
Sin embargo, la política exterior estadounidense parece mirar para otro lado. Según escribió el periodista Eli Lake en un artículo publicado por The Free Press, esto se debe a que “durante los últimos 25 años, este pequeño estado rico en energía ha inyectado miles de millones de dólares en Estados Unidos para comprar influencia y favores”.
El autor estadounidense explicó que “los qataríes han gastado su fastuosa fortuna en bufetes de abogados de Estados Unidos, en contratos de lobby con ex altos funcionarios y en viajes turísticos y asociaciones con grandes empresas de medios”. “Sin embargo”, agregó, “los mayores destinatarios de la generosidad qatarí han sido las principales universidades y centros de estudios”.
Según un estudio publicado en 2022 de la Asociación Nacional de Académicos, Qatar era en ese momento el mayor donante extranjero a universidades estadounidenses. “Entre 2001 y 2021, el petroestado aportó la friolera de 4.700 millones de dólares a esos centros de estudios”, señaló el autor.
La asociación de estas universidades con Qatar continúa, a pesar de que el ministro de Relaciones Exteriores qatarí dijera poco después del 7 de octubre que “Israel es el único responsable” de la masacre perpetrada por Hamás, o que albergue a los líderes de esa organización terrorista.
Esta financiación tal vez explique, en parte, las manifestaciones antisemitas que se llevan a cabo en los campus de muchas universidades de Estados Unidos.
Lake manifestó, además, que muchas de estas universidades han tenido que comprometer sus valores en sus campus de Doha. En algunos casos, los centros de estudios estadounidenses cooperaron con los intereses estratégicos de Qatar. “El campus de Northwestern en Qatar, cuya escuela de periodismo estadounidense está clasificada como una de las mejores del mundo, firmó un memorando de entendimiento con Al Jazeera, el canal de noticias que ha proporcionado una plataforma de apoyo a Hamás y otros grupos islamistas, para ayudar a formar a sus reporteros”, escribió el periodista.
Lake añadió que Al Jazeera transmitió un programa semanal presentado por el clérigo de los Hermanos Musulmanes Yusuf al-Qaradawi entre 1996 y 2013. Y recordó que en un sermón de 2009 transmitido por la emisora, el líder religioso manifestó: “Dispararé a los enemigos de Alá, los judíos, y ellos me arrojarán una bomba, y así sellaré mi vida con el martirio”.
En 2015, Stephen Eisenman, entonces presidente del Senado de Profesores de Northwestern, concluyó en un informe sobre el campus de su escuela en Doha que los profesores allí disfrutaban sólo de una “libertad académica limitada”.
Eisenman también reconoció que “la ética de establecer un campus en un país autoritario es turbia, especialmente cuando inhibe la libre expresión y cuenta entre sus aliados con varios regímenes o grupos opresivos”.
A pesar de la alianza de Qatar con el extremismo islámico, Estados Unidos considera a ese país como una especie de mal necesario. En este sentido, Lake explicó que “una de las razones por las que Qatar ha podido invertir tanto en instituciones estadounidenses se debe a que la política exterior de Estados Unidos ha abrazado al país del Golfo desde que comenzó la guerra contra el terrorismo después del 11 de septiembre. Aunque Qatar está alineado con Hamás y, en menor medida, con Irán, también alberga la base aérea de Al Udeid (gestionada por los norteamericanos en la nación árabe)”.
El periodista agregó que “los qataríes son un interlocutor importante entre Estados Unidos e Irán. Después de la caótica retirada de Afganistán del presidente Biden, Qatar acordó procesar a más refugiados afganos que cualquier otro aliado árabe. Hoy, Qatar posee los 6 mil millones de dólares en ingresos petroleros iraníes que Estados Unidos descongeló en septiembre y volvió a congelar después de la masacre de Hamás del 7 de octubre”.
Qatar “tiene como objetivo demonizar a Israel”
Lake explicó, además, la forma en que Qatar intenta controlar el discurso intelectual en Occidente para demonizar a Israel.
“Uno de los objetivos del poder blando de Qatar es promover la ideología de los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista que engendró a Hamás y el partido gobernante en Turquía”, expresó Lake. Y añadió: “Según un análisis de 2021 del Instituto de Washington para la Política de Oriente Próximo, Qatar financia la Unión Internacional de Eruditos Musulmanes, el brazo clerical de la Hermandad. En 2017, Bahréin, Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos impusieron un embargo comercial y de viaje a Qatar en respuesta a su apoyo a los Hermanos Musulmanes. La adopción por parte de Doha del islam político es un factor que la distingue de sus vecinos del Golfo, que se volvieron contra ese movimiento después de la Primavera Árabe en 2010 y 2011”.
Lake citó a Charles Asher Small, del Instituto para el Estudio de Políticas y Antisemitismo Globales, quien dijo que una consecuencia del apoyo de Qatar a los Hermanos Musulmanes, en su operación de poder blando en el extranjero, fue hacer que Israel fuera tóxico en el discurso político e intelectual occidental.
“Su poder blando tiene como objetivo demonizar a Israel, así como promover un discurso antioccidental y antidemocrático para debilitar a Occidente. El antisemitismo es el combustible para encender ese fuego”, dijo Small.
Al Jazeera, un nido de terroristas islámicos
Si algo le faltaba a Qatar no era solamente brindar apoyo económico al extremismo islámico, financiar el odio antisemita en las universidades de Estados Unidos y disfrazar de canal de noticias a su Departamento de Prensa (Al Jazeera), sino también disfrazar de inocentes periodistas a terroristas islámicos.
A lo largo de la guerra entre Israel y Hamás, tras la masacre del 7 de octubre, el Estado judío ha acusado a algunos periodistas de Al Jazeera de formar parte de las filas de la organización terrorista palestina.
El periodista estadounidense Jonathan Schanzer mencionó a algunos de ellos en un artículo publicado en Commentary.
En marzo, señaló el autor, el Ejército israelí arrestó al reportero de Al Jazeera Ismail al-Ghoul durante un intercambio de disparos con terroristas de Hamás en el Hospital Shifa, en Gaza. El canal de televisión qatarí criticó inmediatamente su arresto, insistiendo en que se trataba de un periodista inocente. Más de una semana después, los israelíes lo liberaron, por lo que la emisora aprovechó la circunstancia para reforzar su argumento de que al-Ghoul era inocente.
Un mes antes, señaló Schanzer, Al Jazeera denunció a las FDI después de que uno de sus corresponsales resultara herido durante una ofensiva llevada a cabo por un dron israelí. Sin embargo, el portavoz del Ejército del Estado judío en idioma árabe respondió que Ismail Abu Omar “ocupaba el puesto de subcomandante de compañía en el Batallón Oriental de Jan Yunis de Hamás. Abu Omar incluso se filmó participando en la sangrienta masacre en [la comunidad] Nir Oz el 7 de octubre y lo publicó en las redes sociales”. Schanzer añadió que el reportero firmó con su nombre una foto publicada en Telegram, de un soldado de las FDI asesinado cuyo cuerpo fue llevado por Hamás a Gaza. Tras el escándalo, Al Jazeera negó haber actuado mal y afirmó que sus “políticas y regulaciones laborales estipulan que el empleado debe mantenerse alejado de afiliaciones políticas que puedan afectar su desempeño”.
Otros de los hechos que demuestran la forma en que periodistas de Al Jazeera estuvieron presuntamente involucrados en actividad terrorista sucedió en enero, cuando el reportero Hamza al-Dahdouh y un colega suyo murieron en un ataque aéreo israelí contra el vehículo en el que ambos viajaban de Jan Yunis a Rafah. Como era de esperar, el canal árabe condenó la ofensiva israelí. Hamás, por su parte, anunció la muerte de Dahdouh y añadió su nombre a una lista de periodistas supuestamente asesinados en la guerra. Sin embargo, las FDI manifestaron días después que el vehículo fue bombardeado porque ambos reporteros estaban operando un dron que representaba una amenaza para los soldados israelíes cerca de Rafah. Luego, el Ejército del Estado judío añadió que Dahdouh era un agente de la “Unidad de Ingeniería Electrónica” y un funcionario regional de la “Unidad de Cohetes” de la Yihad Islámica Palestina. Al Jazeera rechazó la acusación israelí y condenó “los intentos (...) de justificar el asesinato del colega Hamza Wael Al-Dahdouh y otros periodistas”.
El otro reportero que murió en la ofensiva era el camarógrafo Mustafa Thuraya, quien según las FDI era quien operaba el dron y quien aparecía en una lista de terroristas que luchaban para el Batallón Al-Qadisiya de Hamás.
Otro empleado de Al Jazeera que presuntamente estuvo involucrado en actividad terrorista es Muhammad Wishah, que trabaja en el canal Al Jazeera Mubasher. El 11 de febrero, las FDI confiscaron su computadora portátil en el norte de la Franja de Gaza, en la que, según el portavoz del Ejército israelí en idioma árabe, se encontraron imágenes y documentos que demostraban que Wishah es un comandante del ala militar de Hamás. El canal qatarí no ha respondido a estas acusaciones. No obstante, luego de las revelaciones de las FDI, Wishah eliminó publicaciones en las redes sociales que lo mostraban estrechando la mano de los líderes de Hamás Yahya Sinwar e Ismail Haniyeh.
Estos incidentes, junto con otros datos de inteligencia, resultaron en que el Gobierno israelí presentara un proyecto de ley para cerrar Al Jazeera en Israel. Sin embargo, la propuesta se ha estado debatiendo por meses y aún no ha sido aprobada oficialmente. En paralelo, las autoridades del Estado judío continúan negociando con Qatar la liberación de los secuestrados por Hamás.
Schanzer opinó en Commentary que “es probable que los israelíes sigan tratando con los qataríes hasta que se llegue a un acuerdo sobre los rehenes. Pero esto no explica por qué Estados Unidos continúa tratando como un aliado a la nación del Golfo que apoya el terrorismo. El apoyo que Qatar ha brindado a grupos terroristas como Hamás, los talibanes, Al Qaeda e incluso el Estado Islámico está fuera de toda duda. Y la serie de incidentes en Gaza que indican una colaboración entre Al Jazeera y Hamás son consistentes con lo que enfrentaron las fuerzas estadounidenses durante la Guerra de Iraq, cuando funcionarios de la Administración Bush se quejaron de que los periodistas de Al Jazeera de alguna manera sabían exactamente dónde estar y tenían sus cámaras grabando durante los ataques que tenían como objetivo a miembros del servicio estadounidense”.