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Los demócratas que abandonan el partido hartos de la izquierda woke

"Empecé a hablar con republicanos, (...) y estaban dispuestos a acordar en el desacuerdo. Eso es algo que ya casi no existe en la izquierda".

Bill Maher / Cordon Press.

Bill Maher / Cordon Press.

Los partidos políticos mayoritarios se han mantenido en el tiempo (el Partido Demócrata se creó en el año 1828 y el Republicano en 1854), pero han cambiado enormemente en cuanto a las ideas que defienden. No es sólo que se adapten a los tiempos, sino que asumen corrientes ideológicas a veces muy distintas, e incluso contrarias, a las que defendían hace tiempo.

Por poner un ejemplo, en las elecciones de 1932, el candidato que proponía una fuerte intervención del gobierno federal en la economía era Herbert Hoover, del Partido Republicano, mientras que el que hablaba de equilibrio presupuestario y se presentó con un programa ortodoxo era el demócrata, Franklin D. Roosevelt. Luego fue Roosevelt quien asumió la política activista y le puso un nombre, New Deal.

El Partido Demócrata y la izquierda posmoderna

Hoy, el Partido Demócrata no es el heredero de Roosevelt y de John M. Keynes. Su programa de creación de un Estado de Bienestar ha triunfado, y su discurso se ha renovado con fuentes muy diferentes, las de la izquierda identitaria y posmoderna que empezó mostrándose con la discriminación positiva, y que ha acabado con la teoría crítica de la raza, el feminismo de tercera ola, la teoría queer, la censura y la cancelación, y la idea de que lo personal es político. Y no todos los demócratas están contentos con ese cambio de su partido.

El diario The New York Post ha hablado con varios demócratas que han dejado de serlo, porque sienten que el que fue su partido ya no les representa. Uno de los motivos por los que eso ocurre es que los temas de los que hablan los dirigentes demócratas no les interesan. Justin Roth es un profesor de Inglés de 42 años. En 2016 se registró como independiente, y en las siguientes elecciones presidenciales se hizo republicano:

Mis principales prioridades en este momento son, en realidad, los problemas de la mesa de la cocina: la inflación, el precio de la vivienda, los alimentos y la gasolina. Como votante, me preocupan más las cosas que afectan a mi vida personal y a la de los miembros de mi familia que cualquiera de estas cosas de la guerra cultural.

Y no es que haya cambiado de forma de pensar:

La razón por la que me registré como republicano tiene más que ver con los demócratas que con los republicanos. Todavía me considero liberal en muchos aspectos, pero ya no estoy registrado como demócrata. En los últimos años se han descarrilado.

La historia de Michael Lee es parecida, y ha llegado a la misma conclusión: "Definitivamente, hay quienes son demasiado woke y demasiado a la izquierda para mi gusto y alienan a los centristas como yo".

Christina Buttons se define como “una luchadora por la reforma social reformada”. Artista y escritora de 33 años, Buttons ha votado siempre al Partido Demócrata. Pero hay una píldora ideológica que ha sido incapaz de tragar: la ideología de género, y en particular el apoyo a que los niños realicen operaciones que tienen consecuencias de por vida para cambiar de sexo.

Yo era de la opinión de que los republicanos eran, a falta de una palabra mejor, malvados. Pero busqué a algunos republicanos para hablar con ellos y averiguar cómo son en realidad. Y he aquí que descubrí que en realidad no son malos. Sólo tienen ideas diferentes sobre la mejor manera de dirigir el país. Demonizar al 50% del país que es republicano no me parece bien.

Censura y cancelación, o diálogo

No concuerda con la posición de Hillary Clinton, que compara a Donald Trump con Adolf Hitler, y a sus votantes con los Nazis. Buttons ha pasado por la misma experiencia que Dave Rubin, que formó parte del podcast de ultraizquierda The Young Turks. Él sigue en YouTube, pero en una cuenta que se llama Why I Left the Left Guy. Rubin tuvo la misma iniciativa de hablar con la gente quien él demonizaba, y esta es su conclusión:

Empecé a hablar con algunas personas que supuestamente eran derechistas temibles y mezquinos, y me di cuenta de que, aunque tenemos desacuerdos políticos, eran reflexivos y estaban dispuestos a acordar en el desacuerdo. Eso es algo que ya casi no existe en la izquierda. 

El fracaso es otro de los motivos que llevan a los antiguos votantes demócratas a abandonar su partido. Lee considera que “Defund the police puede que sea un eslogan pegadizo, pero como propuesta real es muy impráctico, y puede causar problemas”.

Los demócratas hablan de los temas que me preocupan, pero en última instancia veo que, incluso cuando tienen poder, sólo sirven a su propio partido. El establishment demócrata no está realmente al servicio de la gente. En un mundo ideal, querría que los demócratas establecieran la agenda y los republicanos dirigieran el país. El problema es que el Partido Demócrata es terrible en la gestión de las cosas. Si observas cualquier lugar donde tengan el monopolio del poder, les va fatal.

The New York Post también menciona el caso de varias personalidades conocidas que han abandonado al Partido Demócrata por su deriva ideológica. Elon Musk, Bill Maher o Michael Shellenberger son claros ejemplos.

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