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Por qué los anti-Trump necesitan creer que Elon es un nazi

Un gesto incómodo del empresario en un acto después de la investidura desató una absurda polémica, que dice mucho sobre la voluntad de los enemigos del presidente de servirse de acusaciones falsas.

Elon Musk

Elon Musk en el Capital One Arena©CaptureTVviaBestimage/CordonPress.

Cualquiera que siga el discurso de la izquierda en redes sociales sabía que esto se avecinaba. Fue, como poco, prematura la esperanza de que los enemigos del presidente Donald Trump abandonasen sus desquiciadas afirmaciones de que es un fascista empeñado en destruir la democracia. Así que no es de extrañar que el gesto de agradecimiento de Elon Musk a una multitud que le aplaudía fuese retratado como un saludo nazi. Y como signo, además, de su afinidad por el fascismo.

Es cierto que algunos oligarcas de Silicon Valley como Mark Zuckerberg, CEO de Meta, Jeff Bezos, de Amazon, y Sundar Pichai, de Google, han dejado de ser cómplices de las operaciones informativas de los demócratas contra el presidente. No sólo han hecho las paces, sino que han asistido a la toma de posesión como invitados de honor.

Pero bastó una captura de video del CEO de SpaceX y Tesla -donante y ferviente partidario de Trump que encabezará el Departamento de Eficiencia Gubernamental- para desencadenar repudios de un amplio abanico de medios y expertos de izquierda. Los comentarios iban desde las insinuaciones tímidas en CNN de que el saludo de Musk era un mensaje en código para los nazis hasta lo que sólo puede describirse como la histeria, desatada en la red social Bluesky.

"La izquierda está obligada por su estrechez de miras a ver a sus opositores no sólo como equivocados, sino como socios del mayor crimen de la historia".

En Europa, Musk también fue atacado copiosamente. No tanto por sus convicciones como por un ajuste de cuentas. El magnate tecnológico enfureció a la clase dirigente británica con sus comentarios sobre la incapacidad de Londres para hacer frente a las llamadas "bandas de seducción" paquistaníes, que violan a miles de mujeres jóvenes. Su simpatía con la AfD, un partido alemán que se opone a la política de puestas abiertas para inmigrantes musulmanes, ha enfurecido a otros tantos en Alemania.

Las voces de los judíos izquierdistas fueron algunas de las que más alto condenaron a Musk.

Ruth Ben-Ghiat, profesora de la Universidad de Nueva York que se autoproclama experta en fascismo, publicó: "Fue un saludo nazi y, además, uno muy beligerante". Abraham Foxman, exdirector durante muchos años de la Liga Antidifamación, se sumó afirmando que era un "saludo nazi heil Hitler".

El representante demócrata de Nueva York Jerry Nadler fue más allá al afirmar que era una prueba de "antisemitismo".

Como era de esperar, algunos neo-nazis salieron de sus agujeros para coincidir en que Musk era uno de los suyos, a pesar de las desmentidas de este último, quien sostuvo que las acusaciones no eran más que "trucos sucios" demócratas.

Otras reacciones fueron menos predecibles.

Ataques a la ADL

Bajo el sucesor de Foxman, Jonathan Greenblatt, la ADL se ha convertido de una organización apartidista a otro grupo activista que hace el trabajo sucio de los demócratas, arremetiendo contra los conservadores y, a menudo, difamando a Trump. En este caso, sin embargo, decidió no unirse a la turba virtual que vomita insultos contra el empresario y el presidente. 

Aunque redactada con un cuidado que dejaba entrever la intención de evitar el enfado de quienes odian al republicano, la publicación de la institución sobre la polémica simplemente afirmaba la verdad obvia: Musk hizo un gesto torpe en un momento de entusiasmo, no un saludo nazi.

Por esta opinión de sentido común, fueron rotundamente acusados por la opinión izquierdista de vendidos. La demócrata neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez, líder del Squad izquierdista del Congreso, afirmó que la defensa más bien tímida a Musk por parte de la ADL significaba que no solo estaba "defendiendo" la simbología nazi, sino que estaba al servicio de los nazis. Según AOC: "La gente puede oficialmente dejar de escucharlos como cualquier tipo de fuente de información confiable. Trabajan para ellos. Gracias por dejarlo tan claro".

Sin embargo, cualquiera que mire el video sin cortes comprobará que es la ADL y no sus críticos quien lleva la razón. Se puede ver a Musk haciendo piruetas por el escenario y disfrutando de los aplausos de una gente que lo considera un héroe por sus logros empresariales y espaciales, así como por haber reclamado Twitter (rebautizado X) para la libertad de expresión. Aunque tan incómodo como la mayoría de sus actuaciones públicas, el sudafricano simplemente se tocó el pecho para devolver el amor a sus fans. No fue un gesto de apoyo a la Alemania nazi.

Musk ha ofendido a veces a los judíos, pero también ha expresado reiteradamente su apoyo a Israel, visitó Auschwitz, denunció a Hamás y llevó un collar en apoyo a los rehenes secuestrados por los terroristas palestinos. Ha hecho mucho más que algunos de quienes le atacan. No es antisemita.

Aún más, si gesticular de esa manera con el brazo es prueba de afiliación al nazismo, vale destacar que no es difícil encontrar videos y fotos de izquierdistas sorprendidos haciendo lo mismo. De hecho, pasó poco tiempo antes de que internautas empezaran a publicar fotos del expresidente Barack Obama, la exvicepresidente Kamala Harris, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, el presentador de late-night Stephen Colbert, así como AOC, haciendo lo mismo que había metido a Musk en tantos problemas. Acusarlos de nazis por aquello sería tan falaz como hacerlo contra el empresario.

Hipocresía en la izquierda

Para los conservadores como David Harsanyi, autor y columnista, los ataques a Musk fueron tan poco sinceros como las acusaciones de fascismo a Trump. Harsanyi respondió a Nadler: "Ni una sola persona en este planeta cree que Musk hizo un saludo nazi". Para el presentador del talk-show Hugh Hewitt, fue simplemente otra muestra del "TDS": Trump derangement syndrome ("Síndrome de enajenación contra Trump", en español).

Hewitt tiene razón. Pero lo realmente preocupante no es tanto que Musk esté siendo tratado injustamente por respaldar al presidente. A menudo comparte sus opiniones sobre una serie de temas, y algunas de las cosas que dice son equivocadas. Mas es demasiado rico y poderoso como para que cualquier ola de indignación izquierdista pueda afectarlo, y mucho menos cancelarlo.

El problema que este alboroto ha puesto de manifiesto es lo dispuestos que están muchos en la izquierda a aprovechar acusaciones de antisemitismo contra sus enemigos políticos mientras ignoran el odio real a los judíos.

AOC ha atacado repetida y ferozmente a Israel. Ha expresado su apoyo a los esfuerzos palestinos por destruirlo y ha promocionado las campañas antisemitas de BDS. La idea de que tiene derecho a juzgar a la ADL o a cualquier otra organización como insuficientemente preocupada por el antisemitismo es risible.

"Cuando personas como Musk son tildadas de nazis por semejante estupidez, se perjudica el esfuerzo por denunciar a los verdaderos antisemitas".

Ben-Ghiat es igualmente hipócrita. Sólo unas semanas después de la orgía de asesinatos en masa, violaciones, torturas, secuestros y destrucción gratuita perpetrada por Hamás y otros palestinos el 7 de octubre de 2023, ella escribió un posteo en Substack en el que expresaba su ambivalencia sobre si los ataques eran terrorismo o simplemente "un trágico resultado de un ciclo de violencia que comenzó con la ocupación israelí."

Crítica virulenta del primer ministro Benjamin Netanyahu, a quien ha acusado de antidemocrático y de seguir el "manual del autoritario", Ben-Ghiat tampoco tuvo problemas en establecer una equivalencia moral entre los partidarios de Hamás y los israelíes de a pie que creen que su país debe hacer todo lo que esté en su mano para que la organización terrorista no pueda cumplir su promesa de repetir el 7 de Octubre.

La izquierda política no sólo defiende sino que loa la supuesta lucha por los derechos humanos de las turbas antisemitas en campus y calles estadounidenses que corean a favor de la destrucción de Israel ("del río al mar") y del terrorismo contra los judíos ("globalicen la intifada"). Posturas que políticos demócratas como Harris pensaban que debían ser "escuchadas" y validadas.

Demasiado volcados en su rabia

Pero la ira contra Trump y sus partidarios es tan profunda que incluso personas que sí entienden de antisemitismo y deberían saberlo mejor, como Foxman, están ahora tan volcadas en su rabia contra el presidente que han perdido su brújula moral.

La izquierda política cree que Musk y Trump son nazis no tanto por lo que hayan dicho o hecho. Su estrechez de miras los obliga a ver a cualquiera que les disguste no sólo como equivocado, sino como cómplice del mayor crimen de la historia.

Este último episodio se asemeja a la viral mentira de que Trump dijo que los neonazis eran "gente muy buena", falsedad desmentida pero que personajes como Obama, Biden y Harris repiten constantemente por razones partidistas. Esto demuestra que la izquierda es culpable de la misma falta que los antisraelíes endilgan a los defensores del Estado judío: usar cínicamente el antisemitismo como arma.

Como con tantas otras falsas polémicas sobre el antisemitismo, la verdadera perjudicada es la lucha contra el antisemitismo. Incluso más que la persona injuriada. Cuando personas como Musk son tildadas de nazis por semejante estupidez, la verdadera víctima es el esfuerzo por echar luz sobre quienes realmente odian a los judíos.

No es casualidad que las Harris y las AOC a menudo tiendan la mano a quienes desprecian al pueblo judío, racionalizando y disculpando el odio. Trump y Musk y otros de sus oponentes políticos pueden tener defectos, pero son filosemitas y apoyan decididamente a Israel. Aquello hace que se vuelva más urgente calumniarlos como antisemitas, ya que sólo así pueden odiarlos quienes entienden el mundo catalogando como Hitler a todo aquel que les desagrada.

Es probable que la notable remontada política de Trump siga avivando el enfado de la izquierda, sobre todo porque empieza su segundo mandato montado sobre una ola de aprobación pública y de apoyo a sus posturas que contrasta fuertemente con su popularidad de hace ocho años. Aquello no es excusa para que quienes hicieron poco o nada para combatir el reciente aumento del antisemitismo intenten apropiarse del tema para socavar a un presidente pro-Israel y a sus aliados.

Jonathan S. Tobin es director del Jewish News Syndicate.

© JNS

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