Thomas Sowell expone las falacias de la justicia social y el racismo sistémico en su nuevo libro
Como de costumbre, el economista presentó el escrito en el programa de la Hoover Institution 'Uncommon Knowledge', presentado por Peter Robinson.
Thomas Sowell es considerado uno de los autores y pensadores políticos más importantes de los Estados Unidos. A pesar de cultivar un perfil bajo y rara vez dar entrevistas, cada una de sus apariciones no tarda en viralizarse en las redes sociales. Su carrera lo llevó a convertirse en un importante exponente de la propiedad, el gobierno limitado, los mercados libres y, por sobre todas las cosas, el sentido común.
Cómo alguna vez lo definió Walter Williams, “a donde quiera que fuera, la persona más inteligente de la habitación”, tiene la costumbre de escribir mucho. En efecto, publicó 11 libros desde que cumplió los 80 años en 2010.
Sus escritos suelen centrarse en desenmascarar creencias populares sobre diferentes temáticas. En palabras de Victor Davis Hanson, “a él no le importa alegrar o hacer enojar a la gente, sino contarles qué dicen los datos. Eso lo ha llevado a ser impopular en temáticas populares pero plagadas de desinformación. (…) Sowell busca evidencia, hace un diagnóstico con base a esa evidencia y luego ofrece una solución para resolver ese problema”.
Falacias de la Justicia Social
Ahora, meses de haber cumplido los 93 años, ha publicado su último trabajo: Social Justice Fallacies ("Falacias de la justicia social"). Como de costumbre, lo presentó en sociedad en el programa Uncommon Knowledge de la Hoover Institution, presentado por Peter Robinson.
Ambos escucharon un fragmento del famoso discurso de Martin Luther King Jr., para luego pasar directamente al contenido del libro. Según Sowell, las enseñanzas del Dr. King no fueron muy bien internalizadas por los defensores de la justicia social.
“El mensaje del Dr. King era la igualdad de oportunidades para las personas, independientemente de su raza. En los años siguientes, el objetivo cambió a la igualdad de resultados para los grupos, lo que ahora se elevó a la dominación fue la agenda de la justicia social”, escribió el economista en su última publicación.
Falacia de la igualdad de oportunidades
Se le consultó luego sobre qué pasaría si se lleva la justicia social al extremo, un escenario en el que todos tendrían todo lo que deseen, a lo que respondió, “nos mataríamos unos a otros”, dado que los promotores de esta doctrina creen que todos deberían obtener los mismos resultados. “Desafortunadamente, no están dadas las condiciones para que eso ocurra”, sumó.
Según ejemplifica en el libro, si una familia tiene cinco hijos, es más probable que el primero sea “finalista nacional del mérito”. De hecho, tiene más probabilidades estadísticas que sus cuatro hermanos juntos. “Incluso en condiciones casi ideales. Nacen de los mismos padres criados bajo el mismo techo. No son iguales”.
El libro enumera una seria de falacias que pretende desenmascarar. La primera de ellas es la de igualdad de oportunidades. Sowell explica que, incluso en un mundo que se presuponga “justo” para todos, no hay manera en que todos los rubros sean representativos de la población y de la demografía como un todo.
Falacia de las piezas de ajedrez
Robinson hace referencia a John Rawls, el autor de Teoría de la Justicia, uno de los libros más influyentes entre los intelectuales de la segunda mitad del siglo XX. “Rawls se refiere a las cosas que la sociedad debe ‘arreglar’. Los decoradores de interiores arreglan, los gobiernos obligan. No es una distinción sutil”, redactó Sowell en su libro.
Luego explicó la falacia de las piezas de ajedrez, la cual se produce cuando una persona "parece imaginar que puede ordenar a los miembros de una gran sociedad con tanta facilidad como la mano ordena las diferentes piezas en un tablero de ajedrez”.
Esto por supuesto supone que la planificación central puede producir resultados superiores a los producidos por decisiones que manifiestan gustos y preferencias de individuos que persiguen su propio interés.
Uno de los grandes problemas que el gobierno tiene a la hora de manejar —o intentar manejar a la sociedad de esta manera— es que “no pagan ningún precio cuando se equivocan”, mientras que las personas por las que ellos deciden pagan un precio más alto.
Falacias raciales
En este pasaje, el autor se propone terminar con la creencia que asegura que el racismo es la explicación para cualquier disparidad entre grupos.
Aunque todo el contenido del libro está diagramado en la actualidad, el pensador comenzó volviendo unos cien años para atrás, asegurando que los progresistas de comienzos del siglo XX consideraban a los inmigrantes genéticamente inferiores, de la misma manera que los racistas del sur consideraban a los afroamericanos.
Con esto en mente, el autor señala que “las afirmaciones raciales han ido desde el determinismo genético, que proclamaba que la raza lo es todo como explicación de las diferencias de grupo, hasta la opinión contraria, según la cual el racismo es la principal explicación de las diferencias de grupo”.
¿Cómo se llegó a esta creencia? Para Sowell, las personas respaldaron sus creencias personales en títulos de grado y decidieron terminar la discusión, respaldados por sus altos coeficientes intelectuales. “Un coeficiente intelectual alto y poca información es una combinación muy peligrosa”, disparó ante la risa cómplice de Robinson.
A pesar del estilo analítico de Sowell a la hora de escribir, pasando por todas las etapas hipotéticas correspondientes, el presentador notó cierto enojo en las líneas que hablaban sobre el progresismo moderno y la raza. En particular sobre cómo la carta de la raza es suficiente para ser responsable de todo. Acto seguido, se dispuso a leer dos pasajes del libro:
“La media de los ingresos de las familias negras ha sido inferior a la media de los ingresos de las familias blancas durante generaciones. Pero la media de la renta per cápita de los grupos asiáticos es más de 15.000 dólares al año superior a la media de la renta per cápita de los estadounidenses blancos. ¿Es esta la supremacía blanca de la que tan a menudo se nos advierte?”.
“Durante más de un cuarto de siglo, en ningún año la tasa anual de pobreza de las familias negras casadas ha sido tan alta como el 10%. Y en ningún año, la tasa de pobreza del conjunto de los estadounidenses ha sido tan baja como el 10%. Si la pobreza de los negros está causada por el racismo sistémico, ¿hacen los racistas una excepción con los negros casados?”.
“Bueno, supongo que tienes razón al estar enojado”, bromeó Robinson después de recitarlos en voz alta.
Sowell luego explicó que, de 1940 a 1960, la pobreza de los afroamericanos en Estados Unidos había pasado del 87 % al 40 %. Diez años después, para 1970, era del 30 %. Por lo que reniega de quienes le atribuyen la reducción de la pobreza en este grupo a la Ley de Derechos Civiles de 1964, la cual, según él, fue fundamental para garantizar los derechos constitucionales de los afroamericanos del sur.
Además, indicó que para 1940, solo el 17 % de los niños afroamericanos eran criados en hogares con un solo padre, número que se cuadriplicó hasta el 68 % después de las reformas de discriminación positiva de 1970.
“Tom, ¿podrías leer un pasaje para terminar nuestra charla?"
En una escena pocas veces vista en Uncommon Knowledge, programa que hace muchos años presente a importantes pensadores y tomadores de decisiones a nivel mundial, Robinson abrió la copia del libro y le pidió a Sowell que recite un fragmento para terminar la entrevista.
“¿Queremos que la mezcla de estudiantes que van a ser formados para hacer Investigación Médica Avanzada, sea representativa de la composición demográfica de la población en su conjunto, o queremos estudiantes con la mayor probabilidad de encontrar curas para el cáncer y el alzhéimer?”, comenzó.
“¿Quiere usted que los pilotos de las líneas aéreas sean elegidos por la representación demográfica de diversos grupos, o prefiere volar con pilotos elegidos por su dominio de todas las cosas complejas que aumentan sus probabilidades de llegar sano y salvo a su destino? Las consecuencias importan o deberían importar más que alguna teoría atractiva o de moda. Más fundamentalmente, ¿queremos una sociedad en la que algunos bebés nazcan en el mundo como herederos de agravios preempaquetados contra otros bebés nacidos el mismo día, arruinando la vida de ambos, o queremos al menos dejarles la opción de resolver las cosas mejor en sus vidas de lo que lo hemos hecho nosotros en las nuestras...?”, finalizó Sowell.