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¿Cada vez sabemos menos? El cociente intelectual baja por primera vez en 70 años

Un estudio de la Universidad de Northwestern reveló que el IQ de los más jóvenes es menor al de sus antecesores, en contra de la tendencia registrada en las últimas décadas.

Ilustración de una cabeza destacando regiones del cerebro con una flecha indicando hacia abajo.

(Cordon Press)

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Desde 1930 que el cociente intelectual (IQ) ha ido subiendo de generación en generación. Ese fenómeno, llamado "efecto Flynn", llevaría a esperar que el cociente intelectual de los millennials, por ejemplo, fuese más alto que el de los baby boomers. Sin embargo, el IQ de los norteamericanos decreció por primera vez en 2006, según los resultados de una investigación publicada por la Universidad de Northwestern, de Evanston, Illinois.

La subida no solo se frenó, sino que se revirtió en casi todas las categorías analizadas en esta investigación. La única medición 'salvada' es el razonamiento espacial (llamado "rotación 3D" por los entendidos). Este mide la capacidad de comprender y recordar la relación de distintos objetos en el espacio -una hipótesis sostiene que esta mejora podría deberse a los videojuegos-.

Las categorías en las que los 40.000 participantes desempeñaron peor que sus padres y abuelos son la lógica y el vocabulario, la resolución de problemas visuales y analogías y las habilidades computacionales y matemáticas. Los jóvenes de entre 18 y 22 años y quienes tienen los niveles educativos más bajos obtuvieron los peores resultados.

Looking for Flynn effects in a recent online U.S. adult sample: Examining shifts within the SAPA Project by Santiago Adolfo Ospital on Scribd

Los datos para el estudio se recopilaron de la encuesta en línea The Sapa Project, que todavía se puede completar, aunque los resultados no formarán parte del estudio de la Northwestern. Al completar el formulario confidencial y anónimo, el participante puede ver su puntuación según dos mediciones de rasgos de personalidad.

El efecto Flynn

A principios de la década de 1980, el científico norteamericano James Flynn (1934 - 2020) estaba escudriñando los resultados de pruebas de inteligencia para un libro. Flynn pretendía refutar la idea de que la diferencia entre el cociente intelectual entre blancos y negros era genética. Notó entonces, de casualidad, que la puntuación del IQ mejoraba con el tiempo.

Así nació el "efecto Flynn": “el incremento constante de las puntuaciones de IQ a través de la generaciones, que se ha documentado en cerca de 3 puntos por década”, como lo define el texto especializado WISC-V: Uso clínico e interpretación, segunda edición. En aquel libro, los autores Jacques Grégoire y Lawrence G. Weiss afirman que el efecto es ampliamente aceptado como real por la comunidad científica.

Sin embargo, la línea recta ascendente que dibujaba el cociente intelectual empezó a dar indicios de su cambio de dirección hace ya 60 años. Fue en un estudio del propio Flynn. El investigador constató que en Noruega el ritmo del fenómeno que lleva su nombre se ralentizó entre 1968 y 1980. Otra investigación posterior incluso mostró una leve caída en el mismo país.

No sabemos por qué sabemos menos

Los científicos que analizan nuestro conocimiento no saben las razones detrás del efecto Flynn, ni las causas de su revertimiento. Aunque no faltan teorías.

"Podría ser por mala nutrición", explica una de las investigadoras del reciente estudio Elizabeth Dowrak en un comunicado de prensa de la Northwestern. O por el empeoramiento de la salud en general o por la exposición a los medios o cambios en la educación. O todo junto.

“Si piensas en lo que importa a la sociedad, en que refuerza y enfatiza cada día, existe la posibilidad de que eso se haya reflejado en el rendimiento”, analizó la profesora asistente, que continuará profundizando en el tema con una base de datos que abarca 40 años de información. Otro factor, según aseveró, podría ser que los participantes estén más involucrados en las secciones de la prueba vinculadas al temperamento, ya que el Proyecto SAPA se presenta como una encuesta de personalidad.

En este sentido, la investigadora destaca la subida en el razonamiento espacial. "Si todas las puntuaciones fueran en la misma dirección, se podría hacer un relato pequeño y bonito, pero no es el caso", sostiene Dowrak. "Tenemos que seguir profundizando".

¿El techo de la evolución?

No sabemos (otro ‘no sabemos’) hasta qué punto nuestro intelecto puede seguir desarrollándose. Más allá de los factores ambientales -como la educación o la salud- hay un “potencial intelectual genético”. Ciertas condiciones ambientales favorables nos ayudan a desarrollar este potencial, pero: ¿tiene techo este crecimiento?

“Al igual que los árboles no crecen hasta el cielo, es probable que la inteligencia humana tenga unos límites de desarrollo que alcanzará tarde o temprano”. Así explican el posible límite a nuestro desarrollo intelectual los expertos Xiaobin Zhou, Jianjun Zhu y Jacques Grégoire en WAIS-IV: Uso clínico e interpretación.

Pero, ¿seguirá desarrollándose este potencial intelectual? Según Bronfenbrenner y Ceci (1994), la proporción del potencial genético que aún no se ha actualizado es desconocida, e incluso incognoscible.
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