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El mito del colapso industrial: el valor agregado del sector superó los $2 billones, desmontando la narrativa sobre su presunto declive

Lejos de estar en ruinas, la manufactura estadounidense se encuentra en un muy buen estado y en una transformación que promete llegar a buen puerto y brindar numerosos resultados.

Chingyao Yang, lead automation engineer for Just, uses a robotic arm at the company's headquarters office in San Francisco, California.

Chingyao Yang, lead automation engineer for Just, uses a robotic arm at the company's headquarters office in San Francisco, California.AFP

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Dentro de la narrativa política estadounidense, la premisa de que la industria manufacturera está en crisis se ha convertido en una especie de mantra para los líderes de ambos espectros políticos a la hora de señalar una problemática para la que aseguran tener la solución. Un claro ejemplo fue la exvicepresidente y candidata demócrata Kamala Harris, quién aseguró en medio de un discurso en el 2024 que uno de sus principales objetivos, de ser electa, era el revitalizar la industria manufacturera, al argumentar que esta se encontraba en un franco “declive.” Además de la líder de izquierdas, el entonces candidato republicano Donald Trump también planteó un escenario sombrío sobre el sector durante un mitin en Pensilvania, argumentando que la industria había sido “desmantelada” y “enviada al extranjero” durante los últimos años.

Lejos de tratarse de una realidad, lo cierto es que la industria manufacturera no solamente se encuentra en buen estado, sino que ha ido evolucionando al punto de haber entrado en una era de tecnología avanzada y productividad histórica que numerosos beneficios le ha brindado al país, transformándose en un pilar esencial de la primera economía del mundo.

Datos económicos que desmienten el supuesto declive

A pesar de que en los últimos años tanto demócratas como republicanos han alimentado la percepción pública de una industria en crisis, lo cierto es que la producción manufacturera está cerca de sus máximos históricos. De acuerdo a un informe publicado por la Reserva Federal de los Estados Unidos en el 2023, el valor agregado del sector llegó a un estimado de 2.1 billones de dólares, cifra que diferentes economistas han explicado como una clara muestra de que el crecimiento en este sector se ha visto regularmente sostenido desde la Gran Recesión.

Por otro lado, la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) ha reportado que aún cuando los empleos manufactureros hayan disminuido de 19 millones a 13 millones de 1979 al 2024, la producción real ha aumentado y esto ha terminado beneficiando a la economía estadounidense. El BLS demostró que gracias a este aumento de la producción, sectores como la industria aeroespacial generó 500.000 empleos directos solo en el año 2023, mientras que el sector de los semiconductores tuvo un crecimiento del 15% anual en los últimos diez años.

Automatización y productividad: la verdadera transformación

La paradoja económica de encontrar más producción con menos trabajo no es otra cosa que el producto de la automatización, con diferentes economistas como el Nobel del 2024 Daron Acemoglu explicando que “Las nuevas tecnologías aumentan la productividad cuando colaboran con los trabajadores, permitiéndoles realizar tareas más sofisticadas”. En el caso de los Estados Unidos, la Fundación para la Tecnología de la Información y la Innovación (ITIF) detalló en el 2023 que la productividad por trabajador manufacturero creció nada más y nada menos que un 200% desde el año 1980 gracias a diferentes avances tecnológicos como la inteligencia artificial y la robótica.

Diferentes estudios han determinado que este cambio es extremadamente parecido al de la agricultura en 1900, cuando el 40% de la fuerza laboral producía alimentos en comparación con el 2% que vemos hoy en día y que produce más que nunca antes gracias a la forma en que la industria supo capitalizar los numerosos avances tecnológicos y adaptarse a ellos. 

En la industria manufacturera, las plantas modernas producen bienes de muchísimo mayor valor con una cantidad de empleados considerablemente menor a los de antaño. Semejante realidad es más que positiva para la economía estadounidense, ya que de esta forma una industria tan esencial para el país no solo se vuelve más productiva, sino también rentable y enfocada en mantener su efectividad para el futuro.

Desplazamiento regional: pérdidas y ganancias

Si bien es cierto que algunas ciudades importantes como Detroit han experimentado un fuerte declive en los últimos años, con el porcentaje de empleos manufactureros cayendo un 50% desde 1990, esto puede considerarse una corta escena dentro de una larga película. Después de todo, tal como ocurre en los ascensos de otro tipo de industrias, hubo otras zonas y regiones del país que experimentaron una situación muy diferente a la Detroit, viendo cómo su economía se revitalizaba gracias al desarrollo de la industria manufacturera.

Un claro ejemplo es el del estado de Texas, el cual, según datos de la BLS, sumó 900,000 puestos de trabajo en el 2024 gracias a los empleos manufactureros que se han expandido a lo largo y ancho de dicho territorio desde hace ya varios años. Otros ejemplos son Carolina del Sur y su reconversión en un centro de producción de empresas como Boeing y BMW, o el caso de Arizona y su aumento del 10% en empleos industriales en los últimos cuatro años gracias a la fabricación de chips.

Picture of tanks of a 747 Boeing supertanker set by US Evergreen International Airlines.

Picture of tanks of a 747 Boeing supertanker set by US Evergreen International Airlines.AFP

En su libro The New Geography of Jobs, el economista Enrico Moretti destacó sobre este tema que la caída de la manufactura en regiones el Rust Belt no representan el fin de la industria estadounidense, sino más bien una reconfiguración hacia nuevas áreas de especialización y localizaciones geográficas. "La manufactura no está desapareciendo del paisaje estadounidense; simplemente está cambiando su huella geográfica. Mientras el corazón industrial lucha, otras regiones están prosperando al producir bienes que requieren innovación y mano de obra calificada", señaló Moretti.

Alta tecnología y globalización

Otra de las razones por las cuales la industria manufacturera en los Estados Unidos no está en el sombrío escenario que muchos políticos aseguran es el hecho de que el sector de la alta tecnología está en auge, teniendo como mayor ejemplo la forma en que la globalización reconfiguró la manufactura estadounidense al punto en que el país dejó de producir bienes de bajo costo para centrarse en productos de mayor valor como los semiconductores o la industria aeroespacial.

Si bien la producción de bienes bajos como los textiles representaban el 20% de los empleos industriales en los Estados Unidos en los años 50, dicha realidad ha cambiado para adaptarse a los tiempos actuales en los que la relocalización de cadenas de suministro ha devuelto sectores como los farmacéuticos. Ya en el caso de la alta tecnología, la industria manufacturera de los Estados Unidos ha demostrado estar en muy buen estado, como lo demuestra la inversión de 20.000 millones de dólares por parte de Intel en Arizona par la producción de semiconductores, o la forma en que la industria aeroespacial llegó a exportar más de $100.000 millones de dólares hace dos años.

Una visión realista del futuro

A pesar de que muchos políticos, tanto demócratas como republicanos, han demostrado estar imbuidos en el clásico relato de restaurar los empleos fabriles del siglo pasado, lo cierto es que esta es una narrativa absolutamente anacrónica ante la gigantesca evolución que ha experimentado la industria manufacturera, y las diferentes dinámicas que han surgido a partir de dicha realidad.

Básicamente, la vuelta no solo no es deseable sino que tampoco es viable, especialmente ante las proyecciones de BLS en la que asegura que los empleos en manufactura de alta tecnología crecerán un 8% para el 2030, ante la caída de la manufactura tradicional. De esta manera, el proteccionismo podría destruir la competitividad global y encarecer los bienes, representando este un error que según el Peterson Institute for International Economics podría generar una pérdida de 200.000 millones anuales.

Lejos de estar en ruinas, la manufactura estadounidense se encuentra en un muy buen estado y en una transformación que promete llegar a buen puerto y brindar numerosos resultados que terminarán beneficiando a la economía del país. Obstaculizar dicha transformación  podría ser un error histórico que pondría en riesgo el futuro industrial sólido por el que Estados Unidos ha venido trabajando durante las últimas décadas.

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