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Henry Kissinger falleció a los 100 años: estadista, estratega y visionario mundial

Conocido como uno de los diplomáticos más influyentes en la historia de los Estados Unidos, trabajó para frenar la expansión del comunismo en América Latina y para abrir las relaciones comerciales con China, entre otros temas relevantes a nivel geopolítico.

(Cordon Press)

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Henry Kissinger falleció en la noche del 29 de noviembre a los 100 años. El histórico diplomático es considerado uno de los hombres más influyentes en la historia de la política internacional americana, por lo que muchos lo ven al hombre como el arquitecto del mundo moderno, puesto que fue el encargado de tomar decisiones que cambiarían el curso de la historia durante el siglo XX.

La noticia fue confirmada en un comunicado al que obtuvo acceso Reuters por su consultora. “El Dr. Henry Kissinger, un respetado académico y estadista estadounidense, murió hoy en su residencia en Connecticut”.

Su muerte se produce seis meses después de haber cumplido los 100 años en mayo. El polémico diplomático sirvió como asesor de Seguridad Nacional y como secretario de Estado, ambos cargos lo llevaron a convivir con Richard Nixon y con Gerald Ford en la Casa Blanca.

Luego de alejarse de los cargos públicos en 1977, fue quizás el hombre de consulta con más demanda a nivel mundial.

Algunas de sus decisiones más famosas incluyen la política de distensión con la Unión Soviética (URSS), la apertura comercial con China y la contención del comunismo en América Latina durante los años setenta.

De Alemania a la Casa Blanca

Nació en mayo de 1923 como Heinz Alfred Kissinger en el estado de Baviera (Alemania), dentro de una familia de judíos alemanes. Cuando cumplió los 15 años, se mudó a Nueva York, escapando del nazismo de Adolf Hitler.

Ya en la Gran Manzana, estudió en el City College y luego en la Universidad de Harvard, donde se graduó con una tesis titulada como “Paz, Legitimidad y Equilibrio”.

Se quedó en su alma mater como director del programa de Asuntos Especiales, el cual comenzó a expandir su fama como consultor político.

Inició su carrera política en 1955 como parte del Consejo Nacional de Seguridad, que luego le permitió trabajar en la Casa Blanca de John F. Kennedy. Sin embargo, fue Nixon quien lo elevó hacia lo más alto de la geopolítica global.

China y la URSS

En plena Guerra Fría, Kissinger mostró muñeca para abrir las relaciones comerciales y diplomáticas con China, con el objetivo de contrarrestar el peso de la URSS en el plano global.

En 1971, visitó Pekin en modo incógnito como parte de la operación “Marco Polo”, la cual incluso era un secreto para altos mandos americanos, dado que Nixon no quería que se supiese de su intento de acercarse a la China comunista.

La gestión continuó con reuniones con el canciller Chou en Lai, lo que abriría la puerta para el desembarco del presidente republicano al país asiático en 1972. Esto le permitió a Beijing salir del aislamiento internacional y empezar su camino hacia la actualidad, como una de las grandes potencias.

A su vez, en el ajedrez de la geopolítica del momento, impulsó una estrategia para contener a la Unión Soviética y se ayudó en la estrategia conocida como la "mesa de tres patas". La lógica pasaba por mejorar los vínculos con China, obligando indirectamente a la URSS a mejorar sus relaciones con Estados Unidos.

Guerra de Vietnam y el Premio Nobel de la Paz

Quizás una de sus decisiones más cuestionadas se dio durante la Guerra de Vietnam, cuando ordenó a los bombardeos a Laos y Camboya, donde perdieron la vida miles de civiles. Estos eran pasos fronterizos con Vietnam, por lo que los atacó para cortar los suministros de alimentos y armas que llegaban al Vietcong a través de la llamada “Ruta de Ho Chi Minh”.

Luego de reiterados viajes a París, logró acordar un alto el fuego que la valió el Premio Nóbel de la Paz junto con su colega Le Duc Tho.

El periodista francés Jean Daniel, quien falleció en 2020, reveló una charla que Kissinger tuvo con el filósofo Raymond Arón durante las negociaciones de paz en Vietnam.

“Henry, yo no hubiese sido capaz de ordenar los bombardeos a Camboya y después irme a dormir tan tranquilo”, le disparó Arón, a lo que Kissinger respondió: “Querido Raymond, a nadie se le hubiese ocurrido encargarle a usted semejante misión”.

“No dejaremos que Chile se vaya por el desagüe”

El diplomático fue uno de los responsables de evitar que el comunismo se expandiera en Latinoamérica durante la década de 1970, para lo que tuvo que apoyar dictaduras en Argentina y, especialmente, en Chile.

Según documentos desclasificados, Henry Kissinger trabajó en conjunto con Richard Helms, entonces director de la CIA, para derrocar el gobierno del socialista Salvador Allende en Chile, quien, según su análisis, podría convertirse en una suerte de virus contagioso para América Latina y en una victoria para la URSS en el patio trasero de los Estados Unidos.

“El gran problema hoy es Chile”, le confesó el entonces asesor de Seguridad Nacional al presidente Nixon en septiembre de 1970, apenas semanas después del triunfo del socialista en las urnas.

“No veo por qué tenemos que esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo”, añadió. Por lo tanto, orquestaron el golpe de Estado de 1973, que culminó con el ascenso al poder del dictador Augusto Pinochet al poder.

Una última reflexión sobre el liderazgo

A un mes de llegar a las 100 primaveras, Kissinger publicó lo que sería su último libro: Liderazgo, seis estudios sobre estrategia mundial. Allí, analizó la carrera y trayectoria de seis de sus líderes favoritos del siglo XX: Konrad Adenauer, Charles de Gaulle, Richard Nixon, Anwar Sadat, Lee Kuan Yew y Margaret Thatcher.

Para finalizar el escrito de más de 500 páginas, el diplomático escribió lo siguiente: “Un gran liderazgo es el resultado de la colisión entre lo intangible y lo maleable, de lo que viene dado y lo que se ejerce. Queda margen para el esfuerzo individual: ahondar en la comprensión histórica, perfeccionar la estrategia y mejorar el carácter. Hace mucho, el filósofo Epicteto escribió: ‘No podemos elegir nuestras circunstancias externas, pero siempre podemos elegir cómo responder ante ellas’. La función del líder es ayudar a guiar esa elección e inspirar a su gente durante la ejecución”.

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