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El director artístico de la ceremonia inaugural de París 2024, tras ridiculizar la Última Cena: "Mi objetivo no era la burla"

Thomas Jolly trató de disculparse tras la oleada de críticas que sufrió tras parodiar uno de los momentos más simbólicos del cristianismo.

Gala inaugural de los Juegos Olímpicos de París 2024Cordon Press

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En cada edición de los Juegos Olímpicos, la ceremonia de apertura es uno de los momentos más esperados por todos los seguidores, debido a la emoción que genera ver a los participantes ondeando sus banderas nacionales y los espectáculos de fuegos artificiales, luces y demás que se realizan. Sin embargo, la gala inaugural de París 2024 se llenó de fuertes críticas por ridiculizar la Última Cena con una absoluta temática woke y, así, burlarse del cristianismo.

Días después, el director artístico de la ceremonia, Thomas Jolly, aseguró que en ningún momento quiso parodiar uno de los eventos más importantes del cristianismo.

"Nunca encontrarán en mí, ni en mi trabajo, un deseo de burlarse o denigrar a nadie. Mi objetivo era crear una ceremonia que cure y una ceremonia que reconcilie, pero también una ceremonia que reafirme los valores que son los de nuestra República de Libertad, Igualdad, Fraternidad, y en absoluto burlarse de nadie", dijo en un programa francés, en declaraciones reportadas por Deadline.

Jolly aprovechó para describir la actuación: "No es mi inspiración y eso debería ser bastante obvio. Ahí está Dionisio llegando sobre una mesa. ¿Por qué está ahí? En primer lugar, porque es el dios de la fiesta en la mitología griega y el cuadro se llama Festividad. También es el dios del vino, una de las joyas de Francia, y el padre de Séquana, la diosa del Sena. La idea era representar una gran fiesta pagana, vinculada a los dioses del Olimpo y, por tanto, a los Juegos Olímpicos".

Esta es una de las controversias y contratiempos que ha dejado, hasta el momento, los Juegos Olímpicos de París 2024. Al querer controlar absolutamente todo lo que sucede en las calles de la capital francesa se suman los robos producidos en la villa olímpica, el sabotaje ferroviario que se ocasionó horas antes de la gala inaugural, la ridiculización de la Última Cena o los daños que los vándalos hicieron a gran parte de la fibra óptica del país.

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