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Milagro en el Meazza: el Inter clasifica a la final de la Champions tras vencer al Barça en una semifinal legendaria

En un 4-3 icónico, el conjunto 'neroazurro' se repuso a una heroica remontada culé y consumó una clasificación milagrosa gracias a Acerbi y Frattesi.

Davide Frattesi, el héroe 'neroazurro' celebrando ante la afición

Davide Frattesi, el héroe 'neroazurro' celebrando ante la aficiónCordon Press

Emmanuel Alejandro Rondón

La historia, en esencia, es una sucesión de hechos que se repiten cíclicamente, como si Dios eligiera cómo y cuándo se desarrollarán las diferentes hazañas del mundo de forma perfecta, consecuente y lo más inverosímil posible. Por ello, a quince años de la histórica victoria del Inter de Milán de José Mourinho sobre el Barça de Pep, Messi, Iniesta, Xavi y compañía en el Camp Nou, hoy, nuevamente, los neroazurros, esta vez comandados por un infravalorado Simone Inzaghi, han logrado una gesta milagrosa, despechando en tiempo extra y por 4-3 a los blaugranas liderados por Lamine Yamal, Pedri y Flick.

Tras un partido de ida suntuoso (3-3), pocos imaginaron que la vuelta podría ser mejor, superándola en dramatismo, tensión e incluso nivel futbolístico. Pero así fue. Porque el fútbol, cuando saca a relucir lo mejor de sí, es el mejor espectáculo del planeta y con mucha diferencia.

El Inter de Milán, que venía golpeado por las lesiones y los malos resultados en la Serie A, tuvo en estas semifinales la última bala para terminar con éxito una gran temporada futbolística. Pero enfrente tenía al temido Barça de Yamal, Pedri y Raphinha; quizás los tres máximos candidatos al Balón de Oro hasta esta jornada.

Para peor, Lautaro Martínez, estrella y capitán neroazurra, había salido sustituido en el entretiempo del partido de ida, dando entrada al iraní Mehdi Taremi. Contra todo pronóstico, cuando parecía que ‘Il Capitano’ no sería de la partida, los medios italianos lo confirmaron: el toro de Bahía Blanca jugaría como titular, liderando a un equipo de no solo gran estructura defensiva, sino de mucho dinamismo y despliegue ofensivo.

Enfrente, el Barça, que venía dulce y apuntando a la triple corona, sufrió las bajas de Balde y Koundé, recuperando apenas a Lewansdoski para los minutos finales de la eliminatoria.

La ráfaga 'neroazurra'

Inter, tomando una postura más agresiva que en la ida, decidió buscar a Yamal y Pedri, encimándolos y obligándolos a jugar más de espaldas que de cara a portería, provocando un ritmo menos vertiginoso y una posesión de menor calidad para los culés. Fue, de hecho, el conjunto neroazurro el que impuso las condiciones, volviendo a lanzar a sus carrileros —Dumfries y Dimarco— y aprovechando el juego directo de sus lanzas —Lautaro y Thuram—, que dominaron en esos primeros 25’.

Tan buena fue la presión del Inter que así nació el 1-0. Dimarco, superadísimo en la ida, se reivindicó ante su propia gente con una recuperación alta y un pase de ‘10’ a Dumfries, que solo tuvo que acercársela a Lautaro Martínez para establecer el primero del encuentro.

El ‘toro’ Martínez, que había logrado una recuperación milagrosa transformando una lesión muscular de 10-14 jornadas en tan solo cinco días, iba a tener unas palabras más en el partido.

Mientras el Barça crecía a través de Yamal y Pedri, provocando la resistencia de Sommer, Bisseck, Acerbi y Bastoni; la dura defensa interista, el Inter lograba contragolpear y hacer temblar la defensa culé en cada ataque. Hakan, Barella y Mkhitaryan, los tres mediocampistas del Inter, tuvieron sus posibilidades de marcar; y Thuram, el segundo delantero, estaba siempre al límite en su duelo personal con Iñigo Martinez.

Pero fue Lautaro Martínez, una vez más, el que quedó en posición de gol, en una pelota que se le iba larga en el duelo con Cubarsí, joven central que fue al cruce llevándose el tobillo del argentino antes de rozar la pelota. El VAR, atinado, llamó al principal, quien cobró la pena máxima para los locales.

El Meazza, estallado en vilo, rugía mientras Hakan, uno de los penaleros más efectivos de Europa, batía a Szczęsny con un sólido remate cruzado.

La remontada culé, del cielo al infiero en instantes

Pero, a pesar de que el Inter dominó y mereció irse al descanso con dos goles de ventaja, el Barça de Flick volvió a demostrar por qué llegó a mayo luchando en todos los frentes y siendo considerado por muchos el mejor equipo del planeta.

Como si los goles en contra no le pesaran, el Barcelona salió a desplegar todo su fútbol, asfixiando a un Inter que intentaba jugar impotentemente ante la superioridad del tándem Pedri-de Jong, que se adueñaron de la segunda mitad.

Yamal, solo un poco menos genial que la ida, seguía desequilibrando y generando ocasiones para su equipo, volviéndose indescifrable para Carlos Augusto y un dolor de cabeza para Bastoni, quien lo tuvo que aguantar, hostigar y raspar por 120’, saliendo victorioso en la mayoría de los duelos contra el joven extremo español. Pocos defensores pueden decir lo mismo tras enfrentar a tal prodigio.

El Barça, tanto fue que al final logró someter. A través de Gerard Martin y Eric García, los laterales que suplieron a Balde y Kounde, los culés descontaron e hicieron temblar a un Meazza casi enmudecido.

A posteriori, el mismo Martín, que sufrió en su duelo con Dumfries, pero fue una luz ofensiva para el Barça en la segunda parte, metió un centro pasado y precioso para el cabezazo de Dani Olmo, quien remató a placer para el 2-2. El Barça estaba a nada de una nueva gran remontada, como era habitual en su temporada.

Tras el 2-2, el Inter no tuvo de otra que encomendarse, teniendo que sustituir a medio equipo titular: Lautaro, Hakan, Bisseck, Dimarco y Mkhitaryan. Los suplentes, aunque más frescos, aún no lograban impactar en el desarrollo del partido.

Antes de salir sustituido, el propio Mkhitaryan casi comete un penal contra Yamal, en una falta que se quedó a centímetros de la línea de cal. La jugada terminó con una acción de laboratorio que por milagro no terminó ingresando en el arco defendido por el inmenso Sommer, quien ya para ese momento había hecho dos atajadas milagrosas contra Yamal y Eric García, erigiéndose como una de las grandes figuras de la eliminatoria.

A los 87’, con el Inter mal parado, Pedri, el maestro del tiempo, recuperó, rompió líneas y soltó perfecto para un Raphinha que volvió a encontrarse con Sommer, quien esta vez le dejó un rebote central para una volea perfecta de derecha… El 2-3 era un hecho y la remontada culé, finalmente, se había consumado.

Era cuestión de tiempo para que el Barça clasifique, pero el fútbol, el destino o los designios de Dios guardaban una página más que contar en un partido con tintes legendarios.

Acerbi, un central experimentado de 37 años superviviente del cáncer, quien llegó al Inter por pedido de Inzaghi a un precio ínfimo, se fue hasta el área rival a emparejarse con Araujo, sustituto de Iñigo Martínez. En un instante de fe ciega, Dumfries, tal vez el MVP de toda la eliminatoria, envió la pelota rasante el área chica, donde Acerbi, tomado por el zaguero uruguayo, definió con una sutileza digna de los mejores delanteros de la historia, mandando el partido al tiempo extra.

Ya en la prórroga, con el envión anímico del 3-3 sobre el final, tras pasar del infierno al cielo en instantes, el Inter no tenía otra opción que ir a buscar a un Barcelona con la mandíbula floja.

Frattesi, un jugador de rol que ya había decidido en Múnich una histórica victoria del Inter, acudió con fe al área tras una destrozo de Thuram a Araujo y un apoyo sublime de Taremi. Como si fuera Lamine Yamal, enganchó una y dos veces para su izquierda, tomándose un tiempo más en el área como los grandes definidores, y sentenció al Barca con una definición ajustada e imposible Szczęsny que hizo temblar al mundo del fútbol.

Sommer se encargó del resto, junto a de Vrij (ingresado en el final), Acerbi y Bastoni, que despejaron toda pelota que pasaba frente a sus humanidades. Pero el suizo, cuando más importaba, le sacó el gol a Yamal en una atajada al alcance de pocos, tumbando definitivamente a un Barca que dio una gran batalla, una tremenda exhibición de fútbol, pero se encontró con una escuadra que, al menos hoy, no estaba dispuesta a morir frente a su afición. 

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