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Los votantes dan la espalda a los fiscales progresistas en plena oleada del crimen

Las reformas introducidas no han detenido la criminalidad, sino que ha aumentado en los últimos dos o tres años, según sea la ciudad.

Policía de San Francisco, SFPD. Foto: Thomas Hawk (Flickr)

El país está viviendo bajo los efectos del movimiento de fiscales progresistas. San Francisco, Nueva York, Cook County (Chicago), Philadelphia… Ciudad por ciudad los electores han votado a fiscales de distrito demócratas que han prometido abordar el crimen con unas políticas muy progresistas.

Un cambio radical

Uno de los ejemplos más claros es el de Chesa Boudin. Cuenta entre sus antepasados con Louis B. Boudin, santo patrón del progresismo judicial estadounidense. Licenciado en Derecho por Yale, y miembro del Partido Demócrata, en 2019 fue elegido fiscal del distrito en San Francisco con una plataforma que prometía un cambio radical. El centro de la política no sería el castigo de los criminales; de hecho se forjó como objetivo reducir la población reclusa. Prometió eliminar las fianzas en dinero. Centraría sus esfuerzos en revisar las condenas y luchar contra las malas prácticas de la Policía. Y levantará la mano sobre los pequeños crímenes, que son el resultado inevitable de una sociedad que no funciona y de unos servicios médicos insuficientes.

En el caso de Chesa Boudin, el guerrero por la justicia social une al hijo que tuvo que ver a sus padres en la cárcel durante décadas. Los dos fueron condenados por un crimen de asesinato y robo a un banco, si bien no fueron ellos quienes dispararon aquél día de 1981. Ausentes sus padres, Boudin fue criado por los prófugos de la justicia Bill Ayers y Bernandine Dohrn, fundadores del grupo terrorista-pacifista llamado Weather Underground, al que pertenecían los padres de Chesa.

Un aumento del crimen

Su llegada a la oficina de la fiscalía del distrito supuso un cambio. Y fue radical. Pero los resultados esperados no han llegado. Según un cuidado análisis realizado por el periódico de ultraizquierda Mother Jones, basado en los datos que maneja la Policía de San Francisco (SFPD), los crímenes contra la propiedad bajaron un 11% entre 2019 y 2021. Pero los homicidios han crecido un 36% en el mismo período.

Impunidad para los criminales y temor para el ciudadano de a pie… Cierta o no, esa sensación ha motivado una respuesta del electorado ante la política de Boudin. Un grupo de pequeños y medianos empresarios, preocupados con la deriva del crimen en la ciudad, promovió una recusación del fiscal. Chesa Boudin tuvo que volver a enfrentarse a las urnas a los tres años de su mandato, y en junio fue derrotado por la candidata Brooke Jenkins. Jenkins apoya las llamadas “políticas de reforma”, pero en su discurso está también la preocupación por la incidencia del crimen en la ciudad.

"Negarse a aplicar la ley"

Boudin era el epítome de una generación de fiscales de distrito dispuestos a poner el sistema patas arriba, mostrar las injusticias sociales que favorecen el crimen, acabar con la brutalidad y el racismo en los cuerpos de Policía. El fiscal general William Barr, nombrado por el presidente Donald Trump, denunció en su momento "la aparición en algunas de nuestras grandes ciudades de fiscales de distrito que se autodenominan reformistas por la 'justicia social', que se dedican a socavar a la policía, a dejar libres a los delincuentes y a negarse a aplicar la ley".

La Policía está bajo una enorme presión. Por un lado, en numerosas ciudades no cuenta con la simpatía o el apoyo de los fiscales de distrito. Por el contrario, los cuerpos de Policía son objeto de escrutinio por parte de los demócratas, que les acusan de un racismo estructural, en el contexto de la campaña Black Lives Matter. En esta situación, los cuerpos de Policía han bajado el número de detenciones, lo cual ha resultado en un aumento del crimen.

Más allá de Chesa Boudin

Un reciente análisis de Kimberley A. Strassel en el Wall Street Journal muestra que esta situación empieza a calar en los votantes, que ya no tienen el entusiasmo de hace años por los fiscales progresistas que son blandos con el crimen y duros con la Policía. En las elecciones de mitad de mandato, más de 2.000 condados someten a votación a sus fiscales de distrito. La derrota de Chesa Boudin, ¿es sólo una anécdota, o es parte de un movimiento más amplio?

Strassel recoge varios casos que apuntan todos en el mismo sentido: "En el condado de Mecklenburg (que abarca Charlotte), el fiscal del distrito Spencer Merriweather venció con el 70% de los votos a un aspirante activista que prometía "poner fin a las políticas de encarcelamiento masivo" del titular. En el condado de Buncombe (Asheville), el titular Todd Williams se impuso a un defensor público liberal que se oponía a la fianza en efectivo. La fiscal del condado de Wake (Raleigh), Lorrin Freeman (...) se impuso a un abogado defensor que se presentó con la promesa de no perseguir nunca el aborto, aunque el Estado lo restringiera. Freeman se enfrenta ahora a las elecciones generales contra el republicano Jeff Dobson".

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