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Mesianismo letal: los peores suicidios colectivos en sectas

Recordamos las cinco masacres más importantes provocadas por líderes pseudorreligiosos que prometían una vida mejor a sus seguidores.

(The Jonestown Institute/Wikimedia Commons)

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La muerte por inanición de los seguidores del pastor keniano Paul McKenzie se suma al macabro listado de sectas en las que los líderes llevaron al suicidio a sus feligreses como culmen de sus preceptos para llegar a una vida mejor en el más allá. En algunos casos, los suicidas fueron ayudados directamente por los fundadores, que provocaron incendios tras encerrar a sus seguidores o les dispararon para facilitar el abandono de sus "recipientes" corporales.

Iglesia del Templo del pueblo

Jim Jones fue el causante del mayor suicidio colectivo de la historia. Jones se consideraba a sí mismo una figura a la altura de Jesucristo y propugnó la aceptación de los negros en las comunidades protestantes, lo que él mismo llevó a cabo en su secta. Bajo un férreo autoritarismo, y con influencias del comunismo, en 1965 se trasladó con sus entonces 140 seguidores a California donde fundó una sociedad agraria autárquica en el condado de Ukiah. En 1972 se mudó a San Francisco, donde instaló su sede, y Los Ángeles. En esta época consiguió darse a conocer por sus "curaciones por la fe".

Su discurso antirracista le permitió que más de la mitad de sus 3.000 seguidores fueran negros. Él mismo adoptó a seis hijos de diferentes razas a los que llamaba "mi familia arcoíris". Estos postulados permitieron que las acusaciones de maltrato, palizas y explotación fueran ignoradas y que el mismo alcalde de San Francisco le respaldara como un miembro destacado de la comunidad.

Cuando su comunidad se quedó en 100 personas, cambió el nombre del grupo a "Discípulos de Cristo" y consiguió reanimar su popularidad, volviendo a alcanzar los 900 adeptos. Se trasladó a Guyana, donde compró un terreno y prometió a sus seguidores que estarían en el paraíso. La realidad estuvo llena de explotación laboral, crueles castigos y brutales palizas, además de humillaciones a quienes se atrevían a poner en duda su autoridad. El congresista Leo Ryan, que viajó a comprobar lo que ocurría, fue asesinado por miembros de la secta cuando regresaba a EEUU con algunos desertores. Esa misma noche, reunió a todos sus seguidores, niños incluidos, y les hizo tomar un veneno que acabaría con sus vidas. El cuerpo de Jones fue encontrado con un disparo de escopeta.

Orden del Templo Solar

El 5 de octubre de 1994 fueron descubiertos, simultáneamente, grupos de cadáveres en dos cantones suizos y Canadá. En Cheiry, (Friburgo), se encontraron 23 cuerpos envueltos en ropajes ceremoniales rodeados por las llamas. En el cantón de Salvan (Calais) aparecieron otras 25 personas sin vida. Poco después se conocía que cerca de Montreal otros cinco cadáveres calcinados habían sido descubiertos. Las investigaciones descubrieron que todos tenían en común su pertenencia a la Orden del Templo Solar, una secta apocalíptica que buscaba alcanzar otra dimensión. La investigación señaló que varios de los fallecidos en Cheiry habían ingerido veneno, mientras que 10 de los difuntos presentaban heridas de bala. 20 de las 23 víctimas de Salvan recibieron un disparo en la cabeza.

Sus fundadores eran Joseph di Mambro, un relojero y joyero suizo fascinado por lo esotérico, y Luc Jouret, un médico nacido en el Congo que pasó a ser considerado un profeta entre sus seguidores. Los fieles pertenecían a la clase alta, por lo que los ingresos de la secta eran notables y sus líderes pudieron abordar la compra de mansiones. Sus enseñanzas mezclaban rituales del cristianismo protestante con creencias New Age y ritos masones. Para poder acceder, los postulantes debían pasar un protocolo de iniciación con una complicada serie de ceremonias, cada una con su propio atuendo particular, y el pago de una tarifa de iniciación, que incluía joyas, trajes y gastos administrativos. Las parejas del movimiento sólo podían tener hijos con la autorización expresa de Di Mambro.

Su reputación se vio salpicada con la masacre de los Davidianos en Waco, y comenzaron a ser investigados en EEUU acusados de estar detrás de una serie de asesinatos políticos. Ante el descontento de los veteranos y las rencillas internas, Di Mambro y Jouret anunciaron que el fin del mundo se aceleraba y que tenían que preparar el "tránsito hacia Sirius", estrella más brillante de la constelación del Can Mayor. Para ello, organizaron una serie de suicidios colectivos en los que se estima que participaron unas 74 personas, además de ordenar el asesinato de algunos miembros que abandonaron la secta.

Restauración de los Diez Mandamientos de Dios

Convencidos de que el año 2000 se acabaría el mundo, una mujer, Credonia Mwerinde (una ex prostituta de 40 años), y otros miembros de su familia fundaron la secta en Uganda, que llegó a contar con más de 1.000 miembros. Las autoridades, que vigilaban a otros grupos, llegando a disolverlos, consideraron que la Restauración era inofensiva.

Se sumó a los dirigentes Joseph Wibweteere, conocido como "el profeta". Escribió Okuwahaho Kubusinge Obu (El fin de esta generación), texto básico del movimiento. Anunció que el fin del mundo se produciría el 31 de diciembre de 1999, aunque finalmente retrasó su predicción para el 2.000. Seguían unas pautas muy estrictas. Las mujeres vestían con túnicas blancas, y los hombres con camisas verdes o negras según el caso. Rechazaban toda atención médica, puesto que creían que la salud es un don divino que se alcanza mediante la oración.

En 1999, los líderes ordenaron a sus seguidores vender todos sus bienes y entregarlos a la iglesia, porque el fin del mundo era inminente. El anuncio de que el Apocalipsis se retrasaría un año provocó protestas y revueltas entre los fieles. Para calmarlos, los líderes los convocaron a una semana de oración en la que el último día se encontrarían con la Virgen María. Durante una semana, cientos de personas permanecieron en el templo de la secta rezando y cantando, cuando finalmente la instalación se incendió como consecuencia de varias explosiones, mientras los feligreses permanecían en su interior, con las salidas bloqueadas por los mandatarios, que nunca han sido localizados.

Posteriormente se descubrieron los cuerpos de personas que habían discrepado con mayor fuerza y fueron asesinados por miembros de la secta antes o durante la semana de oración.

Puerta del cielo

En 1997, en San Diego (California), 18 hombres y 21 mujeres fueron encontrados muertos en sus camas. Los fallecidos iban perfectamente uniformados, vestidos de negro, con el mismo calzado deportivo y la cabeza cubierta por telas de color morado. Se trataba de los seguidores de la secta conocida como Puerta del cielo, que creían que tras la cola del cometa Hale Bopp se escondía una nave espacial.

Los miembros estaban convencidos de que, si conseguían liberarse de sus recipientes (sus cuerpos), podían formar parte de la tripulación del vehículo y salvarse de la inminente catástrofe que aguardaba a La Tierra. Para conseguirlo, procedieron a la ingesta de barbitúricos, además de ayudarse entre ellos para morir por asfixiados con bolsas de plástico.

Davidianos

Aunque el final del grupo es confuso, el fundador, David Koresh, buscaba un suicidio colectivo como colofón a sus enseñanzas. Él mismo y otras cien personas fallecieron durante el asalto de las fuerzas del orden a un rancho donde los miembros de la secta se habían atrincherado. La versión oficial de la investigación declaró que el propio Koresh provocó el incendio que causó la masacre. Además de 76 seguidores de la secta, cuatro agentes de policía perdieron la vida.

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