Israel está haciendo del mundo un lugar mejor
“Si quieres paz, prepárate para la guerra” es una frase que le queda como anillo al dedo a la actualidad mundial. A pesar del antisemitismo de la ONU y la cobardía de gran parte de Occidente, el Estado judío está llevando a cabo una proeza histórica y heroica que debilita a los enemigos del mundo libre.
Con la eliminación de Hassan Nasrallah, secretario general de Hezbolá, Israel casi termina de barrer a todo el liderazgo de la organización terrorista en tiempo récord. Esto, sumado al reciente y sorpresivo ataque de los beepers y walkie talkies y al asesinato selectivo de Ismail Haniyeh, líder del buró político de Hamás, en Irán meses atrás, ha quedado claro qué bando es ampliamente superior en todo sentido. No nos podemos olvidar, además, de los contundentes ataques contra posiciones terroristas en Siria y las fuertes contraofensivas en Yemen tras los lanzamientos de misiles por parte de los hutíes.
En las redes sociales aparecieron imágenes de multitudes en Siria y el Líbano celebrando la muerte de Nasrallah, ya que no todo el mundo árabe, desde ya, está feliz con la presencia iraní en la región y entiende que fue justamente el régimen de los ayatolás el principal culpable del fuerte deterioro libanés, tanto a nivel económico, como social y político. Y podría decirse que de los palestinos también.
Sin embargo, hay más personas en el mundo árabe que quieren celebrar la desaparición física de Nasrallah y otros terroristas, pero no pueden decir lo que realmente piensan si quieren seguir manteniendo la cabeza sobre el cuello.
En contraste con sus enemigos, quienes gritan mucho y atacan como chimpancés arrojando sus propias heces, Israel habla poco y actúa mucho usando la materia gris con trabajos de inteligencia espectaculares; sus maniobras son impredecibles, sorpresivas, quirúrgicas, implacables.
Estas aptitudes del Estado judío tal vez estén relacionadas con su instinto de supervivencia, ya que convive con vecinos fanáticos, racistas y primitivos que quieren hacerlo desaparecer, y que además cuentan con el respaldo de la ONU e incluso con el apoyo cada vez menos solapado de ciertos especímenes de Occidente, como el presidente francés Emmanuel Macron.
Lo cierto es que el accionar de Israel contra los enemigos del mundo libre es fundamental para dar un paso más hacia la paz en el mundo. Aquella frase que dice “Si quieres paz, prepárate para la guerra”, escrita por el escritor del Imperio romano Flavio Vegecio Renato, le queda como anillo al dedo a la actualidad del mundo, y del Medio Oriente en particular.
Tras la masacre del 7 de Octubre, podemos afirmar, tal como suele expresar el activista árabe-israelí Yoseph Haddad, que “Israel está hablando en árabe”, ergo, el Estado judío está aplastando a sus enemigos de la región, sin miramientos, ya que sus vecinos sólo entienden un idioma: la fuerza.
Meses antes de la masacre del 7 de Octubre, cuando Israel sufría una ola de terrorismo que incluía atentados terroristas palestinos y ataques con cohetes desde Gaza, el Líbano y Siria, Haddad advirtió, en un artículo publicado en el medio israelí Mida, que la división de los israelíes debido a las luchas internas en torno a la reforma judicial propuesta por el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu estaba llevando a que el Estado judío perdiera su “capacidad de disuasión”.
“Es hora de recalcular la ruta y permitir que las FDI hablen en árabe”, expresó Haddad. Y añadió: “La política de contención sólo pospone el final, y cuando llegue el momento de pagar, el precio será más alto. En Medio Oriente, toda contención se percibe como rendición y debilidad”.
Esa política de contención se acabó. Esta vez, las autoridades israelíes parecen estar presentando atención a lo que ha estado planteando Haddad: pensar en el largo plazo, más allá de los hipócritas repudios de gran parte del mundo y de las amenazas de los grupos y Gobiernos racistas y terroristas que buscan borrar del mapa al Estado judío.
Las contraofensivas limitadas otorgaban calma en el corto plazo y garantizaban que no hubiera por un tiempo determinado una guerra a gran escala, pero de esta manera los grupos terroristas en Gaza, la Ribera Occidental, el Líbano y Siria podían usar ese tiempo de relativa tranquilidad para rearmarse, mejorar su infraestructura y planificar ataques cada vez más fuertes contra Israel.
Que el Estado judío haya comenzado a hablar en árabe no solo lo beneficia a él, sino también a todo el mundo.
Lo cierto es que de esta manera ganan todos los que están a favor de la paz con Israel o simplemente quieren vivir tranquilos. Con la muerte de Nasrallah y el resto de la cúpula de Hezbolá, es momento de aprovechar la debilidad del grupo terrorista y terminar de acabar con él, como así también con Hamás en la Franja de Gaza.
Israel, rodeado de enemigos, y recibiendo ataques desde todos los puntos cardinales por parte de fanáticos desquiciados con ambiciones genocidas -apoyadas directamente por Irán y un tanto solapadamente por China y Rusia- está llevando a cabo una proeza histórica y heroica, que, como era de esperar, no es acompañada como debe por la cobardía e hipocresía de una gran parte de Occidente y mucho menos por una ONU plagada de antisemitismo islamista e izquierdista.
Israel seguirá hablando en árabe porque quiere seguir existiendo y nadie podrá doblegarlo. Es hora de que el mundo despierte y deje de dispararse en el pie. Europa se está suicidando lentamente al colocar la alfombra roja al islamismo radical y necesita cambiar drásticamente sus políticas.
Pero nadie debería culpar al pueblo del Estado de Israel (judíos, musulmanes, cristianos, drusos, etc) por no querer seguir por ese camino suicida; el pueblo del Estado de Israel vive y continuará viviendo.