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Boeing fue sometida a un intenso escrutinio en las audiencias del Senado por la seguridad y la fabricación de sus aviones

Los senadores y denunciantes plantearon sus preocupaciones sobre el incidente en enero del vuelo de Alaska Airlines, donde un avión 737 MAX 9 sufrió el desprendimiento de un panel.

Boeing fue sometida a un intenso escrutinio en las audiencias del Senado por la seguridad y la fabricación de sus aviones

El senador Roger Marshall sostiene un gráfico que ilustra los problemas de calidad de un avión Boeing 787. (AFP)

La empresa multinacional estadounidense Boeing afrontó dos duras audiencias por separado en el Senado que pusieron bajo intenso escrutinio la seguridad y fabricación de sus aviones.

Ambas audiencias se centraron en la explosión de un panel en pleno vuelo de un avión de Alaska Airlines prácticamente nuevo en enero pasado, que generó una crisis de imagen pública para Boeing, cuyos aviones siguieron sufriendo desperfectos o incidentes en los meses siguientes.

Asimismo, la empresa también tuvo que abordar las preocupaciones sobre que priorizó las ganancias sobre la seguridad, con cuatro denunciantes acusando a la compañía de promover una cultura de seguridad deficiente que genera la fabricación de aviones imperfectos y menos seguros para el público.

“Están sacando aviones defectuosos”, afirmó el ingeniero Sam Salehpour, quien habló ante el Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado de Estados Unidos. “Boeing ocultó los problemas, juntando piezas con fuerza excesiva para que pareciera que las brechas no existen”.

El ingeniero habló mayormente sobre el modelo 787 Dreamliner de Boeing, uno de los modelos más utilizados por aerolíneas para vuelos comerciales, especialmente en rutas internacionales.

Puntualmente, Salehpour afirmó que los trabajadores de una fábrica de Boeing utilizaron fuerza excesiva para atascar secciones del fuselaje del Dreamliner, una situación que podría comprometer el material compuesto de carbono utilizado para la estructura del avión, según su testimonio.

El ingeniero también dijo que estudió los datos internos de Boeing, concluyendo “que la compañía está tomando atajos de fabricación en el programa 787 que podrían reducir significativamente la seguridad y el ciclo de vida del avión”.

Asimismo, el ingeniero denunció que, cuando planteó esta preocupación, su supervisor lo invitó de forma elegante a que dejara hacer preguntas incómodas. Según su testimonio, su jefe le preguntó si formaba parte del equipo o no, algo que Salehpour interpretó como un “¿Vas a callarte?”.

En esa misma audiencia, el exgerente de Boeing, Ed Pierson, acusó a la compañía de un “encubrimiento criminal” en la investigación del Gobierno sobre la explosión en enero del panel del fuselaje a bordo del Boeing 737 MAX de Alaska Airlines.

Los senadores, independientemente de su agrupación política, se mostraron atónitos por la denuncia que estaban escuchando.

Por si fuera poco para la multinacional estadounidense, el testimonio de Salehpour y Pierson no fueron los únicos que pusieron en apuros a Boeing, que ahora mismo enfrenta una reestructuración en su dirección por la crisis de relaciones públicas y perdidas multimillonarias estimadas en un 20 % sobre su margen de beneficio operativo.

En otra de las audiencias de este 17 de abril, el Comité de Comercio del Senado escuchó el testimonio de los miembros de un grupo de expertos que detectó irregularidades en la cultura de seguridad de Boeing.

En concordancia con lo expresado por Salehpour, el profesor de aeronáutica del MIT Javier de Luis, miembro del panel de expertos, afirmó que los empleados de Boeing escuchan a sus directivos hablar de seguridad, no obstante, los trabajadores también sienten la presión de que los aviones superen rápido los chequeos y salgan de la fábrica en el menor tiempo posible.

De hecho, cuando fue consultado sobre las sensaciones internas de los trabajadores de Boeing, de Luis afirmó que “había un miedo muy real a la venganza y a las represalias si te mantenías firme”.

A inicios de semana, Boeing había desmentido las acusaciones en su contra sobre la negligencia en materia de seguridad y, sobre todo, las preocupaciones sobre las presuntas represalias contra sus trabajadores.

Específicamente, la compañía dijo que están completamente prohibidas las represalias contra sus empleados y afirmó que, desde el accidente en enero del modelo 737 MAX 9, las denuncias internas aumentaron en un 500 %.

Este miércoles, tras los testimonios, la compañía respondió las acusaciones e insistió nuevamente en que tiene absoluta confianza en la seguridad de los modelos más cuestionados MAX y Dreamliner.

“Un 787 puede operar con seguridad durante al menos 30 años antes de necesitar rutinas ampliadas de mantenimiento de la estructura del avión”, afirmó Boeing. “Las pruebas exhaustivas y rigurosas del fuselaje y las comprobaciones de mantenimiento intensivo de casi 700 aviones en servicio hasta la fecha no han encontrado evidencia de fatiga del fuselaje”.

Un avion Boeing de Alaska Airlines.

Boeing

Un boeing de Alaska Airlines, en una foto de archivo. (Cordon Press)

Pero los poderosos testimonios hoy generaron un impacto en el Senado.

El miembro republicano de mayor rango en el Comité de Comercio, el senador de Wisconsin Ron Johnson, dijo que, a pesar de que los aviones siguen siendo el modo de transporte más seguro, siente preocupación cuando se sube en los cuestionados modelos de Boeing.

“Es lo que me sigo diciendo cuando voy en avión. E incluso cuando me subo a un 737 MAX”, afirmó Johnson. “Pero tengo que admitir que este testimonio es más que preocupante”.

El senador Ted Cruz (R-TX) también hizo una crítica similar, a la que se sumaron sus homólogos demócratas: “Volar en avión comercial sigue siendo la forma más segura de viajar, pero, comprensiblemente, los recientes incidentes han dejado preocupado al público que vuela. La percepción es que las cosas están empeorando”.

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