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China amenaza con destruir los 'Starlink' de Elon Musk

El objetivo explícito de Pekín es convertirse en la primera potencia espacial del mundo en 2045.

Elon Musk / Cordon Press.

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Investigadores militares chinos llamaron recientemente a la destrucción de los satélites Starlink de Elon Musk, amenaza extraordinaria de un Estado contra una empresa privada extranjera.

En diciembre de 2021 China presentó una demanda ante Naciones Unidas alegando que dos de los satélites Starlink de Musk habían estado a punto de colisionar con el módulo Tianhe de su estación espacial Tiangong, en abril y octubre de ese mismo año, y que los astronautas chinos se habían visto obligados a hacer una maniobrar para evitar la colisión. Los Starlink forman parte de SpaceX y se integran en un plan para que la cobertura de internet por satélite esté disponible en todo el mundo. El objetivo es poner en órbita cerca de 12.000.

El espacio se está saturando y los riesgos de colisión -ya sea con satélites o con basura espacial- no son nuevos. Significativamente, China fue de los primeros en generar desechos: en enero de 2007 Pekín probó con éxito su primer misil antisatélite (ASAT), destruyendo uno de sus propios satélites meteorológicos inactivos y creando uno de los mayores incidentes relacionados con la basura espacial. Basura espacial que sigue flotando en el espacio, provocando riesgos de colisión cada día.

Estados Unidos rechazó las alegaciones chinas de que los Starlink habían puesto en peligro su estación espacial y afirmó que si hubiera habido alguna "probabilidad significativa de colisión" habría avisado a China con antelación. "Dado que las actividades no alcanzaron el umbral de los criterios de colisión de emergencia establecidos, no se justificaron las notificaciones de emergencia en ninguno de los dos casos".

China va ahora un paso más allá: investigadores militares amenazan con destruir los satélites de Musk. La cuestión no parece tanto el temor a una colisión como que Pekín cree que los Starlink podrían utilizarse con fines militares y, por tanto, amenazar lo que considera su seguridad nacional.

Cinco científicos de alto nivel de la industria de defensa china, encabezados por Ren Yuanzhen, investigador del Instituto de Seguimiento y Telecomunicaciones de Pekín -dirigido por la Fuerza de Apoyo Estratégico del Ejército Popular de Liberación (EPL)-, escribieron recientemente que "debería adoptarse una combinación de métodos de muerte suave y dura para hacer que algunos satélites Starlink pierdan funciones y destruir el sistema operativo de la constelación".

Los métodos soft kill se encargan del software y los sistemas operativos de los satélites, mientras que los hard kill destruyen físicamente los satélites, por ejemplo utilizando misiles ASAT.

Según esos científicos, Pekín debería "desarrollar enérgicamente contramedidas" contra Starlink, para que China "mantenga y obtenga ventajas espaciales en el feroz juego espacial".

Como era de esperar, China se ha afanado en copiar a SpaceX para lograr sus propias ambiciones espaciales. Así, el cohete Larga Marcha 2C, que China lanzó al espacio en el verano de 2019, tenía piezas "prácticamente idénticas" a las que se utilizan en el Falcon 9 de SpaceX.

China no es el único actor estatal que ha mostrado interés en interferir en los Starlink de Musk. Rusia ha intentado colapsar el servicio de internet de Starlink en Ucrania y ha fracasado. "Por el momento, Starlink ha resistido los intentos de interferencia y hackeo de la ciberguerra rusa, pero están intensificando sus esfuerzos", tuiteó Musk en mayo.

Starlink es un problema para Rusia porque los satélites de Musk han permitido a Ucrania seguir conectada a internet -y al resto del mundo- mientras el presidente ruso, Vladímir Putin, trataba de aislarla.

En esta guerra espacial, China -y Rusia en un grado ligeramente inferior- está perpetrando a  diario ataques contra satélites estadounidenses mediante láseres, inhibidores de radiofrecuencia y ciberataques.

Musk comenzó a enviar terminales Starlink a Ucrania a finales de febrero a petición de los funcionarios del Gobierno ucraniano, como backup para cuando Rusia intentara cortar el acceso a internet. Según un general estadounidense, el uso de Starlink en Ucrania arruinó los intentos de Putin de aislarla.

"El impacto estratégico fue que destruyó totalmente la campaña de información de Putin", afirmó el general de brigada Steve Butow, director del departamento espacial de la Unidad de Innovación de Defensa. "Hasta el día de hoy, nunca ha sido capaz de silenciar a Zelenski".

"Tenemos más de 11.000 estaciones Starlink, que nos ayudan en nuestra lucha diaria en todos los frentes", declaró a Politico Mijailo Fedórov, viceprimer ministro de Ucrania. "Gracias a los generadores que utilizan Starlink, estamos preparados para renovar cualquier conexión aunque no haya luz ni internet fijo".

Las amenazas de China contra el Starlink de Musk son una prueba más de que Pekín no está dispuesta a dejar que nadie se interponga en su "feroz juego espacial". Posiblemente tratando de quitar importancia a la amenaza que el Partido Comunista Chino representa para Occidente, el general David Thompson, primer vicejefe de operaciones de la Fuerza Espacial de Estados Unidos, la ha descrito como una mera "guerra en la sombra".

En esta guerra espacial, China -y Rusia en un grado ligeramente inferior- está perpetrando a diario ataques contra satélites estadounidenses mediante láseres, inhibidores de radiofrecuencia y ciberataques. Y aunque por ahora son ataques reversibles, lo que significa que los daños no son permanentes, demuestran las aviesas intenciones de China.

"Las amenazas crecen y se amplían cada día. Y en realidad son una evolución de una actividad que se viene realizando desde hace mucho tiempo", dijo Thompson en noviembre de 2021. "Realmente, estamos en un punto en el que nuestros sistemas espaciales pueden verse amenazados de múltiples maneras".

Aparte de su "feroz juego espacial", China está avanzando en una serie de proyectos que acelerarán significativamente sus capacidades en el espacio. Así, se ha informado de que ha acelerado su programa para la puesta en el espacio de una planta de energía solar. El objetivo es transmitir electricidad a la Tierra convirtiendo la energía solar en microondas o láseres y dirigiéndolos a nuestro planeta, según el South China Morning Post. El primer lanzamiento está previsto para 2028, y será el primer proyecto espacial de este tipo.

Es probable que China haya tomado la idea de Estados Unidos; al parecer, la NASA propuso un plan similar hace más de dos décadas, pero nunca llegó a desarrollarlo.

Pekín acaba de lanzar su tercera misión tripulada al módulo Tianhe de la estación espacial Tiangong. Tres astronautas trabajarán para completar la estación antes de regresar a la Tierra, el próximo diciembre. China no lanzó el primer módulo de la Tiangong hasta abril de 2021, pero espera tenerla totalmente tripulada y operativa a finales de año, en que contará con otros dos módulos de laboratorio y una nave de carga robótica. La referida estación también ayudará a China a desplegar y operar su nuevo telescopio espacial, el Xuntian, ideado para "rivalizar con el envejecido telescopio espacial de la NASA, el Hubble", pero con "un campo de visión 300 veces mayor y una resolución similar". "Realizará observaciones en luz ultravioleta y visible, desarrollará investigaciones relacionadas con la materia y la energía oscuras, la cosmología, la evolución galáctica y la detección de objetos cercanos". El lanzamiento del Xuntian está previsto para 2024.

El objetivo explícito de China es convertirse en la primera potencia espacial del mundo en 2045. Es importante tener en cuenta que su programa espacial está fuertemente militarizado -incluso en lo que podría parecer inofensivo y de carácter civil-. La entidad encargada de su programa espacial tripulado es la Oficina de Ingeniería Espacial Tripulada, que depende del Departamento de Desarrollo de Equipos de la Comisión Militar Central. Del mismo modo, el Ejército Popular de Liberación está al mando de las instalaciones de lanzamiento espacial, los centros de control y buena parte de los satélites de la República Popular.

© Gatestone Institute

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