El viaje intelectual de Norman Podhoretz y el destino de los judíos estadounidenses
La carrera del editor de Commentary personifica tanto el éxito de los judíos del siglo XX como el despertar al peligro que supone el colapso moral del liberalismo político.

Norman Podhoretz
Hay quienes insisten en que no puede decirse que una persona, y mucho menos una revista de opinión, haya cambiado el mundo. Sin embargo, esto fue cierto en el caso de Norman Podhoretz y la revista Commentary. El hombre y su revista ayudaron a ganar la Guerra Fría, al tiempo que despertaba a los estadounidenses a la bancarrota moral del liberalismo político moderno y a la amenaza que suponía para los dos países que amaba: América y Israel.
El veterano editor de Commentary, fallecido el 15 de diciembre a los 95 años, fue más que una figura seminal entre los intelectuales judíos de su época. Fue ese raro hombre de letras cuya obra trascendió los mundos de la literatura, la vida judía y el periodismo en los que trabajó durante muchas décadas. Sumergirse en sus numerosos ensayos, en los 12 libros de los que fue autor -por no hablar de los volúmenes de números de la revista mensual que dirigió de 1960 a 1995- es hacer un viaje por la historia del siglo pasado.
Aún de actualidad
Lo sorprendente de muchos de los escritos de Norman Podhoretz es su relevancia para las batallas políticas contemporáneas. Esto es especialmente cierto en el caso de esta obra sobre la defensa de Estados Unidos y del pueblo judío, causas a las que se dedicó durante toda su vida. De este modo, aunque el volumen de sus escritos disminuyó en la última década y media de su vida, el corpus de obras que creó permanece fresco y vital para las luchas en las que se comprometió tan ardientemente.
Tomemos, por ejemplo, un artículo que escribió para el New York Post en mayo de 1986 (antes de que se digitalizara el archivo de ese periódico), cuyo recorte se cayó de uno de sus libros en mi biblioteca personal cuando lo abrí mientras me preparaba para escribir sobre él. Titulado "Antisemitismo en The Nation", hablaba de la decisión de esa revista de izquierdas de publicar un ensayo abiertamente antisemita del autor Gore Vidal en el que se refería a los judíos como "quintacolumnistas israelíes", y como invitados en Estados Unidos que deberían callarse sobre "la política del país anfitrión".
"Sólo 40 años después del Holocausto, el antisemitismo había 'comenzado a arrastrarse de nuevo' en la discusión nacional 'bajo el disfraz del antisionismo' y la 'crítica' al Gobierno israelí"
Eso marcó, como bien señaló Podhoretz, "una ominosa nueva etapa en nuestro discurso público". Sólo 40 años después del Holocausto, el antisemitismo había "empezado a arrastrarse de nuevo" en la discusión nacional "bajo el disfraz de antisionismo" y "crítica" al Gobierno israelí. Pero lo que realmente estaba ocurriendo era que gente como Vidal, que estaba "carcomida por feroces sentimientos antijudíos" estaba intentando "salirse con la suya poniendo de nuevo en circulación todas las viejas mentiras sobre el pueblo judío".
Podhoretz fue clarividente en esto, como en la mayoría de las cosas. Casi 40 años después, su crítica a Vidal y a The Nation también se aplica a los antisemitas de moda en la izquierda, como el alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani, así como los de la derecha con grandes seguidores como el expresentador de Fox News Tucker Carlson, ambos también trafican con los mismos odiosos tópicos de la doble lealtad y la compra de influencias que, según ellos, no son más que oposición al Estado de Israel.
Este es sólo un ejemplo de los argumentos que caracterizaron el arco de su carrera.
Un montón de examigos
Brillante prosista, crítico literario y editor influyente, también era conocido como un polémico que nunca rehuyó el conflicto con aliados o enemigos. Como consecuencia, perdió muchos amigos entre las luminarias del mundo de las letras que dominaban la cultura y la sociedad. Lo relató en libros como Rompiendo filas, La encrucijada sangrienta: donde la literatura y la política se encuentran y Examigos. Como muchos judíos estadounidenses, Podhoretz empezó en la izquierda pero acabó abandonándola. Inició un giro hacia la derecha al comprender que el liberalismo político de los años sesenta y setenta, asumido casi como una segunda naturaleza por la mayoría de los judíos, resultaba cada vez más incompatible con la defensa de Occidente frente al comunismo totalitario y con la lucha contra el antisemitismo.
Eso es algo que el mundo literario neoyorquino -cuya inclusión era muy importante para él de joven- nunca le perdonó. Tampoco podían soportar su voluntad de exponer sin tapujos su hipocresía, su ambición desmedida y su ansia de estatus, poder e inclusión entre las élites de la sociedad de moda, que dejó patente en sus revolucionarias memorias de 1967 Making It.
"Anunció la llegada de un púgil literario dispuesto a decir la verdad sobre los poderosos"
Que un escritor y editor de 37 años escribiera un libro así era en sí mismo un acto de descaro. Pero su memorable primera línea - "Uno de los viajes más largos del mundo es el viaje desde Brooklyn a Manhattan"-y lo que siguió no sólo aportó importantes conocimientos sobre la lucha por la aceptación de la generación de hijos de inmigrantes judíos en Estados Unidos. Anunció la llegada de un púgil literario dispuesto a decir la verdad sobre los poderosos, y que también trazaría el camino hacia una nueva forma de ver la política pública y la sociedad.
En el transcurso de su camino desde una infancia empobrecida en Brooklyn hasta los deslumbrantes salones de Manhattan y todo lo que ello representaba, Podhoretz también adquirió una perspectiva de la que carecían la mayoría de sus coetáneos. Su trayectoria le llevó de la vida en la Universidad de Columbia como estudiante becado, donde tuvo como mentores a algunas de las grandes mentes de la época, a la Universidad de Cambridge en Inglaterra. Pero, como escribió más tarde, fue durante sus dos años de servicio militar, en los que conoció a la gente y la cultura de fuera de Nueva York, cuando empezó a comprender la grandeza de Estados Unidos y de su gente. Y fue ese amor por su país lo que animó su negativa a seguir las tendencias culturales que lo denigraban.
Comprender el neoconservadurismo
Podhoretz fue una de las figuras más destacadas de lo que llegó a llamarse "neoconservadurismo". Se trata de un término que en las últimas dos décadas se asoció con la defensa de las guerras fallidas de Estados Unidos en Afganistán e Irak y el intento inútil de exportar la democracia a sociedades islámicas que no querían saber nada de ella.
Pero su significado -cuando empezó a aplicarse por primera vez en la década de 1970 a personas como el editor de Commentary, y su amigo y colega Irving Kristol- denotó la voluntad de una generación de escritores y académicos que habían crecido en la izquierda política de replantearse los supuestos del liberalismo político que había dominado la vida estadounidense desde la Gran Depresión.
Incluía críticas al estado del bienestar y a su impacto en los pobres, así como a las consecuencias de un Gobierno todopoderoso y de un estado administrativo que cada vez rendía menos cuentas a los votantes. También supuso una encendida defensa de la sociedad estadounidense frente al formidable desafío que estaba sufriendo por parte de la llamada "Nueva Izquierda" y la contracultura que se había convertido rápidamente en el nuevo establishment, que no admitía disidencias.
"En respuesta, Podhoretz y 'Commentary' montaron una defensa del tipo de valores burgueses centrados en la importancia de la familia y el patriotismo, que las élites menospreciaban"
Esta deconstrucción liberal de los cimientos de las tradiciones de la civilización occidental acabaría conduciendo a la creación de nuevos mitos tóxicos enraizados en el Marxismo e ideas erróneas sobre la raza que tratarían de derribar América. Incluso hace 50 años, la podredumbre era evidente para aquellos que se preocupaban de verla. Como señaló Kristol, "un neoconservador es un liberal que ha sido asaltado por la realidad".
En respuesta, Podhoretz y Commentary montaron una defensa del tipo de valores burgueses centrados en la importancia de la familia y el patriotismo, que las élites menospreciaban. Esta misma necesaria reflexión sobre adónde había conducido el liberalismo se aplicaba también a la política exterior.
En la década de 1970, Estados Unidos se tambaleaba tras el desastre de Vietnam y sufría una "crisis de credibilidad" a la que tanto las presidencias de Lyndon Johnson como Richard Nixon habían contribuido. También estaba inundado de una desesperación posterior a los años sesenta sobre la capacidad de Occidente para resistir la creciente amenaza soviética para el mundo libre.
También en este caso, Commentary ayudó a marcar el camino al abanderar una vigorosa defensa de la necesidad de combatir el comunismo cuando la opinión de moda adoptaba cada vez más el punto de vista cínico y derrotista de que los dos bandos en ese largo conflicto eran moralmente equivalentes. Podhoretz y su esposa Midge Decter, también una consumada e importante escritora, fueron miembros fundadores del Comité para el Peligro Actual, un grupo entre cuyos miembros se encontraban varios que servirían en la Administración de Ronald Reagan (entre ellos el propio Reagan) que pretendía concienciar sobre la amenaza de un "imperio del mal" al que los liberales no estaban dispuestos a enfrentarse y mucho menos preparados para derrotar. Decter falleció el 9 de mayo de 2022, a los 94 años.
Mientras que algunos otros conservadores (al final de la Guerra Fría, la noción de un grupo separado de neoconservadores fue más bien producto de los antisemitas, que intentaban anatematizar lo que creían erróneamente que eran únicamente líderes intelectuales judíos, más que una distinción significativa) trataron la caída del Muro de Berlín como señal del fin de la historia, Podhoretz comprendió fácilmente que el próximo desafío para Occidente por parte del islam radical, y de sus adherentes y apologistas, sería igual de peligroso y quizá aún más difícil de superar.
Defender a Israel
En este contexto debe entenderse su defensa a ultranza del Estado de Israel. Su oposición a los esfuerzos por debilitarlo o apaciguar a sus enemigos existenciales, incluso a través de las falsas esperanzas de paz que suscitaron los Acuerdos de Oslo de 1993, a los que Podhoretz se opuso valientemente, llevaron de nuevo a la clase dirigente a denunciar otro ejemplo de su falta de voluntad para plegarse a la sabiduría convencional. Mientras otros, especialmente entre las élites liberales con credenciales, juzgaban a un Israel asediado, criticaban sus esfuerzos de autodefensa y trataban de obligarle a hacer concesiones suicidas a enemigos implacables, él señalaba lo que estaba en juego en esta lucha, tanto para los israelíes como para los estadounidenses.
"Hay que reconocer que el hombre fue un profeta rechazado en gran medida por aquellos que más le importaban"
Los esfuerzos de Estados Unidos por transformar Afganistán e Irak fueron esperanzas vanas hundidas por el sólido asidero de unas creencias islámicas claramente antitéticas con la democracia occidental. Podhoretz, sin embargo, no se equivocó al centrarse en lo que consideraba una amenaza existencial (detallada en su libro de 2007 titulado La Cuarta Guerra Mundial: la larga lucha contra el islamofascismo), algo que sólo ha quedado claro para los pensadores menos convincentes en los dos años transcurridos desde los ataques dirigidos por Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023. La oleada global de odio a los judíos que ha arrasado Estados Unidos, especialmente en campus como el de Columbia y que ahora se manifiesta en una larga lista de atentados terroristas contra objetivos judíos, ilustra que Podhoretz se adelantó una vez más a la hora de entender lo que era importante.
Hay que reconocer que el hombre era un profeta que fue en gran medida rechazado por aquellos que más le importaban: los judíos estadounidenses, para quienes el liberalismo político vino a sustituir a la fe judía tradicional. Permanecieron obstinadamente aferrados a la izquierda política y a sus antiguos aliados minoritarios, cada vez más dispuestos a tratarlos a ellos y a la seguridad de un Israel sitiado como indignos de su preocupación. Seguían anclados en las ideas de principios del siglo XX, en las que abrazaban a la izquierda y desconfiaban tanto de los nuevos aliados religiosos de la derecha como de los Estados Unidos que no eran producto de las dos costas y la opinión de las élites. Diseccionaría memorablemente este problema en su libro de 2009, ¿Por qué los judíos son liberales? Sigue siendo la obra más importante sobre el tema.
Incluso sus primeros escritos, como su polémico ensayo "Mi problema con los negros y el nuestro", publicado en Commentary en 1963, hablaba de crecer en un barrio dividido donde las razas estaban enfrentadas. Habla con elocuencia de los problemas actuales de Estados Unidos tras Black Lives Matter con su defensa de una sociedad daltónica, en contraposición a los esfuerzos de los izquierdistas por hacer permanentes tales divisiones.
La experiencia judía estadounidense
La vida de Podhoretz fue un microcosmos de la experiencia judía estadounidense en la que un hijo de inmigrantes criado en la pobreza ascendió a las alturas de la influencia en los mundos de la literatura y la política. En 2004, el presidente George W. Bush le concedió la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto honor civil de la nación.
Igualmente importante, su ejemplo fomentó una nueva generación de pensadores y escritores estadounidenses que reconocen esas amenazas y que están dispuestos a participar en las batallas intelectuales necesarias para defender a Occidente y a Israel..."
La verdadera prueba de la grandeza de Podhoretz, sin embargo, reside en la forma en que su revista y su escritura ayudaron a liderar el camino a seguir en un momento de la historia en el que las fuerzas del totalitarismo parecían tener el viento a favor. Surgió en un momento en que el establishment intelectual del país se había desarmado en nombre de un liberalismo moralmente en bancarrota.
Igual de importante es que su ejemplo fomentó una nueva generación de pensadores y escritores estadounidenses que reconocen esas amenazas y que están dispuestos a participar en las batallas intelectuales necesarias para defender a Occidente e Israel, así como para dar testimonio contra el antisemitismo. Entre ellos se encuentran su hijo John, que siguió sus pasos como editor de Commentary; su hija, mi amiga y valiosa colega Ruthie Blum, editora colaboradora principal de JNS; yo mismo; y muchos otros. Sea lo que sea lo que consigamos al continuar la lucha por esta causa justa que él nos transmitió es sólo porque estamos sobre los hombros de un gigante.
Que su recuerdo sea una bendición.