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ANÁLISIS

Cómo Rusia intensifica la carrera armamentística de los drones y provoca a la OTAN

En las últimas semanas, drones y aviones rusos han invadido el espacio aéreo de hasta seis países miembros de la Alianza Atlántica. Aparte de que estas incursiones representan una amenaza para Europa, el reto para Occidente no es la dificultad de interceptar estos artefactos, sino hacerlo a un coste sostenible.

Dron ruso Shahed derribado por Ucrania

Dron ruso Shahed derribado por UcraniaAFP.

Carlos Dominguez
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El 7 de septiembre, el Kremlin lanzó el mayor ataque aéreo desde el inicio de la guerra contra Ucrania: 860 drones Shahed, junto con misiles balísticos y de crucero Iskander, impactaron en varias regiones del país. Fue la primera vez desde el comienzo de la invasión rusa que el edificio del Gobierno, en el centro de Kievfue alcanzado por ataques de tal magnitud. 

En consecuencia, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, declaró el miércoles ante la Asamblea General de las Naciones Unidas que "estamos viviendo la carrera armamentística más destructiva de la historia de la humanidad", en una advertencia sobre el estado actual de la seguridad global, el auge de tecnologías militares cada vez más letales y los continuos ataques de Rusia con aviones no tripulados.

El Kremlin provoca a la OTAN

Las ofensivas masivas en Ucrania parecen haber envalentonado a Vladimir Putin, ya que, dos días después de los ataques al edificio de Gobierno ucraniano, al menos 19 drones rusos cruzaron el espacio aéreo de Polonia.

Varios de ellos fueron derribados por cazas F-16 polacos y F-35 holandeses, siendo ésta la primera vez que países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) derribaban drones rusos sobre territorio aliado

El 12 de septiembre, la OTAN activó la operación Centinela Oriental, un despliegue multidominio que refuerza bases terrestres y defensas aéreas a lo largo del flanco este europeo, desde el Báltico hasta el Mar Negro.

Un día después, dos cazas F-16 rumanos siguieron un avión no tripulado ruso que había violado el espacio aéreo de Rumanía hasta que desapareció de los radares cerca de la comunidad rumana de Chilia Veche, en el delta del Danubio.

Incursiones cada vez más temerarias

El envío de drones por parte de Moscú ha persistido y sus incursiones, dentro del espació aéreo de los países miembros de la OTAN, se han vuelto cada vez más temerarias en los últimos días. 

El 19 de septiembre, tres cazas rusos MiG-31 entraron sin permiso en el espacio aéreo estonio y permanecieron allí durante casi 12 minutos sobre la isla de Vaindloo, en el golfo de Finlandia.

"En la mañana del viernes (…), tres cazas rusos MIG-31 ingresaron sin permiso en el espacio aéreo de Estonia, en la zona de la isla de Vaindloo, permaneciendo en el espacio aéreo estonio durante casi doce minutos", indicó el Ministerio de Defensa de Estonia en un comunicado.

En respuesta, cazas F-35 de la Fuerza Aérea italiana, desplegados en la base de Amari como parte de la Policía Aérea del Báltico de la OTAN, los interceptaron y escoltaron fuera del espacio aliado.

Invocación del Artículo 4 de la OTAN

Ante amenazas de tal importancia, Polonia y Estonia han decidido invocar el Artículo 4 del Tratado de la Alianza Atlántica, que estipula que los países miembros celebrarán consultas conjuntas siempre que, en opinión de cualquiera de ellos, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de ellos se vean amenazadas.

El secretario general de la Alianza, Mark Rutte, afirmó esta semana que Rusia ha violado el espacio aéreo de al menos seis países de la UE y la OTAN, entre ellos Finlandia, Letonia, Lituania, Noruega, Rumanía y Polonia, y advirtió que se emplearán “todas las herramientas militares y no militares necesarias para defendernos y disuadir todas las amenazas desde todas las direcciones”, subrayando que el compromiso con el Artículo 5 es “inquebrantable”.

Drones baratos, una estrategia de desgaste

De acuerdo a un reporte de Foreign Policy (FP), las acciones del Kremlin no son incidentes aislados. Estas incursiones son parte de una estrategia premeditada en la que Moscú ha hecho de los drones explosivos baratos y de producción masiva la pieza central de su campaña aérea.

Al comienzo de la invasión rusa de Ucrania, Moscú lanzaba una media de 150 a 200 drones al mes, según datos de la Fuerza Aérea ucraniana, recogidos por FP, y analizados por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales

En la actualidad, Rusia produce y despliega casi 5.000 mensualmente, con una media de más de 1.000 por semana. Sólo en 2025, Rusia ha lanzado más de 33.000 drones Shahed contra Ucrania. 

Esta cifra fue de sólo 4.800 en el mismo período del año pasado.

De acuerdo al análisis de Foreign Policy el incremento constante en la producción y despliegue de drones muestra la evolución de la estrategia de Vladimir Putin, que incluye "saturar las defensas aéreas, presionar los centros urbanos y obligar a Ucrania a rendirse". 

El informe estima que el Kremlin cree poder ganar la guerra mediante un desgaste sin fin con armas de bajo coste y gran volumen, y no mediante ofensivas decisivas de tanques y ataques de precisión. 

Una versión moderna de guerra a distancia, insostenible para Occidente

Los principales drones utilizados por Rusia son los Shahed - que literalmente significa Testigo, en persa y árabe-, diseñados y fabricados por Shahed Aviation Industries, una compañía que pertenece a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán

Estos artefactos son utilizados por el Kremlin, ya que su producción es de muy bajo coste - entre los $20.000 y $50.000 - y son muy versátiles en misiones de reconocimiento y ataque. A pesar de que no cuentan con mucha precisión, son utilizados de forma masiva para desgastar al enemigo y no por su efectividad a la hora del ataque. 

Se estima que la variante más avanzada de estos aviones no tripulados es el Geran-3, que tiene un alcance de hasta 1.550 millas (2.400 kilómetros). Esta capacidad de alcance significa que Rusia puede enviar estos drones a varios países de Europa al mismo tiempo.

De acuerdo a Foreign Policy, el reto para Occidente no es la dificultad de interceptar estos drones, sino hacerlo a un coste sostenible. Derribarlos con cazas de la OTAN o enviar costosos interceptores puede demostrar determinación y efectividad, pero es económicamente inviable. Los aliados no pueden permitirse gastar cientos de miles de dólares para eliminar cada uno de estos aviones no tripulados.

Al lanzar enjambres noche tras noche, Moscú ha creado una versión moderna de la guerra a distancia que, según FP, teóricos como Vladimir Slipchenko reconocerían inmediatamente. Estos aviones no tripulados no están destinados a proporcionar avances tácticos. Por el contrario, su propósito es desgastar la defensa de Ucrania e imponer costes exorbitantes a sus aliados.

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