Una exempleada denuncia las prácticas "moral y médicamente espantosas" de los centros de transición de género con niños

El fiscal general de Missouri anunció el jueves la apertura de una investigación contra la clínica tras recibir una carta de Jamie Reed describiendo los daños provocados a los menores.

Jamie Reed, una "mujer queer" y "más a la izquierda que Bernie Sanders", según sus propias palabras, ex trabajadora del Centro Transgénero del Hospital Infantil San Luis de Missouri, denunció las barbaridades que sufren los niños o adolescentes que acuden a los centros de transición de género. Según Reed, los menores son sistemáticamente diagnosticados como trans e inician la transición de género con hormonas. Llegan incluso a recibir tratamiento con medicamentos experimentales.

Esto se produce también con los que son muy pequeños, sin asegurarse de que los pacientes habían comprendido realmente lo que iba a ocurrirles... o de que esto era irreversible. En muchas ocasiones, los doctores ponían su autoridad por encima de los padres. El fiscal general de Missouri, Andrew Bailey, anunció que abrió una investigación contra el centro.

Inicio de la transición de género de manera sistemática

En una carta abierta publicada en The Free Press, Reed contó, con ejemplos, la mala praxis que se producía en ese centro. Un puesto de trabajo al que llegó por su forma de ver la vida y para ayudar a los más necesitados, que es hacia donde orientó siempre su carrera profesional. Sin embargo, lejos de encontrar que estaba ayudando a los jóvenes con dudas sobre su identidad sexual, hacia los que sentía una especial empatía -está casada con un hombre trans- se encontró con un sistema que siempre optaba por iniciar la transición de género, sin tener en consideración la realidad 8 ni lo u otras problemáticas de los pacientes. La situación llegó a ser tan insostenible que Reed dejó su trabajo en noviembre del año pasado, tras lo cual denunció ante la Oficina del Fiscal de Missouri lo que estaba ocurriendo.

Una decisión que no fue nada fácil. "Casi todo el mundo me ha aconsejado que agache la cabeza. Pero no puedo hacerlo en conciencia. Porque lo que les está ocurriendo a decenas de niños es mucho más importante que mi comodidad. Y lo que les está ocurriendo es moral y médicamente espantoso", señala en la misiva publicada. En ella describe el cambio vivido en los últimos años, en los que el número de menores que han cruzado las puertas del centro se ha multiplicado exponencialmente, a la vez que el paciente tipo ha sufrido un giro importante.

Cuando empecé había probablemente 10 llamadas de este tipo al mes. Cuando me fui había 50, y alrededor del 70% de los nuevos pacientes eran chicas. A veces llegaban grupos de chicas del mismo instituto. Hasta 2015 aproximadamente, un número muy reducido de estos niños constituía la población de casos de disforia de género pediátrica. Entonces, en todo el mundo occidental, empezó a haber un aumento espectacular de una nueva población: Chicas adolescentes, muchas de ellas sin antecedentes de angustia de género, que de repente declaraban ser transgénero y exigían tratamiento inmediato con testosterona.

El centro recomendaba terapeutas afines

Con la legislación actual, las chicas sólo necesitan una carta de apoyo de un terapeuta para comenzar el tratamiento con testosterona. Desde el centro recomendaban a los pacientes terapeutas afines para facilitar los trámites, y llegaron hasta el punto de crear una plantilla modelo que pusieron a disposición de estos profesionales a la hora de apoyar la petición de los menores. Reed mostró su repulsa a estos tratamientos en niñas "por lo poco que entendían estos jóvenes las profundas repercusiones que el cambio de género tendría en sus cuerpos y mentes".

Sin embargo, desde el centro se menospreciaban las consecuencias y se hacía énfasis en la necesidad de llevar a cabo la transición. En la misma web podía leerse: "Si no se trata, la disforia de género tiene numerosas consecuencias; desde autolesiones hasta suicidios. Pero cuando se elimina la disforia de género permitiendo a un niño ser quien es, observamos que eso desaparece. Los estudios que tenemos muestran que estos niños a menudo acaban funcionando psicosocialmente tan bien o mejor que sus compañeros". Algo con lo que Reed discrepa porque "no hay estudios fiables que lo demuestren. De hecho, las experiencias de muchos de los pacientes del centro demuestran lo falsas que son estas afirmaciones".

Ejemplos de las consecuencias de la transición de género

A continuación, la exempleada ponía varios ejemplos de adolescentes -incluso incluyendo correos electrónicos- que siguieron adelante sin saber dónde se estaban metiendo ni las consecuencias de lo que hacían. Es el caso de un paciente al que se le prescribió un tratamiento con bicalutamida,

un medicamento utilizado para tratar el cáncer de próstata metastásico, y uno de sus efectos secundarios es que feminiza el cuerpo de los hombres que lo toman, incluida la aparición de mamas. El centro recetó este medicamento contra el cáncer como bloqueador de la pubertad y agente feminizante para los chicos. Como la mayoría de los medicamentos contra el cáncer, la bicalutamida tiene una larga lista de efectos secundarios, y este paciente experimentó uno de ellos: toxicidad hepática. Fue enviado a otra unidad del hospital para su evaluación e inmediatamente se le retiró el fármaco. Después, su madre envió un correo electrónico al Centro de Atención Transgénero diciendo que teníamos suerte de que su familia no fuera de las que demandan.

Además, se hace eco de adolescentes y familias que se arrepentían y pedían terminar el tratamiento y dar marcha atrás... cuando ya no había marcha atrás. Por ejemplo, una joven que había transicionado de mujer a hombre, llegando a realizarse una cirugía superior para extirparse las mamas al llegar a la mayoría de edad, y que a los tres meses llamó al centro diciendo que volvía a sentirse mujer y "quiero recuperar mis pechos". En otras ocasiones, la testosterona debilitó tejidos vaginales, produciendo sangrados abundantes que requirieron atención de urgencias en hospitales, o el crecimiento del clítoris hasta producir dolorosas rozaduras con los pantalones a la adolescente.

"Quiero recuperar mis pechos"

"Otro aspecto inquietante del centro era su falta de consideración por los derechos de los padres, y hasta qué punto los médicos se consideraban más informados a la hora de tomar decisiones sobre el destino de estos niños", señala Reed. Algo que se agravaba porque "en Missouri, sólo se requiere el consentimiento de uno de los progenitores para el tratamiento de su hijo. Pero cuando había una disputa entre los padres, parecía que el centro siempre se ponía del lado del progenitor que daba su consentimiento". Incluso denunció casos en los que un psicólogo les solicitaba el contacto de terapeutas que le dieran el consentimiento a un paciente menor sin que lo supieran sus padres.

Esto fue la gota que colmó el vaso y Reed respondió diciendo que "no estoy de acuerdo éticamente con la vinculación de un paciente menor de edad a un terapeuta que sería la afirmación de género con el género como un foco de su trabajo, sin que se discuta con los padres y el padre de acuerdo a ese tipo de atención". Esto le costó una reducción en la calificación de su trabajo por sus supervisores. Además, "delante del equipo, los médicos dijeron que mi colega y yo teníamos que dejar de cuestionar 'la medicina y la ciencia', así como su autoridad". Luego, un administrador nos dijo que teníamos que "subir a bordo o largarnos".

Missouri abre una investigación

Para Reed, la elección fue clara. Aguantó el tiempo suficiente para conseguir que las valoraciones de su trabajo le permitieran pedir el traslado a otro centro dentro de la Universidad de Washington, y cambió de puesto. Una vez salió del centro, escribió una carta al fiscal general del estado denunciando lo que ocurría y accedió a prestar una declaración jurada. El jueves, Andrew Bailey, tras la publicación del testimonio de Reed en prensa, hizo pública la declaración, anunció que había abierto una investigación.