Brasil afronta la batalla electoral entre Lula y Bolsonaro
El expresidente llega a la recta final de una tensa campaña electoral con una amplia ventaja sobre su rival.
Brasil afronta el 2 de octubre la confrontación final de la batalla electoral por la presidencia entre el actual presidente, Jair Bolsonaro y Lula da Silva. Una batalla en sentido casi literal, tanto por el lenguaje beligerante y agresivo de los candidatos, como por el clima de violencia entre sus seguidores. El exmandatario afronta la recta final con una amplia ventaja sobre Bolsonaro, de hasta 16 puntos, según las últimas encuestas.
Según los sondeos publicados el 19 de septiembre por el Instituto Ipec, el Partido de los Trabajadores de Lula podría alcanzar hasta el 47% de los votos en primera vuelta, frente al 31% del Partido Liberal del capitán en la reserva. La posibilidad de una tercera vía se desvanece al quedarse el ex ministro Ciro Gomes -de centroizquierda- en un 7%. Con estos datos, no son pocas las voces nacionales e internacionales (entre ellas, la del expresidente ecuatoriano Rafael Correa) que piden a Gomes que se sume al proyecto de Da Silva o incluso que se retire de la carrera presidencial.
En caso de ser necesaria la segunda vuelta, siempre según las encuestas, Lula se impondría con el 54% de los votos frente al 38% del presidente actual. No obstante, los expertos recomiendan cautela y no descartan que pudiera haber una sorpresa.
Tres de cada cuatro votantes temen ser agredidos por motivos políticos
La situación el país frente a estos comicios es de calma tensa. En uno de los países más violentos del mundo, tres de cada cuatro votantes señalan que tienen miedo a ser agredidos por motivos políticos en estos momentos, según una encuesta de Datafolha. Un temor que los propios contendientes están contribuyendo a acrecentar con sus proclamas, ataques al rival y sus gestos. Por ejemplo, el equipo de Lula anunció que éste haría la campaña con un chaleco antibalas puesto.
Los expertos denuncian que ambos han convertido el debate político en conflicto. Así lo denunció, en declaraciones a la BBC, Vera Chaia, profesora de ciencia política en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo: "Con el enemigo no tienes diálogo, no respetas al otro: eso es lo que está ocurriendo".
Del adversario al enemigo
Y "eso es lo que está ocurriendo" en ambos bandos. Lula presentó estos comicios como una pugna de "la democracia contra el fascismo", y calificó como "genocida" a su adversario por su respuesta frente a la pandemia. Por su parte, Bolsonaro define las elecciones como "una lucha del bien contra el mal", señalándose a sí mismo como el representante de los valores conservadores y cristianos. Además, calificó a Lula de "ladrón" y advierte de que el expresidente convertirá Brasil en Venezuela.
La escalada en la violencia verbal subió de nivel tras cerrarse alianzas entre candidatos de izquierda. Bolsonaro 'celebró' este hito ya que "un tiro solo mata a todo el mundo, o una granadita". Para el actual presidente, estas palabras "no estimulan la violencia". Algo que no comparte Lula, que acusó al mandatario de provocar la muerte de un seguidor suyo tras una discusión política en el estado de Mato Grosso.
Preocupación por el empleo, la inflación y la salud
Quién llevará las riendas del país durante los próximos cuatro años no es la única preocupación de los brasileños. De hecho, las encuestas de distintos institutos señalan que los principales temores de los ciudadanos tienen un trasfondo económico. Así, el desempleo, la inflación y, algo más lejos la salud, son los principales temas que les quitan el sueño.
La situación es realmente complicada. Un estudio de la Red Brasileña de Pesquisa en Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Red Penssan) indica que el 15% de la población (unos 33 millones de personas) sufre hambre severa. Se trata de un 14% más que hace un año. Además, el número de personas en inseguridad alimentaria asciende a 125 millones (el 58% de los habitantes).
Evocan la etapa de Lula como momento de esplendor y bienestar económico
En estos momentos, la economía de Brasil, que entró en recesión durante la pandemia, está recuperándose, incluso la tasa de desempleo ha bajado hasta el 9,1%. No obstante, la población aún no siente los brotes verdes y la percepción generalizada es negativa. En estos momentos "de angustia", en palabras de Chaia, muchos recuerdan el mandato de Lula como una edad dorada de crecimiento y bienestar.
Algo que el equipo de Bolsonaro está tratando de emborronar, recordando la condena del expresidente y su paso por prisión -condenas finalmente anuladas por el Tribunal Supremo-, así como la corrupción que acabó costando el puesto a la sucesora de Lula, Dilma Rouseff. El ex capitán está subrayando el mensaje de que la corrupción durante la presidencia de Dilma tiene sus bases en el mandato de Lula.
Además de palabras, Bolsonaro aumentó un 50% el programa Auxilio Brasil para los pobres en agosto. Ahora, los más necesitados pueden recibir hasta 600 reales (unos 115 dólares) por persona.
¿Aceptará Bolsonaro una derrota?
A todo esto se suma un elemento de incertidumbre importante. Crecen las dudas sobre si Bolsonaro aceptaría una derrota y daría un paso al lado o se aferraría al poder alegando fraude electoral. Aunque ha moderado -algo- su discurso, el presidente se ha pasado la campaña dudando de la fiabilidad de las encuestas y criticando la fiabilidad del sistema electoral nacional. Preguntado directamente sobre si reconocerá el resultado de las urnas, respondió: "sí, siempre que sean limpias".