Hungría e Israel: socios en la primera línea de la batalla moral de Occidente
La postura de Hungría ante Israel no es un mero acto de amistad; es un acto de autodefensa para Europa.

Viktor Orbán y Benjamín Netanyahu
Tuve el privilegio de visitar Budapest a finales de octubre para participar en la Cumbre Internacional Pro-Israel. Para mí, no se trataba de una reunión diplomática más, sino de una declaración de valores. Hungría se encuentra hoy prácticamente sola en Europa como valiente amigo de Israel, y esa amistad conlleva un profundo significado moral y estratégico.
En un momento en que Israel se enfrenta a batallas militares y diplomáticas, la solidaridad de Hungría no se da por sentada. Mientras muchos gobiernos occidentales han optado por la ambigüedad, o peor aún, por el apaciguamiento, el primer ministro Viktor Orbán y su país han optado por la claridad y el coraje. Ha elegido la verdad por encima de la conveniencia.
Israel se encuentra hoy en la primera línea de una lucha civilizatoria que afecta no sólo a nuestras fronteras, sino al alma misma de Occidente. Por un lado, el islam radical busca destruir el mundo libre desde el exterior. Por otro, las ideologías progresistas y “concienciadas” buscan corroerlo desde dentro, erosionando la identidad nacional, la fe, la familia y la confianza moral.
Ambas fuerzas comparten un objetivo común: desmantelar los cimientos judeocristianos sobre los que se construyeron nuestras sociedades. Israel y Hungría, cada uno en su propio contexto, están haciendo frente a este doble asalto. Defendemos la misma verdad: que las naciones tienen el derecho y la obligación de preservar su identidad, sus fronteras, su fe y su libertad.
JNS
Netanyahu visita la base conjunta estadounidense-israelí para monitorear el acuerdo de Gaza
JNS (Jewish News Syndicate)
En los últimos meses, hemos sido testigos de cómo los movimientos radicales utilizan los derechos humanos como arma, y de cómo las élites occidentales, movidas por la culpa o la debilidad, permiten la deslegitimación de Israel. La misma confusión moral que hoy excusa el terror contra los israelíes, mañana justificará la violencia contra los europeos. Por eso la postura de Hungría ante Israel no es un mero acto de amistad; es un acto de autodefensa para Europa.
Orbán comprende esta sencilla verdad: la lucha de Israel es la lucha de Occidente.
Ha resistido la presión internacional, ha rechazado el doble rasero y ha demostrado cómo es la verdadera habilidad política. La voz de Hungría en la Unión Europea ha evitado innumerables resoluciones antiisraelíes y ha dado un espaldarazo moral a otros que comparten nuestros valores, pero temen expresarlos. No se trata de la palabrería coja de "Israel tiene derecho a defenderse"; se trata de auténtico coraje.
Israel y Hungría están profundizando su cooperación: estratégica, económica, cultural y espiritualmente. Nuestras naciones, aunque pequeñas en tamaño, tienen una gran misión histórica: Recordar al mundo que la verdad aún importa, que la libertad requiere fe y que la fuerza moral, y no el relativismo moral, es lo que mantiene viva la civilización.
Juntos, Israel y Hungría pueden ayudar a Occidente a redescubrir su brújula moral. Y eso, más que cualquier resolución o discurso, es lo que nuestro mundo necesita hoy.