China y su vertiginosa expansión naval: un desafío global
Un informe revela que los astilleros chinos han construido el equivalente a toda la flota de la Marina Real Británica entre 2019 y 2023, lo cual genera preocupación en Estados Unidos.

Un portaaviones en el astillero de Dalian, China
En tan solo cuatro años, China ha logrado una proeza en el sector de la construcción naval que pone en alerta a las principales potencias militares del mundo. De acuerdo con un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), citado por The Telegraph, los astilleros chinos han construido el equivalente a toda la flota de la Marina Real Británica entre 2019 y 2023. Esta rápida expansión consolida a Pekín como una fuerza dominante en el mar y genera preocupación entre Washington y sus aliados.
Según el informe, cuatro de los principales astilleros chinos (Dalian, Guangzhou, Jiangnan y Hudong-Zhonghua) fabricaron al menos 39 buques de guerra con un desplazamiento total de aproximadamente 550.000 toneladas. En comparación, la Marina Real Británica posee actualmente 19 buques de superficie y 10 submarinos, sumando un desplazamiento de 440.000 toneladas.
La capacidad industrial china no se limita a lo militar. Durante el mismo período, estos astilleros también produjeron 19 millones de toneladas de buques comerciales, lo que pone en evidencia la interconexión entre la industria civil y la militar en el país asiático. El CSIS advierte que el 75% de los buques construidos en estas instalaciones fueron financiados por empresas extranjeras, lo que significa que una parte importante de los ingresos que sostienen la expansión naval china proviene del comercio internacional.
Una amenaza latente en el Pacífico
La rápida modernización de la Armada del Ejército Popular de Liberación ya ha posicionado a China como la mayor fuerza naval en número de buques, superando incluso a la Armada de Estados Unidos. En 2022, la flota china contaba con 351 barcos de combate, en comparación con los 294 del país norteamericano. Y las proyecciones apuntan a que, para 2030, China tendrá 425 buques operativos, mientras que la flota estadounidense alcanzaría los 300.
Si bien la Armada de EEUU aún mantiene una ventaja en tecnología y capacidad ofensiva, con una superioridad en destructores y cruceros con misiles guiados, la velocidad de reposición de buques chinos plantea un desafío estratégico. En un eventual conflicto prolongado, la capacidad de China para reemplazar sus barcos rápidamente podría inclinar la balanza a su favor.
Una industria de doble uso y su impacto global
La Corporación Estatal de Construcción Naval de China es el epicentro de esta transformación. Con 35 astilleros en operación, 12 de ellos especializados en la producción dual de buques militares y comerciales, la empresa estatal representa el 40% del tonelaje naval construido en China entre 2019 y 2024. Lo alarmante, según el CSIS, es que tres cuartas partes de sus ventas provienen de clientes extranjeros, lo que indirectamente refuerza la capacidad naval de China.
Ante este panorama, Washington ha comenzado a analizar medidas para contrarrestar el crecimiento de la industria naval china. Entre las estrategias propuestas se encuentran el aumento de tasas de atraque para los buques construidos en astilleros de doble uso, sanciones financieras contra la Corporación Estatal de Construcción Naval de China y un mayor respaldo gubernamental a los astilleros estadounidenses y de sus aliados.
Actualmente, EEUU representa apenas el 0,1% de la producción naval mundial, en contraste con el 53% de China. Japón y Corea del Sur, con un 13% y 29% respectivamente, también buscan reforzar su industria para equilibrar la balanza. La reactivación de la construcción naval estadounidense ha sido una promesa del presidente Donald Trump, quien recientemente declaró su intención de resucitar el sector.
Consecuencias geopolíticas
El avance chino en el mar tiene implicaciones directas en la estabilidad del mar Indo-Pacífico. Taiwán, territorio reclamado por Pekín, se encuentra en el centro de esta disputa. La creciente capacidad naval china podría alterar la percepción de riesgo de sus líderes, aumentando la posibilidad de una acción militar.
A medida que China amplía su influencia marítima, los Gobiernos de EEUU y sus aliados se enfrentan a la difícil tarea de contener su avance sin desencadenar un conflicto directo. Lo que es claro es que el dominio de Pekín en la construcción naval ha cambiado las reglas del juego y podría redefinir el equilibrio de poder en los próximos años.
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