SOS: detengamos la tiránica toma de poder de la Organización Mundial de la Salud el 27 de mayo
Las enmiendas propuestas al Reglamento Sanitario Internacional otorgan al director general de la OMS la autoridad para declarar no sólo una emergencia de salud pública internacional real, sino potencial, y establecer recomendaciones vinculantes sobre cómo abordarla, independientemente de que los Estados individuales estén o no de acuerdo con él.
La mayoría de los países no han iniciado ningún debate público crítico sobre cómo se abordó el covid-19. Los gobiernos responsables de una respuesta escandalosamente chapucera al virus no han rendido cuentas. La China comunista, a pesar de haber desencadenado el virus en el mundo mintiendo deliberadamente sobre su transmisibilidad entre humanos, no ha sufrido ni una sola consecuencia negativa. Tampoco se ha hecho nada con respecto al doble papel desempeñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que repitió la propaganda del Partido Comunista Chino sobre el virus, incluso después de haber sido informada por escrito desde el principio por Taiwán de que el virus era altamente transmisible.
La OMS, todavía dirigida por el supuestamente corrupto (aquí y aquí) Tedros Adhanom Ghebreyesus, encubrió a China, y repetidamente elogió a China por, en efecto, haber asesinado a más de siete millones de personas en todo el mundo, incluyendo más de un millón sólo en los EEUU.
Nadie ha pedido cuentas ni por la forma en que China gestionó el virus, retirando equipos de protección para tener suficientes para sí misma; ganó miles de millones exportando equipos de protección defectuosos "inútiles" (aquí y aquí), por enviar a sus ciudadanos al extranjero para infectar al mundo mientras cerraba sus propias fronteras e intentaba aislar Wuhan, donde, en un laboratorio, parece que comenzó el virus. China impuso cierres, literalmente: prohibió físicamente a 25 millones de sus propios ciudadanos salir de sus apartamentos. Algunos de los que fueron encerrados desde el exterior murieron quemados en un incendio; otros, incluidos los científicos que intentaron advertir sobre la letalidad del virus, o mencionaron el papel de China en la propagación del virus, o expresaron cualquier escepticismo sobre las curas, fueron detenidos, silenciados o "desaparecieron".
Los mismos gobiernos y organizaciones que mintieron y encubrieron cómo se gestionó mal el covid-19 están ahora ultimando las negociaciones sobre las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI) de la OMS y el nuevo Tratado sobre Pandemias que, en conjunto, otorgarán al director general de la OMS un poder sin precedentes sobre la salud pública mundial.
En la actualidad -al menos hasta que la Asamblea Mundial de la Salud, la organización matriz de la OMS, se reúna en Ginebra del 27 de mayo al 1 de junio-, la OMS puede declarar una emergencia de salud pública de importancia internacional, pero ahora las recomendaciones de la organización no son vinculantes. Hasta aquí, todo bien.
Las enmiendas propuestas al RSI, sin embargo, otorgan al director general de la OMS la autoridad para declarar no sólo una emergencia de salud pública internacional real, sino potencial, y establecer recomendaciones vinculantes sobre cómo abordarla, tanto si los Estados individuales están de acuerdo con él como si no.
Esto significa que la OMS podrá declarar lo que considere, una emergencia sanitaria real o potencial y ordenar encierros, reconocimientos médicos, exigir la vacunación u otras medidas profilácticas, poner a las personas bajo observación de salud pública, aplicar cuarentenas u otras medidas sanitarias.
Además, el RSI adoptará el uso mundial de pasaportes digitales de vacunación. Ya en junio de 2023, la Unión Europea y la OMS anunciaron "una asociación digital a largo plazo para ofrecer una mejor salud para todos".
La enmienda propuesta al RSI garantizará un "intercambio digital mundial de información sanitaria" en el marco de la OMS.
Peor aún, en el RSI enmendado no se permitirá ninguna crítica al nuevo régimen de la OMS y a sus decisiones de declarar pandemias potenciales o reales, bloqueos y tratamientos, incluidas las vacunas:
En otras palabras, las mentiras, ofuscaciones y encubrimientos gubernamentales que tanto dominaron la última pandemia se normalizarán, y toda crítica quedará proscrita.
El mes pasado, Alemania se despertó con la revelación de que las autoridades sanitarias del país habían mentido sobre el covid. Documentos recién publicados, obtenidos por periodistas de investigación tras una batalla judicial de dos años, mostraban que la autoridad de salud pública alemana, también conocida como Instituto Robert Koch (RKI), aconsejó al gobierno alemán que la gripe suponía un riesgo mayor que el covid, que las mascarillas serían inútiles y que los encierros eran más peligrosos que el virus y podían provocar un aumento de la mortalidad infantil. Ninguna de estas preocupaciones se abordó en la práctica. En su lugar, el gobierno alemán -como la mayoría de los demás gobiernos- optó por medidas draconianas y totalitarias inspiradas en China.
Además, las preocupaciones del RKI nunca se comunicaron a la opinión pública alemana.
El Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus (que no es médico) ya ha fustigado a los detractores de las enmiendas previstas y del nuevo Tratado Pandémico calificándolos de teóricos de la conspiración que difunden "noticias falsas, mentiras y teorías conspirativas".
La toma de poder no sólo otorgará a la corrupta OMS poderes sin precedentes, sino que también beneficiará a los intereses especiales que controlan de hecho la OMS, principalmente la China comunista.
Gebreyesus es un viejo amigo de China, que se aseguró el puesto de director general después de que Pekín respaldara su candidatura, por encima de las rotundas objeciones de Ghana y Etiopía.
Gebreyesus, exministro de Asuntos Exteriores y de Sanidad de Etiopía, acusado en 2017 de ser "totalmente cómplice del terrible sufrimiento" causado por tres epidemias de cólera en Sudán y Etiopía, utilizó su papel en la OMS para ayudar a la campaña mundial de China por el dominio económico. Incluso nombró al aliado de Pekín, el dictador zimbabuense Robert Mugabe, "embajador de buena voluntad" de la OMS. Gebreyesus pagó aún más su deuda con Pekín cuando comenzó la pandemia del covid-19. No cuestionó la desinformación china sobre el brote, retrasó la declaración de emergencia internacional y protegió la economía china disuadiendo a los gobiernos de introducir controles de viaje. "Esto", escribió el Sunday Times, "permitió que el virus se extendiera por todo el mundo en las cruciales primeras semanas".
La OMS no es elegida, no tiene legitimidad democrática, no rinde cuentas a nadie y no dispone de mecanismos de control para restringir su alcance. Tras los horribles fracasos de la OMS durante el covid-19, la respuesta no es dar más poder a la organización, sino desentenderse de ella por completo.
Los propósitos antiliberales de la OMS de silenciar toda disidencia y definirla como "desinformación" representan una corrupción tanto de la ciencia como de la libertad de expresión, un resultado que no es de extrañar dada la enorme influencia que China ejerce evidentemente sobre el organismo y los Estados miembros de la ONU. No hay más que ver la buena disposición con la que gobiernos occidentales ostensiblemente liberales aplicaron medidas autoritarias del Partido Comunista Chino.
Una vez aprobados los nuevos instrumentos jurídicos, no habrá nada que impida a la OMS tomar decisiones descabelladas basadas en su corrupta visión de la ciencia. Una de esas visiones, totalitaria en su mentalidad, es que hay una única ciencia verdadera, aparentemente la de la OMS, y no puede haber discusión sobre ella. "Somos los dueños de la ciencia y creemos que el mundo debe conocerla", declaró Melissa Fleming, secretaria general adjunta de Comunicaciones Globales de la ONU, en la reunión del Foro Económico Mundial de Davos de 2022. También reveló que las plataformas de medios sociales ya "saben" que la ONU "es dueña" de la ciencia:
Dado que la ONU afirma que "posee la ciencia", ahora está lavando el cerebro al público para que crea que el "cambio climático" amenaza la salud mundial. Este punto de vista hace que sea probable que un día te encuentres en un encierro ordenado por la OMS para mitigar los efectos de la "crisis climática", junto con límites sobre a dónde vas, cómo puedes llegar allí, lo que haces y lo que puedes poseer.
Los Estados Unidos ya están viendo precursores de esto en las órdenes ejecutivas inconstitucionales de la Administración Biden, posiblemente incluyendo sus intentos de prohibir los vehículos con motor de combustión interna y las estufas de gas; ordenando lavavajillas que pueden necesitar ciclos repetidos para limpiar los platos, y nuevas regulaciones más estrictas sobre los acondicionadores de aire, lavadoras, frigoríficos, e incluso sopladores de hojas - y esto es sólo el principio.
La OMS informó en un comunicado de prensa el 22 de marzo sobre su nuevo "conjunto de herramientas que capacitan a los profesionales de la salud para hacer frente al cambio climático":
Evidentemente, la ONU y la OMS quieren un control ilimitado. Si los gobiernos nacionales no les ponen freno ahora mismo negándose a aprobar el nuevo Tratado sobre Pandemias y las enmiendas propuestas al Reglamento Sanitario Internacional, tendrán un control ilimitado, y seremos nosotros quienes se lo habremos dado.