Trump busca reactivar la industria manufacturera con los $550.000 millones que Japón comprometió para inversiones en EEUU
Si bien el plan sigue en análisis interno, la Casa Blanca tiene claro a qué sectores se debe apuntar: semiconductores, producción de medicamentos genéricos, minerales críticos, energía, construcción naval y capacidades en computación cuántica.

Una fábrica de autos en una imagen de archivo
El presidente Donald Trump y su Administración está planificando una estrategia ambiciosa para devolver fuerza a la industria manufacturera estadounidense: canalizar parte del compromiso de inversión de Japón —exactamente $550.000 millones— hacia la construcción de fábricas, plantas y proyectos estratégicos en territorio estadounidense.
La intención, según funcionarios y documentos revisados por el Wall Street Journal, sería convertir ese paquete en un apalancamiento para la generación masiva y la relocalización del empleo industrial en el país, una promesa de campaña del propio Trump.
Si bien la propuesta sigue en discusión interna, según el WSJ ya está claro a qué sectores de la manufactura se debe apuntar: semiconductores, producción de medicamentos genéricos, minerales críticos, energía, construcción naval y capacidades en computación cuántica.
Parte del plan contempla medidas para facilitar e incentivar la instalación de plantas, como revisiones regulatorias aceleradas, arrendamientos sobre tierras y aguas federales, y trato preferencial a proveedores seleccionados por EEUU. Con estos incentivos, queda claro que el objetivo principal es priorizar la recuperación de la capacidad productiva que, según la Casa Blanca, Estados Unidos perdió en las últimas décadas.
Según documentos y fuentes consultadas por el WSJ, el memorando de entendimiento previsto con Japón crea un comité, presidido por el secretario de Comercio, que recomendaría proyectos al presidente y fijaría condiciones sobre la financiación y el reparto de beneficios entre ambos países. En dicho borrador, incluso, se contempla dividir costos 50-50 entre ambas partes y asignar a Estados Unidos una porción muy elevada de las ganancias —90%.
Los márgenes subrayan el fuerte papel que ejerció Washington para negociar con Tokio, especialmente con los duros aranceles aplicados a industriar clave como la automotriz.
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El portavoz de la Casa Blanca, Kush Desai, confirmó que el compromiso adquirido por Japón “será clave para alimentar la próxima Edad Dorada de Estados Unidos”.
Asimismo, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, dijo en entrevistas previas que los acuerdos comerciales y esta movilización de capital podrían traducirse en “fábricas construidas en Estados Unidos a una escala que nunca antes se ha visto”.
Sin embargo, aunque la idea en papel luce práctica y resolutiva, la iniciativa enfrenta potenciales objeciones prácticas y políticas. Según el memorándum de entendimiento, el paquete japonés no funciona como un “fondo” líquido bajo control unilateral de la Casa Blanca, sino como una contribución que se repartirá de inversiones, préstamos y garantías, lo que modifica el perfil de riesgo para las compañías y la velocidad con la que los proyectos podrían materializarse.
De hecho, algunas empresas y ejecutivos importantes podrían mostrar escépticos de aceptar acuerdos con la Administración Trump si avizoran un horizonte político incierto. Incluso, algunos expertos afirman que ciertas compañías grandes prefieren reformas regulatorias y estabilidad normativa antes que dinero condicionado por el Gobierno.
A pesar de las dudas, si el plan se concreta en la práctica, la Administración Trump podría acelerar inversiones industriales estratégicas en Estados Unidos, cumpliendo con la promesa del presidente. Si fracasa en acuerdos operativos o en la confianza empresarial, la situación podría convertirse en un boomerang que golpeará uno de los grandes objetivos de Trump y su equipo de Comercio.