Distrito escolar de Berkeley, el santuario antisemita
Maestros de todos los niveles en Berkeley utilizaron las escuelas para apoyar y organizar actividades que denigran a los israelíes y promueven la judeofobia.
El Distrito Escolar Unificado de Berkeley (BUSD ) ha sido acusado ante la Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación de EEUU a causa del infierno que sufren sus estudiantes judíos por parte de la comunidad educativa, dado que los administradores del distrito han ignorado miles de reclamos de los padres y han permitido a sus escuelas ser abiertamente judeófobas.
Los incidentes incluyen persistentes gritos en aulas y pasillos del tipo "maten a los judíos" o que a los estudiantes judíos se les pregunte ¿cuál es su número?, en referencia a los números tatuados a judíos durante el Holocausto. Los estudiantes judíos también han tenido que soportar el adoctrinamiento antisemitas de los maestros y actividades como "huelgas" promovidas por maestros para dedicarse a elogiar a Hamás, incluso un maestro de segundo grado obligó, en una actividad para niños, a que los pequeños escriban: "Dejen de bombardear a los bebés" en notas para exhibir en el edificio. Los alumnos de las escuelas del distrito están aprendiendo a mantener la cabeza gacha, a ocultar su judaísmo y pasar sus días escolares con miedo a recibir violencia física.
Esta normalización del antisemitismo en medios de comunicación, teatros, universidades y en distritos escolares enteros, representa un estado de violencia de niveles que no se comprenden si no se busca el origen larvario de este odio que ya no es achacable a "pequeños grupos ideologizados". La hostilidad hacia el Estado de Israel tiene una propaganda basada en la narrativa de la izquierda posmoderna que encontró en la acusación de "colonialismo" la llave para disimular su antisemitismo. Pero la masacre del 7 de octubre demostró que la justificación e incluso el goce ante la tortura, violación y muerte de adolescentes y niños no era adjudicable a las discrepancias sobre la creación del Estado judío en 1948. Describir como "resistencia" a la incineración de un bebé vivo indica un estado de situación mucho peor al imaginado. Mucho más si esa narrativa se pregona de forma sistemática e institucional en ciudades enteras como está ocurriendo en Estados Unidos.
Los informes presentados por el Centro Louis D. Brandeis y ADL (Liga Antidifamación) sostienen que los maestros de Berkeley utilizaron recursos e instalaciones del BUSD para "promover, apoyar y organizar huelgas y actividades que denigran a los israelíes y piden la eliminación de los judíos". Las actividades eran realizadas en el horario de clases e incitaban a niños y adolescentes a dejar sus estudios, ofreciendo además ausencias justificadas para alentar la asistencia sin permiso de los padres. Los mítines eran eventos en los que los estudiantes gritaban "Maten a los judíos", "Que se jod** los judíos", "Que se jod** Israel", "Maten a Israel", "Odio a ese pueblo" y "Del río al mar, Palestina será libre".
Al convertir a los terroristas de Hamás en héroes de la resistencia, la comunidad educativa ha conseguido el salvoconducto para poder exponer su felicidad por los crímenes cometidos contra judíos por el sólo hecho de serlo.
Los casos son tantos que resulta evidente el favor de autoridades no sólo de educación, sino de seguridad y de funcionarios políticos. Por ejemplo, un profesor de arte de una escuela secundaria usó muchas de sus clases para mostrarles a los adolescentes videos violentos pro-Hamás, proyectando imágenes antisemitas y empapelando las paredes del aula con estas imágenes que toleraban la violencia contra civiles. Otro profesor de historia pidió a sus alumnos que respondieran a la siguiente pregunta en clase: "¿Hasta qué punto se debe considerar a Israel un Estado de apartheid?" y después proyectó un vídeo antiisraelí, diciendo que los argumentos que se oponían a la narrativa del apartheid eran "risibles". Una maestra de segundo grado pidió a los niños que escribieran mensajes para pegar en el pasillo de la escuela usando uno que ella misma escribió como ejemplo que rezaba: "Dejen de bombardear a los bebés" cosa que sus alumnos copiaron. Las notas fueron a pegarlas al aula del único maestro judío de la escuela.
¿Cuán impunes se sintieron los maestros para realizar durante meses estos actos? Según la denuncia, el acoso antisemita entre alumnos ha aumentado, a medida que los estudiantes copian a sus profesores. Por ejemplo, un estudiante judío presentó un proyecto relacionado con su ascendencia judía y su compañero de estudios tachó la palabra "judío" y escribió "Palestina libre". A otro pequeño alumnos le dijeron: "No me gusta tu gente" y cuando un grupo de estudiantes cometió un error durante un experimento de laboratorio, un estudiante gritó: "por supuesto que fueron los judíos". Si bien BUSD ha recibido un número récord de quejas de antisemitismo, la Junta de Educación de Berkeley ha ignorado las preocupaciones de los padres. Para peor los directores trasladaron a los estudiantes judíos a otras clases, lo que provocó graves interrupciones en el horario de los estudiantes que debieron sentarse en el centro de salud o en la biblioteca haciéndolos sentir separados y culpables. Este desplazamiento de alumnos judíos permitió además que los docentes se sintieran más libres para seguir adoctrinando a los estudiantes restantes, al tiempo que obligaba a los estudiantes judíos a tener que ponerse al día con las clases que perdieron en el semestre.
Lo que el santuario antisemita de Berkeley está justificando es un hecho que causó un deliberado e inimaginable nivel de sufrimiento bajo la excusa de una "resistencia al poder". Al convertir a los terroristas de Hamás en héroes de la resistencia, la comunidad educativa ha conseguido el salvoconducto para poder exponer su felicidad por los crímenes cometidos contra judíos por el sólo hecho de serlo. Resulta vital entender entonces cuál es la naturaleza de los deseos que las autoridades del distrito escolar alimentan. Qué cosa los hace felices. Cabe recordar que, luego del 7 de octubre, hubo más festejos y marchas de apoyo a Hamás en occidente que en la totalidad de los países árabes.
Curiosamente, quienes odian a Israel no tienen los mismos sentimientos para con los países cuyo historial sí documenta acciones de rechazo contra palestinos. No critican la violencia generalizada contra los palestinos en la región así como en Asia y África. No hay marchas sobre estos acontecimientos y sólo el diminuto país hebreo genera indignación instantánea. Tampoco se habla del desplazamientro de cientos de miles de judíos de todos los países de Medio Oriente y se llama colonial al país más pequeño de la región, al que también critican por las circunstancias y época de su fundación que son las mismas que las del resto de los países vecinos. Quienes pretenden la desaparición de Israel nada dicen de cuál sería el destino de los millones de refugiados judíos que huyen de la discriminación y la persecución en Europa, Rusia y del resto de los países de Medio Oriente.
El acoso antisemita ha llevado a algunas familias a decidir mudarse lejos de sus casas.
Reconocer cualquiera de estos temas arruinaría la narrativa antisemita que presenta a los judíos como enormemente poderosos y moralmente inferiores, relato que sostiene la acusación de genocidio formulada frecuentemente contra Israel para presentar al país como perpetrador de uno de los peores crímenes que se pueden cometer. Esta es la acusación que se ha formulado durante décadas, sin importar el dato concreto del aumento constante del tamaño de la población palestina. Pero al antisemitismo no le importan los datos, un ejemplo de esto puede verse en la reciente conferencia llamada "¡Por un alto el fuego inmediato en Gaza! ¡Por el fin de la ocupación colonial y del apartheid en Palestina!" En la que un grupo de intelectuales herederos de más la rancia estirpe del antisemitismo sesentayochista como Judith Butler consideraron que el ataque del 7 de octubre es un acto de legítima resistencia. La abanderada del feminismo radical no se detiene ante el hecho de que las mujeres bajo el yugo de Hamás carezcan de los más mínimos derechos y como creadora de la teoría queer tampoco se preocupa de que allí se ejecute a homosexuales con sadismo sin igual. Ella, y los que piensan como ella, cree que la avala su moral superior, se considera superior a las niñas judías violadas sistemáticamente desde el 7 de octubre, esa es la base del antisemitismo, por eso los datos resultan superfluos.
Son cazadores de brujas modernos y por eso están agazapados a la espera de boicotear todo lo que tiene alguna conexión con Israel. Esta es la ideología en la que se formaron los docentes y alumnos del distrito escolar de Berkeley. Según Kenneth L. Marcus, ex subsecretario de Educación de los Estados Unidos: "La erupción del antisemitismo en las escuelas primarias y secundarias de Berkeley no se parece a nada que haya visto antes", y agrega "ya es bastante peligroso ver a los profesores avivando las llamas del antisemitismo en los campus universitarios, pero ver a los profesores incitando al odio en los grados más jóvenes mientras los administradores de Berkeley se quedan de brazos cruzados mientras continúa aumentando día a día es reprensible. ¿Dónde está la responsabilidad? ¿Dónde está la gente que se supone debe proteger y educar a los estudiantes?"
Berkeley no es el único distrito denunciado, se han presentado demandas en otras instituciones para impedir que se enseñe contenido antisemita en las escuelas públicas de Santa Ana, de Wellesley, en la Universidad del Sur de California (USC), en el Brooklyn College, en la Universidad de Illinois y en la American University entre otras. En Navidad, un grupo de estudiantes del Mount Holyoke College publicó varios gráficos afirmando que la "lucha armada" es la única manera de "liberar Palestina" y pidió a la universidad que rompa los lazos con Costa Coffee, Coca-Cola y programas de estudio en el extranjero en Israel. El grupo invitó al profesor de la Universidad de Michigan, Umayyah Cable, quien calificó el ataque de Hamás como "la liberación de Palestina".
El acoso antisemita ha llevado a algunas familias a decidir mudarse lejos de sus casas. En el Distrito Escolar Unificado de Oakland al menos 30 familias judías se mudaron por no poder soportar el acoso. La enseñanza hostil hacia Israel y los judíos ha generado temor entre los padres ya que el sindicato Oakland Education Association (OEA) impuso una actividad llamada "OEA para Palestina" para que los maestros den lecciones sobre el conflicto en Gaza desde un punto de vista palestino a estudiantes de tan sólo 4 años.
Para que una sociedad tolere, justifique y finalmente desee y goce con el sufrimiento de un grupo, es necesaria una narrativa, una moral y una institucionalidad acorde con la miseria de la propuesta.
Un padre declaró a CBS que "en este momento, francamente, ninguno de nosotros en la comunidad siente que alguien nos respalda. Todos estamos mirando por encima del hombro y no sabemos en quién confiar". En las clases se les decía a los niños que tenían que ser "plenamente solidario con mis hermanos palestinos mientras luchan por el derecho al retorno". Judy Greenspan, una de las organizadoras, dijo que los miembros de la junta directiva del sindicato aprobaron una resolución y agregó que más de 100 docentes se inscribieron para ser parte, además de sostener que si bien esta fue la primera clase, planean tener más durante el año escolar.
Todo este clima presagiaba que la violencia física se iba a presentar tarde o temprano y así ocurrió, justamente en Berkeley. A fines de febrero, un grupo de estudiantes llamado Osos por Palestina publicó en Instagram su intención de impedir que se desarrolle un evento en el que participaba el reservista y abogado de las Fuerzas de Defensa de Israel, Ran Bar-Yoshafat. Antes de que el evento comenzara cientos de estudiantes cercaron el edificio golpeando puertas y ventanas, impidiendo que los asistentes ingresaran y forzando la entrada al grito de "intifada". Luego todo se volvió más violento, los estudiantes que querían asistir al evento fueron escupidos, insultados y golpeados y los antisemitas se salieron con la suya logrando que la conferencia no se hiciera.
Los momentos más oscuros de la historia de la humanidad no ocurrieron de un día para el otro. Para que una sociedad tolere, justifique y finalmente desee y goce con el sufrimiento de un grupo, es necesaria una narrativa, una moral y una institucionalidad acorde con la miseria de la propuesta. Una de las víctimas de la conferencia cancelada, Sharon Knafleman, describió la violenta manifestación en el campus, con los manifestantes pro palestinos rompiendo todo en Zellerbach Hall: "Detrás de mí la multitud agarró a una niña por el cuello y la empujó (…) ¿Es esta la Alemania de 1938-39? ¿La Alemania nazi? ¿Dónde tengo que esconderme porque mi seguridad está en riesgo?" se preguntó la joven. Tal vez esa sea la pregunta que deberían hacerse los ciudadanos de todo el mundo libre, porque esta corriente de odio no es exclusivamente contra Israel. Es enorme, es profunda, es letal y es contra occidente.