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La caída de Francesca Albanese: el 'pero' que desató el escándalo

La controversia ha dejado en segundo plano una pregunta fundamental: ¿el fanatismo de Albanese es una aberración individual o refleja un problema sistémico de la ONU?

Francesca Albanese y Greta Thunberg

Francesca Albanese y Greta ThunbergZUMAPRESS.com/Cordon Press.

Suele decirse que lo más importante de una oración es lo que viene después del "pero". Justamente, una enorme polémica se desató en estos días tras las palabras de la relatora especial de las Naciones Unidas, Francesca Albanese, que desde el escenario del evento Rebuild Justice en Roma condenó a regañadiente el ataque de un centenar de manifestantes a la redacción del diario La Stampa de Turín…"Pero", añadió, "al mismo tiempo, que esto sirva también de advertencia a la prensa para que vuelva a hacer su trabajo, para que vuelva a poner los hechos en el centro de su trabajo y, si pueden permitírselo, incluso un mínimo de análisis y contextualización".

El asalto a 'La Stampa': la violencia y su apologista

El 28 de noviembre de 2025, aproximadamente cien activistas propalestinos irrumpieron violentamente en las oficinas del diario La Stampa en Turín. Los agresores enmascarados se dedicaron a romper todo con una ira alarmante, acusaban a los periodistas de "terroristas" y pedían por la liberación del imán Mohamed Shahin, que tiene una orden de expulsión y que predicaba que el pogromo del 7 de Octubre fue un "acto de resistencia". La vandalización incluyó cubrir la entrada con excrementos. Las autoridades detuvieron a una treintena de personas, muchas de ellas vinculadas al centro social Askatasuna y colectivos estudiantiles.

Albanese, durante la conferencia Rebuild Justice, dijo que comprendía la ira de los atacantes y que el asalto debía ser "una advertencia para que la prensa vuelva a su trabajo". Sus palabras constituyeron una justificación de la violencia, insinuando que las víctimas la merecían por su cobertura informativa. Esta postura provocó un rechazo transversal sin precedentes.

La reacción de los políticos, desde Hermanos de Italia hasta el Partido Demócrata, a las declaraciones de Albanese fue inmediata. La primera ministra, Giorgia Meloni, también se pronunció sobre el tema, enfatizando que "la violencia no se puede justificar". El ministro de Relaciones Parlamentarias, Luca Ciriani, dijo que es inconcebible asumir que quien sufre un incidente violento lo merezca de alguna manera. Para Paolo Trancassini, diputado de la Liga Italiana (FdI), transformar un episodio de violencia contra la redacción de un periódico en una oportunidad para lanzar advertencias a la prensa italiana es una distorsión de la realidad que no se puede ignorar. La Liga calificó las declaraciones de "perturbadoras". El ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, tildó las palabras de "inaceptables", preguntando: "¿Pero qué advertencia? ¿La prensa no es libre de escribir? La libertad de prensa es un fundamento de la democracia".

Incluso figuras de la izquierda se distanciaron categóricamente. La vicepresidente del Parlamento Europeo, Pina Picierno, del Partido Demócrata, dijo que la violencia nunca es una advertencia, y que simplemente se debe condenar sin peros ni excusas. El senador Filippo Sensi, también del PD, declaró: "Las palabras de Francesca Albanese sobre el ataque fascista a la redacción de La Stampa me horrorizan". El líder de Azione, Carlo Calenda, fue más lejos: Albanese "es otra de esas figuras, como Ilaria Salis, de las que la izquierda deberá en algún momento avergonzarse". La secretaria de la Federación Nacional de la Prensa Italiana, Alessandra Costante, llamó a las afirmaciones "peligrosas y penosas".

"La imagen de Albanese marchando junto a Greta Thunberg en Roma describe perfectamente su degradación moral y profesional."

Pocas semanas antes, el 29 de octubre de 2025, durante la sesión de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el representante permanente de Italia, Maurizio Massari, intervino en la presentación del informe de Albanese. Si bien Italia es el país de origen de la relatora, su Gobierno no dudó en desautorizarla públicamente: "El informe presentado hoy por la relatora especial Albanese carece por completo de credibilidad e imparcialidad. Como Italia, no nos sorprende. El contenido del informe excede flagrantemente el mandato específico de la relatora especial, que no incluye investigaciones sobre presuntos genocidios ni las implicaciones internacionales más amplias del conflicto... Existe amplia evidencia en línea y en sus entrevistas de que, como relatora especial, la Sra. Albanese no puede considerarse imparcial".

Al día siguiente del ataque a La Stampa tuvo lugar una manifestación, a la que Albanese marchó junto a Greta Thunberg y otras figuras del activismo yihadista. Esta marcha culminó con participantes quemando una fotografía del ministro de Defensa, Guido Crosetto, y gritando consignas como "Meloni dimisión" y expresando su solidaridad con el imán Shahin. El contexto es revelador. Italia es el único país occidental donde un sindicato nacional convocó abiertamente a una huelga general propalestina. Este no es un dato menor, dado que La Stampa fue uno de los medios que más apoyó la demonización de Israel, y propagó la narrativa que venía de organismos terroristas como el ministerio de salud de Gaza controlado por Hamás. La mayoría de los medios del mundo se hicieron eco, a lo largo de dos años de guerra, de lo que Hamás difundía; sin embargo, este medio, aún con su información sesgada, no satisfizo a los activistas radicales, quienes demandaban una propaganda aún más extrema.

El escándalo desató también la estampida de ayuntamientos italianos por desvincularse de quien apenas meses atrás habían convertido en heroína. Ciudades como Bolonia, Turín, Nápoles, Florencia y Cuneo, que habían decidido otorgarle la ciudadanía honoraria, ahora expresaron abiertamente su arrepentimiento. En Bolonia, concejales del Partido Demócrata se disculparon públicamente por haber votado a favor del reconocimiento. En Turín, el propio Partido Demócrata retiró su apoyo inicial a la moción después de que llegara a la conferencia de líderes. En Nápoles, la resolución formal quedó paralizada tras sus desafortunadas declaraciones estereotipando al sur de Italia. Esta retractación masiva no es casual: refleja la comprensión tardía de que Albanese no representa los valores democráticos y humanitarios que estos municipios creyeron defender, sino una agenda incompatible con los principios del Estado de derecho.

UNRWA y los orígenes del fanatismo

Para comprender la trayectoria de Albanese es necesario remontarse a sus orígenes profesionales. Entre 2010 y 2012, trabajó como funcionaria jurídica de la UNRWA, la agencia de la ONU para refugiados palestinos que posteriormente se demostró que mantenía vínculos cercanos con las operaciones de Hamás. Esta experiencia formativa moldeó una visión sesgada que nunca intentó disimular. Su fanatismo se manifestó tempranamente en formas alarmantes.

Los ejemplos abundan, durante la guerra en Gaza ha desparramado todo tipo de libelos antisemitas y ha justificado mil veces al terrorismo. Pero esto viene de largo, en 2015, luego del ataque terrorista contra los periodistas de Charlie Hebdo, Albanese culpó a la CIA y Mossad del ataque de París. Cuando solicitó el puesto de relatora especial de la ONU en noviembre de 2021, su aplicación repitió casi textualmente la retórica del Departamento de Relaciones Internacionales de Sudáfrica. Su integración en el ecosistema político-legal antiisraelí se consolidó a través de los años, transformando el activismo anti-israelí en una arquitectura de guerra jurídica con respaldo institucional.

Mucho se ha hablado del matrimonio de Albanese con Massimiliano Cali, economista senior de la Banca Mundial en Túnez, quien parece ser mucho más extremo que su esposa y ha sido centro de un escándalo por sus presuntos conflictos de interés, que violan la neutralidad requerida en su rol institucional financiado en parte por EEUU. En 2011, Cali trabajó como asesor económico para el Ministerio de Economía Nacional de la Autoridad Palestina (ANP) en Ramallah, bajo contrato con el PNUD de la ONU, donde elaboró un informe sobre los "costos económicos de la ocupación israelí", un vínculo que Albanese omitió en su solicitud para el puesto en la ONU, generando acusaciones de falta de imparcialidad por parte del Parlamento Europeo. Sus posturas pro-palestinas extremas incluyen justificar atentados suicidas como "resistencia". Según las denuncias de UN Watch, ha vanagloriado al antisemitismo, violando el código de conducta de la Banca Mundial.

Las sanciones de Estados Unidos

Recientemente, el secretario de Estado Marco Rubio impuso sanciones personales a Albanese, citando sus "esfuerzos ilegítimos y vergonzosos" para impulsar la acción de la Corte Penal Internacional contra funcionarios y empresas estadounidenses e israelíes. Las sanciones congelan sus activos en Estados Unidos, le impiden entrar al país y prohíben a ciudadanos y entidades estadounidenses proporcionarle bienes o servicios. Rubio declaró que Albanese estaba incapacitada para ejercer como relatora porque "ha expresado un antisemitismo descarado, apoyo al terrorismo y un abierto desprecio por Estados Unidos, Israel y occidente".

Este paso fue histórico. Albanese también fue condenada por Francia, Alemania y Canadá por sus comentarios antisemitas. Pero a pesar de estas sanciones activas, Albanese fue recibida en Sudáfrica en octubre de 2025 como una dignataria. Lo que debió haber sido motivo de vergüenza diplomática se convirtió en un acto deliberado de desafío político contra Occidente, orquestado por el Gobierno sudafricano, hecho que reflejó el vacío institucional que caracteriza toda la actuación profesional de Albanese: la apariencia de legitimidad formal sin sustancia democrática real.

El elefante en la habitación

La imagen de Albanese marchando junto a Greta Thunberg en Roma describe perfectamente su degradación moral y profesional. La tristemente célebre activista climática, ahora instrumentalizada para legitimar causas terroristas, se sumó a la degradada Albanese que pedía la dimisión del Gobierno democrático italiano y expresaba solidaridad con un imán que adoctrina gente a favor del terrorismo.

La controversia en torno a Albanese ha dejado en segundo plano una pregunta fundamental que sus defensores evitan sistemáticamente: ¿el fanatismo de Albanese es una aberración individual o refleja un problema sistémico de la institución? Sería reconfortante considerar a Albanese como una manzana podrida pero si examinamos el historial de las últimas décadas, descubrimos que el método de Albanese es el mismo adoptado sistemáticamente por las Naciones Unidas para abordar los problemas de Oriente Medio. La ONU facilitó la actuación de Albanese a pesar de las pruebas evidentes de antisemitismo, teorías conspirativas, y apoyo velado al terrorismo. Su nombramiento no fue un accidente sino el resultado predecible de una cultura institucional que ha normalizado el doble estándar contra Israel.

Como sea, Albanese, como Thunberg, ya son material dañado en lo que respecta al marketing pro yihad global y propalestinismo. Han convertido sus carreras en un circo criminal, y los que hasta hace poco tiempo buscaban su cercanía ahora huyen de ellas como si fueran apestadas. La pregunta que subyace es por qué Albanese sigue siendo relatora especial de ONU y si su inserción en la institución es producto de la negligencia de Naciones Unidas al elegir un perfil como el de ella para temas relacionados con Oriente Medio o, por el contrario, refleja un enfoque específico requerido para los profesionales del humanitarismo político respecto de esta región. Finalmente el "pero" que Albanese usó para justificar la violencia es el que hoy pone en evidencia su caída. El escándalo Albanese expone, también, la decadencia moral de un organismo que aprendió a convivir con ese "pero" como si fuera aceptable.

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