Desconectado, débil y unos viajes desastrosos por Europa: las personas cercanas a Biden revelan que los lapsus del presidente son cada vez más frecuentes
Las semanas previas al debate en Atlanta el líder demócrata tuvo una agenda muy cargada, llena de maratónicos traslados, eventos y reuniones importantes donde se pudo denotar el deterioro físico del mandatario.
Desconectado, apático y débil. Son las tres palabras que definen las últimas semanas del presidente Joe Biden, quien desde el viernes pasado ha sufrido un tsunami de críticas por su desastroso desempeño en el debate presidencial en Atlanta, Georgia, donde unánimemente salió fortalecido el expresidente Donald Trump.
Desde ese día, el Partido Demócrata entró en crisis. Públicamente, si bien las voces importantes del partido respaldaron al presidente, algunos congresistas ya le pidieron a Biden que se retire de la carrera y los medios de comunicación progresistas no escatimaron esfuerzos para intentar forzar un retiro de candidatura. En privado, la situación es incluso más densa, con aliados, financistas y miembros del partido debatiendo sobre si es posible o no cambiar el candidato a estas alturas del juego. Mientras tanto, la Casa Blanca está luchando hora a hora para controlar los daños de un debate nefasto y disipar las dudas sobre la aptitud del presidente. Asimismo, los funcionarios de la campaña mantienen reuniones constantes con aliados insistiendo en que Biden es el único que puede derrotar a Trump en noviembre.
Sin embargo, internamente las grietas son evidentes. Biden ha cerrado filas con su familia, incluso sumando a Hunter Biden entre sus asesores, y personas cercanas a él han acudido a los medios para hablar bajo condición de anonimato y expresar su preocupación sobre el estado físico y mental del líder demócrata.
En un reportaje, el diario The New York Times graficó cómo las personas cercanas a Biden han descrito al presidente como un hombre que, por momentos, se mantiene lúcido y, muy al contrario, tiende a caer en desconexiones constantes en reuniones privadas y eventos públicos.
“Pero en entrevistas, las personas que estuvieron en la sala con él más recientemente dijeron que los fallos parecían volverse más frecuentes, más pronunciados y más preocupantes”, se lee en el NYT, que cita a personas cercanas a Biden que, por lo delicado del asunto, hablaron en anonimato.
En particular, muchos de los entrevistados describieron que el presidente suele protagonizar “sucesos incómodos” impredecibles, especialmente cuando se encontraba entre una gran multitud o estaba cansado después de una jornada agotadora. En las últimas semanas previas al debate, ese fue el caso.
Biden, de 81 años (cumple 82 en noviembre), tuvo una agenda muy cargada, llena de maratónicos viajes, traslados largos, eventos de recaudación y reuniones importantes donde se pudo denotar el deterioro físico del mandatario. Particularmente, a Biden le fue mal en Europa, quedando en evidencia ante los líderes occidentales e incluso veteranos que lo describieron como una persona agotada.
En el reportaje del diario se lee que Biden, durante la cumbre del G7 en Italia, generó que los jefes de Estado aliados se volvieran “sensibles” con respecto a la vulnerabilidad del presidente, quien se había mostrado perspicaz durante las reuniones privadas, pero muy perdido en los eventos públicos.
“La Sra. Meloni y los demás líderes eran muy sensibles a la condición física del Sr. Biden, lo discutían en privado entre ellos y trataban de evitar avergonzarlo reduciendo su propio paso mientras caminaban con el presidente. Cuando les preocupaba que no pareciera sereno y había cámaras alrededor, cerraron filas a su alrededor físicamente para protegerlo mientras se recuperaba”, detalló el NYT citando un alto funcionario europeo.
Esta persona, que estuvo presente durante la cumbre, dijo que había un deterioro notable en el estado físico de Biden desde el otoño anterior. En general, describió que los europeos estaban “conmocionados” por cómo se mostraba Biden, con quien era muy difícil mantener una conversación y a veces parecía “fuera de sí”.
En Francia, Biden no causó mejores impresiones.
En Normandía conoció a exsoldados traídos a Francia por un grupo de veteranos. Personas que asistieron al evento describieron a Biden como “desorientado”. Esto quedó graficado cuando durante una de las ceremonias el presidente se alejó de la bandera estadounidense cuando sonó “Taps” en lugar de mirarla.
También hubo momentos incómodos. Por ejemplo, cuando el presidente francés Emmanuel Macrón se aseguró de que Biden bajara sano y salvo por una rampa al momento de saludar a los veteranos.
Uno de ellos, Bill Casassa, de 98 años, quien fue honrado en la ceremonia de Normandía y apoya a Trump, dijo que Biden lucía enfermo cuando lo saludó.
“No me pareció diferente en persona a lo que se ve en la televisión, y eso es como una persona frágil y que no está realmente a cargo”, dijo Casassa.
El NYT también detalló una reunión errática de Biden con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, donde el líder demócrata habló en voz tan baja que era casi imposible oírle y además afirmó erróneamente que una nueva oleada de ayuda estaba destinada a reconstruir la red eléctrica del país.
El NYT explicó que los errores de Biden, cada vez más comunes, obligan a la Casa Blanca a publicar periódicamente transcripciones corregidas de sus comentarios, arreglando menciones erradas a lugares, personas o fechas. La Administración hizo esto en los días posteriores al debate, cuando Biden confundió los países de Francia e Italia al hablar de los veteranos de guerra en un evento para recaudar fondos.
En general, el debate y sus desconexiones en las últimas semanas provocó que personas de su entorno expresaran su preocupación sobre si el declive mental del presidente se aceleró últimamente, según el NYT.
“Varios asesores y funcionarios actuales y anteriores de la administración que ven a Biden con regularidad, pero no todos los días o semanas, dijeron que estaban asombrados por su actuación en el debate porque era la peor que le habían visto nunca”, se lee en el diario.
Otras personas, que han visto a Biden pero no de forma rutinaria, remarcan que es evidente que hubo una decaída física notable y que el presidente ya no es el mismo con respecto a cuando asumió el cargo hace tres años.
"No hace falta estar sentado en una reunión del Despacho Oval con Joe Biden para reconocer que ha habido una desaceleración en los dos últimos años. Hay una diferencia visible", dijo Douglas Brinkley, historiador presidencial. "El presidente puede recorrer el país como lo hace. Pero puede que la Casa Blanca solo esté mostrando al Biden que quieren que veamos".
El punto que toca Brinkley es, en cierta medida, bastante certero, ya que Biden es un presidente que apenas ha entrado en contacto con la prensa y, cuando lo ha hecho, no ha tenido grandes resultados. Por ejemplo, en una rueda de prensa clave, justo después de que el fiscal especial Robert K. Hur caracterizara al presidente como un "anciano bienintencionado con mala memoria" en su informe sobre documentos clasificados, Biden confundió al presidente de Egipto con el de México.
De hecho, la edad de Biden y el deterioro físico del presidente ha provocado que se organicen estrategias pensando en su salud y energía, intentando disminuir las etapas de desconexión del líder del país. Según el NYT, los preparativos para el debate contra Trump, que se llevaron a cabo durante seis días, siempre comenzaron desde las 11 a.m. en adelante, con Biden tomando una siesta por la tarde todos los días.
Pero a pesar de que los asistentes intentaron que Biden llegue en óptimas condiciones al debate, el presidente probablemente firmó lo que es la peor actuación de la historia de las discusiones presidenciales, dejando en evidencia un claro deterioro físico-cognitivo a menos de cinco meses de que se realicen las próximas elecciones generales.