"No es soplar y hacer botellas": el método Bukele en Ecuador
El Gobierno ecuatoriano de Daniel Noboa se enfrenta a una terrible crisis de seguridad que desde 2020 hace del país uno de los más violentos de América Latina.
"No es soplar y hacer botellas", sentenció el presidente y candidato a la reelección en El Salvador, Nayib Bukele, cuando la situación en Ecuador estalló el pasado martes. Desde El Salvador, Bukele observa cómo la situación con los grupos criminales empeora en un Ecuador que reacciona tarde ante el problema. Vuelve a surgir la pregunta que muchas voces elevaron ante el éxito de la política anti-crimen salvadoreña ¿puede exportarse el modelo salvadoreña al resto de América Latina?
Daniel Noboa aprieta el puño
Desde que el joven nuevo presidente ecuatoriano llegara al poder, el país parece dirigirse a su problema de seguridad pública con una nueva energía. Los decretos del anterior presidente Lasso no fueron suficientes para que Daniel Noboa, de 36 años, hiciera de la lucha contra los narcoterroristas un caballo de batalla en la campaña presidencial y en su discurso como actual jefe de Estado.
El heredero de un imperio del sector hortofrutícola, después del ataque coordinado de los grupos narcoterroristas del 9 de enero, aseguró que su Gobierno tomará las medidas que sean necesarias para enfrentar el problema de la delincuencia. "Para salir de este problema hay que tener huevos de avestruz, no huevos de cartón", aseveró el mandatario en una estación de radio nacional.
A partir de los ataques coordinados del 9 de enero, la Presidencia ecuatoriana declaró el estado de excepción y sacó a los militares a la calle. Las Fuerzas Armadas, junto con la Policía, participan ahora en el esfuerzo de cazar a los grupos criminales que fueron declarados como enemigos del Estado ecuatoriano. En estas operaciones, según datos ofrecidos el miércoles a la prensa, las fuerzas del orden lograron detener a 329 terroristas y abatir a cinco, la mayoría pertenecientes a bandas criminales como los Tiguerones, Lobos o los Choneros.
Pero no son las primeras medidas de las que Noboa hace recurso. Una semana antes, Noboa anuncio que imitaría al modelo de Bukele en El Salvador y crearía una nueva serie de grandes centros penitenciarios dedicados a los grupos criminales. Los planes adelantados por Noboa presentaron dos nuevos complejos carcelarios con capacidad para 12.000 reos.
En la presentación de su proyecto, Noboa hizo una referencia directa a las mega-cárceles de Nayib Bukele en El Salvador. "Para todos los Bukele lovers", bromeó el joven presidente cuando hizo su anuncio. "Es igualita, igualita. Si quieren ir, pasear, conocerla, quedarse una noche, pueden ir, cometan un crimen”.
Caldo de cultivo para el crimen
El año desastroso para la violencia en Ecuador fue 2020. Terminado el mandato del socialista Correa y en el ocaso de su sucesor, Lenin Moreno, el país experimentó un aumento exponencial de los asesinatos. Si antes de 2020 Ecuador gozaba de un clima de seguridad estable, con cerca de 6,5 asesinatos por cada 100.000 personas al año, en 2023 el mismo dato aumenta hasta acercarse a los 48 asesinatos por cada 100.000 personas.
El origen de la violencia se ubica en el uso del puerto de la ciudad de Guayaquil, que es una pieza clave en el esquema de distribución ilegal de los grandes grupos de narcotráfico suramericano. La ruta de la cocaína de Guayaquil estaba bajo control de las milicias de las FARC colombianas, que poco a poco debieron abandonar la región a consecuencia de los procesos de paz con el Gobierno. Se abrió entonces una ventana de oportunidad para los competidores de las FARC por el control del paso de la droga ecuatoriana.
La situación se vino a peores a después del desmantelamiento de los recursos y las infraestructuras de guerra contra el narco en Ecuador. Unas reformas llevadas a cabo por el socialista Rafael Correa para distanciarse de Estados Unidos, seguir una agenda antimperialista y complacer a la Venezuela chavista o al Brasil de Lula. Entre 2012 y 2017, la Administración de izquierda de Correa echó el candado a una base militar estadounidense en la costa del Pacífico, puso fin a la cooperación con la DEA y disolvió una unidad de élite de narcóticos de la Policía ecuatoriana que había sido entrenada por agentes estadounidenses.
Exportar el Bukelismo
Con este escenario, resulta improbable que el sector político ecuatoriano no se fije en el modelo de El Salvador, que logró reducir sus tasas de violencia criminal de forma drástica por medio de una política de mano dura con el crimen, junto con una serie de negociaciones.
El estado de excepción instaurado por Nayib Bukele hace ahora casi dos años fue el punto culminante de esa política agresiva que puso en jaque a las maras salvadoreñas, de las cuales los presuntos miembros comenzaron a inundar los centros penitenciarios a lo largo de procesos judiciales de un rigor puesto en duda por las organizaciones internacionales.
¿Pero es acaso posible llevar el modelo salvadoreño a otros países como Ecuador? Las medidas como las mega-cárceles pueden ser simple marketing. La realidad es que la situación en cada país es extremadamente distinta. Si en El Salvador las maras son pequeños grupos criminales que sacan sus ingresos de la extorsión y del crimen, en lugar del tráfico de drogas, la situación no es la misma en Ecuador, que se ha convertido en un hub para el narcotráfico de camino a Estados Unidos y Europa.
Tiziano Breda, investigador del Instituto de Asuntos Internacionales de Roma, asegura que los números también estaban del lado de Bukele y que eso le permitió vencer. De acuerdo con Breda, desde 2014 las autoridades salvadoreñas formaron una base de datos sobre las maras, que se estima cuentan con 75.000 integrantes en un país de 6,5 millones de habitantes. El Salvador podía contar con más de 25.000 policías y 20.000 militares desplegados en misiones de seguridad pública, incluso antes de que el presidente Bukele llevara a cabo una reforma de las fuerzas del estado para reforzarlas y dotarlas de más medios.