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La solución ecologista al cambio climático: tener menos niños

La teoría radical de científicos climáticos cuenta cada vez con más adeptos entre simpatizantes progresistas.

(Unsplash)

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La solución para el cambio climático es la extinción de la raza humana. Al menos, eso se desprende de teorías ecologistas radicales que llaman a "tener menos niños" y que están calando en la opinión pública, especialmente entre los votantes con tendencia más progresista. Una encuesta del Pew Research Center publicada en septiembre indica que el 55% de los simpatizantes demócratas considera que reducir el número de nacimientos de bebés es bueno para el planeta. Los defensores de estos argumentos son asimismo adalides del aborto libre como una forma de control de población.

encuestamenos hijos Pew

"La única forma aceptable" de corregir el cambio climático

En realidad, no se trata de una teoría nueva, pero sí la radicalización de sus defensores y el número de éstos. Por ejemplo, sir David Attenborough lleva décadas predicando que la única solución frente al cambio climático es que las parejas tengan menos niños.

La única forma aceptable (de salvar el planeta) es convencer a la gente de que tenga menos hijos. En la época victoriana, había familias de 15 hijos. Alguien como Edward Lear, fue el último de 21 hijos. Así que lo que tenemos que pensar es en ofrecer a la gente la opción alternativa. Y en Occidente, eso es lo que está sucediendo. La tasa de natalidad ha ido disminuyendo constantemente y todavía lo está. Pero todavía hay una gran parte del mundo donde ese no es el caso. Y ahí es donde se está produciendo el gran crecimiento demográfico.

Argumentan que tener menos hijos empodera y libera a la mujer

Además, esta teoría defiende que la educación y la liberación de la mujer conducen a una tasa de natalidad menor. Es decir, que defienden la bondad de sus postulados como una forma de mostrar la independencia y el empoderamiento de las féminas, además de ser la solución para los males del planeta. El mismo Attenborough lo apuntaba así en una entrevista con The Independent en 2015:

Descubrirás que en los países donde las mujeres tienen control sobre sus propios cuerpos, donde tienen educación, donde tienen métodos anticonceptivos, donde tienen instalaciones y donde están alfabetizadas, cuando esas cosas suceden, la tasa de natalidad desciende. Siempre. Siempre.

El cambio climático, "una consecuencia de la sobrepoblación"

Según los científicos climáticos, la "crisis" o "emergencia climática" -como lo llaman ahora- es uno de los síntomas más acusados de la superpoblación. El pasado agosto, el ecologista de poblaciones William Rees publicó un estudio en el que se asegura que "la humanidad podría estar a punto de sufrir un colapso civilizatorio". El documento, titulado La ecología humana del desbordamiento: Por qué es inevitable una gran corrección demográfica, defiende que, históricamente, la propia naturaleza contrarrestaba la posibilidad de que la humanidad creciera de manera descontrolada. Sin embargo, "la revolución científica y el uso de combustibles fósiles redujeron muchas formas de retroalimentación negativa, permitiéndonos desarrollar todo nuestro potencial de crecimiento exponencial".

El resultado es que ese crecimiento desproporcionado ha llevado a la humanidad a "consumir todos los recursos disponibles", algo que continúa agravándose día a día. "El aumento de la población de mil a ocho mil millones y la multiplicación por más de 100 del Potencial del Calentamiento Global real en sólo dos siglos en un planeta finito han llevado a la sociedad tecnoindustrial moderna a un estado de desbordamiento avanzado".

Jane Goodall señala que la tierra necesitaría reducir la población humana en un 90%

La etóloga Jane Goodall llega incluso a poner una cifra al número de personas que deberían desaparecer para que la salud del planeta remonte: Más del 90% de los humanos debería dejar de existir (o, como dice ella, volver a niveles de habitantes de hace 500 años). Eso sí en otro vídeo, la veterana activista apunta que lo haría "sin causar ningún dolor ni sufrimiento".

La paradoja de la ONU: promueve el aborto mientras advierte de la despoblación de Occidente

Una de las consecuencias de estos postulados es la promoción de medios eugenésicos para reducir la población mundial. Así, de la mano de la ONU y grandes magnates, se convierte el aborto y la eutanasia en derechos fundamentales a "elegir sobre el propio cuerpo" de la mujer y el derecho a "una muerte digna". En los países donde se han legalizado, la espiral de supuestos por los que poder acceder a ellos se multiplica a una velocidad fulgurante. Por ejemplo, en varios estados y ciudades ya se permite -o se está tratando de aprobar- el aborto hasta el final del embarazo. En el caso de la eutanasia, en Canadá ya han llegado a aprobar la eutanasia a niños sin consentimiento paterno.

Irónicamente, la misma ONU publicó un informe en el que alerta del riesgo que supone la despoblación y el envejecimiento de la población para Occidente. En el informe llega a sugerir que los países del sur podrán negociar cuotas de sus habitantes que se trasladen al norte para trabajar y poder mantener las pensiones los estados occidentales.

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