Petro y la marihuana
La izquierda de la región pretende imponer una agenda con la que busca normalizar el uso de las drogas.
El nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, quiere legalizar el cannabis. No ha pasado ni un mes desde que tomó posesión de su cargo y el exguerrillero pretende finalmente legitimar actividades que siempre han estado relacionadas con las organizaciones terroristas que durante años han desestabilizado a su país.
El M-19 del que fue miembro Petro ha estado señalado de tener nexos con el narcotráfico. En 1974 ese grupo guerrillero robó la espada de Bolívar. El objeto fue dejado en manos de la familia de quien fuera el narcotraficante más famoso del planeta. Hay una fotografía en la que el hijo de Pablo Escobar posa con ella. Finalmente, en 1991 los terroristas la devolvieron, durante el gobierno de César Gaviria.
La izquierda de la región pretende imponer una agenda con la que busca normalizar el uso de las drogas. Esas sustancias, que durante tanto tiempo han dañado y siguen dañando tantas vidas, son las mismas que ahora quieren comercializar legalmente los Gobiernos como si se tratara de activos beneficiosos para la sociedad.
Hoy es el cannabis lo que quiere legalizar Petro, pero por esa ruta podría seguir abriendo un camino del que probablemente no haya retorno, y a través del cual se terminaría legalizando el uso de otras sustancias adictivas. Son innumerables los señalamientos que involucran a los movimientos irregulares armados de Colombia con el tráfico de cocaína; darle un carácter legal a esta droga en este momento sería un paso muy descarado por parte del Gobierno de Petro, pero ningún escenario es descartable cuando la izquierda ruin tiene el control. Los planes más insólitos y las cosas más absurdas siempre se les ocurren a los comunistas.
La izquierda latinoamericana es especialista en destruir países, en cambiar constituciones a conveniencia y en destrozar la moralidad de la gente sembrando odios, divisiones de clase y, más recientemente, legalizando drogas, entre otras acciones que son contrarias a las costumbres que históricamente definieron a la cultura latina.
El futuro de Colombia luce incierto en manos de un hombre que, en vez de dedicarse a los problemas reales que existen en su país, está preocupado por el destino de la marihuana.
Colombia superó muchos episodios difíciles y se había convertido en el país más estable de la región; hoy se cubre de sombras con la llegada al poder de un gobernante que tiene como referente el modelo fracasado de Maduro.
Solo el tiempo dirá cuál será el futuro de la Colombia de Petro. Esperemos que nuestros hermanos colombianos no permitan que su país sea destrozado y saqueado a manos de la izquierda que ahora gobierna, y que pretende darle un carácter legal a una sustancia adictiva que en muchas ocasiones sirve como una puerta de entrada para que los consumidores luego quieran experimentar con el uso de otras drogas más duras.