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Jared Kushner: el arquitecto invisible de la paz en Gaza

Su fortaleza radica en su capacidad para construir relaciones personales con líderes del Golfo, muchos de ellos de su misma generación, con quienes comparte una visión de Medio Oriente centrada en el desarrollo económico y la estabilidad.

Jared Kushner y el presidente Donald Trump en Japón 2020 (BSLOC_2019_6_228)

Jared Kushner y el presidente Donald Trump en Japón 2020 (BSLOC_2019_6_228)Everett / Cordon Press

En un tablero diplomático marcado por conflictos eternos, el avance de la yihad global y cosmovisiones enfrentadas, Jared Kushner se destaca una vez más como la figura discreta que, sin embargo, teje acuerdos que parecían improbables para la diplomacia tradicional. A sus 44 años, el yerno de Donald Trump no ocupa un cargo oficial en la Casa Blanca, pero su figura ha resultado clave en las recientes negociaciones de alto el fuego en Gaza. Su experiencia como artífice de los Acuerdos de Abraham en 2020 lo convierte ahora en el puente hacia un "nuevo Medio Oriente". Quienes lo conocen lo retratan como un empresario pragmático, tenaz, capaz de transformar conflictos en oportunidades de negocio y estabilidad regional.

Nacido el 10 de enero de 1981 en Livingston, Nueva Jersey, Kushner creció en una familia judía moderna ortodoxa inmersa en el mundo del desarrollo inmobiliario. Es el hijo mayor de Charles Kushner, un prominente magnate del sector que fundó Kushner Companies, y Seryl Stadtmauer, una filántropa dedicada a causas judías. Pero la historia familiar arranca mucho antes: sus abuelos paternos, Rae y Joseph Kushner, eran sobrevivientes del Holocausto que escaparon del gueto de Novogrudok (actual Bielorrusia) en 1942 mediante un túnel excavado en secreto. Con nada más que sus esperanzas de conseguir una vida mejor, llegaron a Estados Unidos en 1949 y lograron transmitir esa voluntad de hierro a las generaciones siguientes.

Jared asistió a la Joseph Kushner Hebrew Academy (nombrada en honor a su abuelo). Durante la primaria, una experiencia temprana lo marcó cuando una compañera de escuela murió en un atentado en un autobús en Gaza. En Harvard se graduó en 2003 con un título en gobierno, y tras breves pasantías en la Casa Blanca bajo George W. Bush, obtuvo un MBA y un JD en la Universidad de Nueva York en 2007.

A los 24 años, asumió el control de Kushner Companies cuando su padre fue condenado en 2005 a dos años de prisión por 18 cargos federales. (Charles fue posteriormente indultado por Trump en 2020). Bajo el liderazgo de Jared, la empresa vendió activos en Nueva Jersey por 1.900 millones de dólares y adquirió el icónico 666 Fifth Avenue en Manhattan por 1.800 millones, expandiendo el portafolio familiar —valorado en más de mil millones de dólares— a través de adquisiciones agresivas. También incursionó en los medios con la compra del New York Observer en 2006.

La familia Kushner, un clan unido de cuatro hermanos, ha sido pilar de su vida. Filántropos devotos, han donado millones a hospitales en Estados Unidos e Israel, y mantienen lazos profundos con la comunidad ortodoxa. En 2005, Jared conoció a Ivanka Trump en una cena que sus padres organizaron buscando una transacción inmobiliaria. Lo que empezó como charla sobre negocios derivó en una cita en la Ópera de Nueva York. Ivanka, criada presbiteriana, se convirtió al judaísmo y se casaron el 25 de octubre de 2009 en una ceremonia judía en el Trump National Golf Club. Tienen tres hijos: Arabella Rose (2011), Joseph Frederick (2013, en honor al abuelo de Jared) y Theodore James (2016).

Este matrimonio fusionó dos dinastías inmobiliarias y catapultó a Kushner al círculo íntimo de Trump. Inicialmente demócrata, Jared se convirtió en un aliado clave durante la campaña de 2016 de su suegro, dirigiendo operaciones digitales que recaudaron 280 millones de dólares.

Trump lo describió como una voz extremadamente confiable. Y pese a las críticas por su inexperiencia en la diplomacia tradicional y en particular de Medio Oriente, en 2017 Trump lo designó asesor senior para la región. Fue lo que le permitió acceder al rol que definiría su legado: los Acuerdos de Abraham entre Israel y cuatro naciones árabes (Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos).

Estos tratados representaron un esfuerzo diplomático complejo y astuto que permitió a Israel fomentar diversas industrias, diálogos interreligiosos y comunitarios. En tecnología, impulsaron un "mercado integrado" con exportaciones millonarias de ciberseguridad israelí. El logro fue tan significativo que Kushner fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 2021 por el abogado Alan Dershowitz y en 2022 por el congresista Lee Zeldin, reconociendo su papel en la normalización árabe-israelí.

Años después de abandonar la Casa Blanca, Kushner regresa al epicentro de la diplomacia en Medio Oriente. Tras el ataque de Hamás contra Israel del 7 de octubre de 2023, que desató la guerra en Gaza, Trump lo convocó para impulsar un plan de paz que busca asegurar la liberación de los rehenes restantes y el desarme total de Hamás.

Kushner llegó a El Cairo, uniéndose al enviado especial Steve Witkoff en las mediaciones con Qatar y otros líderes árabes. Su estilo diplomático pragmático y eficiente, basado en redes personales forjadas en el Golfo durante los Acuerdos de Abraham; ha reunido una coalición que incluye a Turquía, Qatar y otros países que presionaron a Hamás para que acepte el plan de 20 puntos propuesto por Trump.

El plan es ambicioso: no sólo busca detener la guerra, sino imponer una fuerza de seguridad árabe en Gaza, allanando el camino para una reconstrucción económica. Si tiene éxito, podría transformar radicalmente la vida política y social en la región. El mundo lo mira con esperanza, apenas unas horas después de que Kushner aterrizara en Egipto, Israel y Hamás anunciaron que habían alcanzado un acuerdo sobre la "primera fase" del plan de paz, una noticia que Trump celebró inmediatamente como un avance histórico.

Kushner ha sido un factor indispensable en un mundo donde la diplomacia a menudo fracasa en simbolismos vacíos. El yerno del presidente representa el triunfo del pragmatismo trumpista: una diplomacia transaccional que busca resultados concretos sobre principios abstractos, que privilegia los acuerdos comerciales y de seguridad sobre las declaraciones grandilocuentes.

Su fortaleza radica en su capacidad para construir relaciones personales con líderes del Golfo, muchos de ellos de su misma generación, con quienes comparte una visión de Medio Oriente centrada en el desarrollo económico y la estabilidad. No es un diplomático de carrera atado a protocolos antiguos, sino un empresario que entiende incentivos, riesgos y recompensas.

Si el acuerdo de Gaza se consolida y logra expandir los Acuerdos de Abraham —con Arabia Saudita como la gran pieza pendiente— Kushner habrá logrado lo que generaciones de diplomáticos profesionales no pudieron: transformar fundamentalmente una región que muchos consideraban condenada al conflicto perpetuo. Por ahora, este empresario convertido en pacificador observa desde El Cairo, recordándonos que en Medio Oriente la paz no es un regalo, sino un trato que se negocia.

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