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Tucker Carlson intentó hacer quedar mal a Ted Cruz y terminó exponiéndose a sí mismo

No hay que saber la población de Corea del Norte para saber que Kim Jong-un es un tirano despreciable, que amenaza la paz en su región; ni hay que saber la población de Cuba o de Venezuela para afirmar que tanto Maduro como Díaz-Canel son dos carniceros despiadados que odian a Estados Unidos.

Tucker Carlson entrevista a Ted Cruz.

Tucker Carlson entrevista a Ted Cruz.TCN

Tucker Carlson, quizá el periodista conservador más famoso del mundo, entrevistó al senador republicano —y voz de autoridad en la derecha de EEUU—, Ted Cruz. En la entrevista, Tucker intentó hacer quedar mal a Ted Cruz en varias ocasiones por sus posturas sobre la guerra en Irán y sobre Israel.

Aunque hace unos años Tucker era una de las voces más fuertes contra el régimen iraní —al punto de pedir su aniquilación, ahora se opone por completo a cualquier medida de presión contra Irán y es un gran crítico del Estado de Israel y su primer ministro, el conservador Benjamin Netanyahu. En la entrevista con Ted Cruz, Tucker planteó estos puntos y se esforzó en perfilar al senador como un halcón de la guerra cuyos intereses nada tienen que ver con los intereses de Estados Unidos.

El problema es que Tucker intentó hacer esto de una forma bastante mezquina y baja. Con el propósito de descolocarlo, el periodista le hizo preguntas capciosas, malintencionadas, y sinceramente irrelevantes. 

Tucker le preguntó a Ted Cruz cuál era la población de Irán. Como Cruz no supo responder, Tucker empezó a decir que eso era una muestra de que el senador no tenía ni idea de qué estaba hablando. Que el Ted Cruz pedía más presión para un régimen del que no sabe nada. 

En otro punto, Ted Cruz citó un versículo de la Biblia. Tucker hizo lo propio. Le preguntó de qué parte exactamente era el versículo y Cruz tampoco supo decir con precisión. Y así, la entrevista estuvo llena de preguntas capciosas, como si se tratara de un cuestionario para ser admitido en algún lado —Tucker también le preguntó a Cruz que cuál era la etnia religiosa de los iraníes y, en este caso, el senador contestó, acertadamente, que son persas chiítas. 

Puede que sea importante que Cruz, sobre todo siendo una relevante voz en el tema, no sepa exactamente cuál es la población de Irán, o en qué parte de la Biblia aparece un versículo que cita. Pero ello no son cuestiones determinantes. No hay que saber la población de Corea del Norte para saber que Kim Jong-un es un tirano despreciable, que amenaza la paz en su región; ni hay que saber la población de Cuba o de Venezuela para afirmar que tanto Maduro como Díaz-Canel son dos carniceros despiadados que odian a Estados Unidos.

Ted Cruz habla con propiedad de la situación de Irán. Primero, porque sabe en términos generales qué ocurre y, segundo, porque moralmente está del lado correcto: en contra del régimen despiadado de Jameneí. 

El senador, más allá de esos momentos aislados desesperantes, supo explicar muy bien por qué Estados Unidos debía tomarse en serio el problema iraní y por qué debía apoyar incondicionalmente a Israel. Cruz le dijo a Tucker una verdad que el periodista intentó negar: el régimen iraní ha planificado asesinar a Donald Trump y eso merece consecuencias.

La entrevista, más allá del ánimo de Tucker Carlson, es entretenida. Ted Cruz se defiende bien y plantea puntos esenciales. Sin embargo, con los clips que se han divulgado masivamente y el tono de Tucker, es claro que se urdió como una emboscada, a partir de preguntas capciosas, para hacer quedar mal a uno de los conservadores más prominentes y serios de Estados Unidos.

Es mezquino. Siendo conservador, lo que Tucker hace con un coideario como Cruz habla muy mal de él. Desde hace semanas, sus ataques los ha dirigido hacia lo interno del movimiento conservador y el proyecto MAGA. Aunque él alerta de que hay quienes aspiran a dividir a la base de Trump, es él el primero que lo está haciendo.

Ted Cruz no es un neoconservador ávido de sangre, como intentó presentarlo Tucker. Lo contrario, es alguien pragmático, con principios claros, que entiende bien que Estados Unidos ha cometido el error de involucrarse en guerras infértiles; pero que no puede cometer el error de enterrar la cabeza en la tierra mientras sus enemigos cogen fuerza y se envalentonan. 

Es precisamente la pasividad de Obama lo que terminó volviendo a Irán un problema como lo es hoy, que ataca a Israel despiadadamente, financia grupos terroristas por el mundo y conspira para asesinar al presidente de Estados Unidos. Fue precisamente la mediocre e ingenua política exterior de Carter, lo que provocó que Irán se transformara en una peligrosa teocracia, cuyo propósito es el aniquilamiento de los infieles, empezando por Israel, pero terminando con Estados Unidos.

Porque eso es lo que no entienden ni Tucker ni quienes quieren mirar a un lado e ignorar el problema de Irán. El régimen iraní, que no es un simple sistema autocrático, es impulsado por el dogma religioso. Lo mueve la guerra santa. La yihad lo determina y eso será así independientemente de quien esté en la Casa Blanca.

Obama, ingenuo, pensó que podía mantener a raya a la teocracia. Trump cometería el error de, desaprovechando los logros militares de Israel, no ayuda a terminar el trabajo. 

Esto último lo entiende Ted Cruz a la perfección quien, frente a Tucker, defendió los intereses tanto de Estados Unidos como del presidente Trump. Tucker, en cambio, aunque intentó hacer quedar mal a su entrevistado, quedó expuesto como alguien inconsistente y con muy malas intenciones frente al movimiento conservador. 

Un usuario de X, The Misfit Patriot, lo dijo muy bien: "Este es el ejemplo más flagrante de las tácticas de manipulación de 'debate conmigo, hermano'. No hay interés en absoluto en una discusión real, sólo preguntas capciosas para clips, que pueda recortar, y luego utilizarlos como propaganda para su narrativa".

Quien está dividiendo, en todo caso, es Tucker Carlson. 

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