Creación de empleo y reducción de la pobreza, los avales de Bolsonaro para la reelección
Brasil reduce la tasa de paro al 8,9%, la inflación al 7,2. La pobreza y la desigualdad están en mínimos históricos.
La mejora de la economía brasileña se ha convertido en el principal argumento de Jair Bolsonaro para conseguir la reelección en las elecciones presidenciales del domingo 30 de octubre. Tras la grave crisis que provocó la pandemia, el país ha recuperado la senda del crecimiento (+1,7% en el segundo trimestre) y las medidas para reducir la inflación están dando resultado. Además, el presidente ha lanzado varias medidas de apoyo a los más desfavorecidos, su principal punto débil frente a Lula da Silva.
La economía fue una de las razones que explican la histórica llegada de la derecha al poder en Brasil, y ahora puede ser su tabla de salvación para seguir en el poder. En 2013, el boom económico de Brasil -que vio como su PIB crecía un 40% en apenas 13 años- se hizo añicos, y el país entró en una durísima recesión. Gastos desorbitados, sin control, muchos de ellos por la construcción de estadios de cara al Mundial de fútbol de 2014 y, sobre todo, una corrupción brutal, que salió a la luz en esas fechas y que acabaría con el propio Lula en prisión.
Desde 2014, el déficit y el desempleo se dispararon. El paro alcanzó su nivel histórico más alto en marzo de 2017 (13,9%), mientras que el PIB sufrió varios años de recesión durante el mandato de Dilma Rousseff.
Un mandato marcado por la pandemia
Tras su llegada al poder, Bolsonaro comenzó a aplicar su programa. Así, afrontó uno de los principales problemas del país, el alto coste de las pensiones (el 8,2% del PIB en 2016), aprobando una ambiciosa reforma. Entre las medidas destaca la imposición de la edad mínima para jubilarse, (62 años para las mujeres y 65 para los hombres), siempre que se haya cotizado entre 15 y 20 años mínimo, respectivamente. Según sus cálculos, el Estado ahorrará 870.000 millones de reales (217.500 millones de dólares) en la próxima década.
El mandato económico de Bolsonaro ha estado fuertemente condicionado por la pandemia de 2020. El presidente brasileño, viendo el coste económico que suponían, fue uno de los principales detractores mundiales de las medidas de aislamiento. Su posición le ha valido numerosas críticas, y los más de 674.000 muertos por el Covid son uno de los principales argumentos del equipo de Lula. No obstante, en lo económico, consiguió limitar el déficit al 3,9% interanual (la mayor caída en 25 años) frente al 5,3 augurado por el FMI. El desempleo también sufrió un fuerte incremento, alcanzando el 13,8%.
Medidas para reflotar la economía
En 2021, viendo que la situación no terminaba de mejorar, Bolsonaro decidió romper el pacto fiscal para garantizar la austeridad de las cuentas públicas. La bolsa sufrió una caída y la inflación alcanzó el 8,3%, pero Brasil cerró el año con una subida del PIB del 4,1% y el paro descendió hasta el 13,2%. Además, continuó con su política de bajada de impuestos.
2022, el año del despegue económico
A lo largo de 2022, la economía brasileña ha continuado la senda alcista. El PIB subió un 1,7% en el segundo trimestre, mejorando las expectativas de los expertos. El FMI ha mejorado la previsión de crecimiento del país para el conjunto del año hasta el 2,8%. Un 1,1% más frente al 1,7% anunciado por el organismo internacional.
Histórica reducción del paro
Además, Bolsonaro está sacando pecho porque el mercado laboral ha superado los 100 millones de trabajadores. En porcentaje, Bolsonaro ha conseguido reducir la tasa de desempleo del 12,6% de 2021 al 8,9% actual.
Reducción de la inflación
Sin duda, otro de los triunfos del equipo económico es la lucha contra la inflación. Tras el fuerte incremento producido por las medidas para reactivar la economía, el incremento de los precios se sitúa en una tasa interanual del 7,2%, inferior a la de países mucho más desarrollados como Estados Unidos (8,2%) o Alemania (10%). Además, encadena tres meses de disminución en los precios (-0,6 en julio; -0,3 en agosto y -0,3 en septiembre).
Cae la pobreza, aumenta la inseguridad alimentaria
No obstante, las mejoras no eran percibidas por la población a pie de calle, por lo que Bolsonaro consiguió que el Congreso aprobara 7.500 millones de dólares para ayudas. Con este dinero, subió en agosto un 50% el "auxilio Brasil", una paga mensual a los pobres. Además, se beneficiarán de medidas de apoyo los taxistas y los camioneros, golpeados por la subida de los precios de los combustibles y la inflación.
También destaca Bolsonaro entre sus logros la dinamización de la creación de empresas y reducción de la burocracia conseguida por su gobierno.
Lo más relevante de la gestión de Bolsonaro en economía es precisamente la reducción de la pobreza en el país. Los datos se conocen con un notable retraso, de modo que sólo podemos conocer la situación en 2020. Pero la tendencia es muy clara: la tasa de pobreza cayó en 2020.
Según los datos cotejados por el Banco Mundial, la tasa de personas con una renta por debajo de 2,15 dólares por día (en paridad de poder de compra en dólares de 2017), ha ido cayendo del 16% en 1997 hasta el 3,3% en 2014. Entonces, bajo la presidencia de Dilma Rousseff, la pobreza comenzó a subir hasta alcanzar el 5,4% de la población en 2019. En 2020 se empiezan a ver los resultados de las políticas de Jair Bolsonaro: la pobreza cae de forma dramática, hasta el 1,95% de la población. Entre 2019 y 2020, salieron de la pobreza 7,23 millones de personas, hasta los 4,14 millones.
Lo mismo ocurre con la desigualdad. Según los datos del Banco Mundial, tanto el índice Gini como el índice Theil están en mínimos históricos, como la pobreza.
Estas buenas noticias contrastan con otro aspecto de la pobreza: la falta de seguridad alimentaria. La Rede Brasileira de Pesquisa calcula que desde finales de 2020 a comienzos de este año, el número de brasileños que pasan hambre aumentó de 19,1 millones a 33,1 millones. La inseguridad alimentaria no es el antiguo concepto de hambre, sino el de encontrarse con dificultades para mantener una dieta adecuada, o constante.
La inseguridad alimentaria se ceba en el norte y noreste, donde los apoyos a Lula da Silva son mayores. De hecho, el candidato de izquierdas ha basado su campaña en la inseguridad alimentaria.