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Una justicia politizada condena a Uribe, el hombre que salvó a Colombia

Es tiempo de recordar lo que hizo Álvaro Uribe Vélez por el país y por qué la izquierda lo odia con todas sus fuerzas.

El expresidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez

El expresidente de Colombia, Álvaro Uribe VélezAFP

Álvaro Uribe Vélez terminó su presidencia con un 80% de favorabilidad, una cifra absolutamente alejada de la aprobación de cualquier presidente finalizando un mandato. Y es que el "gran colombiano" como le dicen algunos, no solo logró llevar al país a una destacable situación económica y de seguridad, sino que logró lo que algunos consideraban un milagro: salvar a Colombia de las narcoguerrillas. 15 años después de dejar la presidencia una justicia politizada, y en las sombras un Gobierno de extrema izquierda, lo condenan a 12 años de prisión por un caso sin ningún sustento, donde el testigo principal es un delincuente condenado a 40 años de prisión.

Antes de explicar los detalles más absurdos del caso contra Uribe, es fundamental recordar qué hizo el presidente por Colombia, para así entender por qué la izquierda le tiene tanto odio. Para el 2002 Colombia estaba prácticamente tomada por la guerrilla de las FARC, que producto del narcotráfico tenía el dinero suficiente para financiarse y tomar cada vez más territorios. Uribe se hace elegir con su promesa de atacarlas con "mano firme", efectivamente así lo cumplió.

La misión empezó recuperando los alrededores Bogotá, y las principales ciudades del país. Para esos tiempos las FARC estaban a punto de tomarse incluso la capital. Uribe devolvió la seguridad primero a las ciudades y a las principales carreteras, lo que permitió un respiro también en la parte económica para millones de colombianos que ya no podían ni salir, ni trabajar. El ataque fue implacable y combinó diferentes estrategias. La región miraba asombrada y el "socialismo del siglo XXI" lo tildaba de "guerrerista".

Se implementó una estrategia de "decapitación" de las FARC. El ejército apuntó a capturar o dar de baja a los líderes de la guerrilla, todos, al tiempo, de modo que la organización quedara sin dirección y no supieran cómo reaccionar. Al ataque directo se sumó una estrategia de recompensas a quien entregara altos mandos guerrilleros. Iván Ríos, el jefe del Bloque Central de las Farc y miembro del Secretariado, fue uno de los que cayó fruto de las recompensas que ofrecía el presidente, fue asesinado por su propio jefe de seguridad.

Uribe también apuntó a interceptar las comunicaciones de las FARC, impidiendo que se comunicaran entre comandos y líderes, y con eso imposibilitó la aplicación de sus estrategias. Tras dos periodos de Gobierno, las FARC terminaron prácticamente acorraladas en la selva profunda de colombia, o escondidas en Venezuela bajo el amparo del chavismo. Uribe salvó al país de ser completamente tomado por las guerrillas, la izquierda más extrema nunca se lo perdonará.

Pero no solo salvó al país de la guerrilla, sino que lo hizo alcanzando una popularidad asombrosa, años después de salir de la presidencia es Uribe el que sigue moviendo los votos de millones de colombianos tanto para la presidencia como para el Congreso y elecciones regionales. Además de seguridad, Uribe dio a Colombia también prosperidad económica y alivio a los empresarios, generando creación de empleo y una gran mejora para la clase trabajadora. 

De modo que Uribe no es pasado, sigue siendo el recuerdo para muchos de que es necesaria la mano dura contra el narcotráfico y los delincuentes, y de que es necesario tener un sector empresarial fuerte si se quiere prosperidad. Uribe es el recuerdo diario de que la izquierda destruye, por eso sigue siendo un obstáculo para ellos.

El caso por el que lo han condenado podría ser una película. El expresidente acusa a un senador de estar visitando testigos en las cárceles para incriminarlo falsamente, y una justicia politizada decide darle un giro de 180 grados al caso y hacer que Uribe pase de demandante a demandado. Al expresidente lo acusan de sobornar a testigos en las cárceles para que supuestamente se retractaran de sus acusaciones acerca de que él habría estado involucrado en operaciones de grupos paramilitares. Pero la acusación se basa en el testimonio de Juan Guillermo Monsalve, un delincuente que está encarcelado cumpliendo una condena de 44 años.

La prueba de Monsalve son unas grabaciones de unas conversaciones que tuvo con uno de los abogados del expresidente Uribe. Audios que logró grabando desde la cárcel con un reloj. ¿Quién le dio el reloj? ¿Cómo permitieron que entrara ese dispositivo a la cárcel? No sabemos y a la juez del caso no le interesó el asunto. Es evidente que  si un delincuente invita a un abogado a hablar y tiene preparado un dispositivo para grabarlo es porque se trata de una trampa.

El expresidente Uribe también fue grabado de manera ilegal. La Corte dijo que lo grabaron por error, no había una orden, iban a interceptar a otra persona, pero terminaron con el teléfono "equivocado", el del expresidente. Aún así utilizaron las grabaciones como prueba. En todo caso, más allá de lo evidente, errores y violaciones al debido proceso, en todas las grabaciones que se presentaron, incluyendo las que se hicieron al teléfono del expresidente, no hay ningún momento en el  que Uribe pida que mientan, que modifiquen testimonios, o que paguen para lograr una mentira. 

Seguramente la condena de 12 años nunca se hará efectiva porque en lo que viene del proceso el presidente logrará demostrar su inocencia, o el caso se terminará por vencimiento de términos, pero es doloroso ver a un hombre que hizo tanto por el país sufrir tales humillaciones. Los colombianos deben recordar por qué la izquierda odia tanto a Uribe, y las nuevas generaciones deben mirar atrás para que entiendan por qué hoy Uribe vive esto. No importan los ataques de la izquierda, Uribe está grabado en la historia como el hombre que salvó al país.

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