Cómo logra Qatar lavar su imagen e influir en Occidente

Una cínica e inteligente estrategia comunicacional y multimillonarias inversiones en diversos ámbitos constituyen una ‘cortina de humo’ con la que el Gobierno del país árabe logra desviar la atención de sus violaciones a los derechos humanos y su apoyo al terrorismo islamista.   

El régimen de Qatar, liderado por el emir Tamim bin Hamad Al Thani, quien llegó al trono en 2013 luego de la abdicación de su padre Hamad bin Khalifa Al Thani, logra no solamente lavar su imagen en Occidente, sino también mantener una importante influencia allí. 

Sobre las autoridades cataríes pesan varias denuncias relacionadas con su violación sistemática de los derechos humanos, como las vinculadas a la persecución a críticos del Gobierno y homosexuales, el trato discriminatorio que recibe la mujer en el emirato, los abusos contra trabajadores extranjeros, las torturas, los juicios injustos y demás. 

En cuanto a su apoyo al islamismo radical, el Gobierno del país árabe ha sido acusado de brindar apoyo a organizaciones terroristas como Hamás, ISIS y Al Qaeda. 

A pesar de los señalamientos en su contra, la estrategia implementada por el régimen para lavar su imagen, que consiste en una inteligente y cínica maquinaria comunicacional y enormes inversiones en diversos ámbitos de Occidente, parece funcionar casi a la perfección.

El cínico uso del deporte por parte de Qatar para lavar su imagen

Qatar fue la sede de la Copa Mundial de Fútbol 2022. La polémica designación, ocurrida en 2010, ha sido considerada como el mayor escándalo de corrupción de la historia del fútbol. El proceso de elección del emirato, de nula tradición futbolística, incluyó un plan de sobornos a diferentes miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA.

Tras la designación, Qatar construyó estadios impresionantes, complejos turísticos espectaculares y museos, realizó festivales musicales para los visitantes, etc, para recibir a los turistas de la mejor manera.

Los críticos consideran que lo que hizo Qatar no fue más que un sportswashing. El término, acuñado por primera vez en 2015, está relacionado con el uso de las competiciones deportivas internacionales por parte de gobiernos para lavar su imagen pública; es decir utilizan el deporte como una cortina de humo para desviar la atención de las violaciones a los derechos humanos que cometen las autoridades

Esta no es la primera vez que se usa el sportswashing para lavar la imagen de un gobierno. También se hizo en la Copa Mundial de Fútbol de la Italia fascista de 1934, en los Juegos Olímpicos de Verano de la Alemania nazi en 1936 y en los Juegos Olímpicos de Invierno organizados por la China comunista, entre otros eventos deportivos.

La organización del Mundial 2022 por parte de Qatar no fue la única vez que el país árabe usó el deporte para desviar la atención de sus violaciones a los derechos humanos. En 2010, la Qatar Foundation (QF) -una organización sin fines de lucro dedicada a la educación y a la ciencia- selló un acuerdo de 220 millones de dólares con el FC Barcelona para patrocinar al club español, indicó el Journal of Democracy en un artículo publicado antes del mundial. Seis meses después, agregó el periódico, la Qatar Investment Authority (QIA) -el Fondo Soberano de Qatar- pagó hasta 58,000,000 de dólares para hacerse cargo del club francés Paris Saint-Germain. Y pocos meses después, la emisora catarí Al Jazeera desembolsó 130,000,000 de dólares por los derechos para transmitir partidos de la liga francesa de fútbol, lo que permitió que estrellas de la talla de Lionel Messi, Neymar y Kylian Mbappé vistieran camisetas con la publicidad de la aerolínea Qatar Airways

Qatar entiende perfectamente la cadena de valor del fútbol, por lo que se dedica a albergar y transmitir torneos, como así también a patrocinar y poseer equipos. 

El país árabe usa empresas estatales, como la Qatar Sports Investments (QSI), la emisora deportiva Bein Sports y ONG cercanas al Gobierno, como la QF, para alcanzar acuerdos multimillonarios con franquicias y federaciones en Europa, América del Norte y Oceanía, incorporando marcas y benefactores cataríes a lo largo del camino.

De esta manera, Qatar ha logrado no solamente obtener grandes beneficios financieros, sino también lavar su imagen. De hecho, en 2019, el exfutbolista inglés David Beckham visitó el país y elogió los estadios y hoteles “grandes” y “seguros” que recorrió. De esta manera, la exestrella de fútbol fue usada para desviar la atención de los informes relacionados con los miles de trabajadores extranjeros que murieron en la construcción de los estadios y sobre la explotación de inmigrantes. Entre otras cosas, los reportes indicaban que a los empleados se les confiscaba el pasaporte y se los mantenía en viviendas hacinadas e insalubres. Los informes señalaban además que los trabajadores que presentaban quejas por el trato recibido, sufrían represalias e incluso detenciones por parte de las autoridades cataríes. 

A pesar de todo el dinero destinado en lavar la imagen de Qatar, varios artistas famosos rechazaron participar en el Mundial 2022 debido a las violaciones a los derechos humanos que se cometen en ese país. Algunos de los músicos que se negaron a actuar durante la la Copa del Mundo fueron Shakira, Rod Stewart, Dua Lipa, J Balvin, Robbie Williams, Black Eyed Peas y Nicki Minaj, entre otros.

La campaña de sportswashing de Qatar no se limita al fútbol, sino también que ha invertido grandes cantidades de dinero en el automovilismo. Desde 2021 el país alberga el Gran Premio de Qatar de la Fórmula 1, que no solamente ha generado críticas por parte de organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional, sino que además los cataríes parecieron no estar a la altura de esta competencia de alto nivel. 

En octubre de 2023, el periodista Alberto Marcos manifestó en un artículo publicado en El Español después de la última carrera que se llevó a cabo en Qatar, que “el país asiático trata de blanquear su imagen en el mundo acogiendo este tipo de eventos (...) pero lo que quedó en el aire después de la carrera fue una larga lista de críticas por las condiciones extremas a las que se vieron expuestos los pilotos”. Y añadió: “Lejos de mostrar el poderío de este país como organizador de pruebas deportivas del más alto nivel, el balance del Gran Premio de Qatar fue de todo menos positivo. Los deportistas estuvieron sobre el asfalto rodando a 300 kilómetros por hora en unas condiciones que pusieron en peligro real sus vidas, así que el debate sobre la conveniencia de forzar este tipo de carreras volvió a estar encima de la mesa. Desde luego que la imagen del país no salió reforzada”.

A mediados del año pasado, el QIA también compró el 5% de la empresa matriz del equipo de la NBA Washington Wizards. La firma también cuenta con Washington Capitals, de la NHL, y con Washington Mystics, de la WNBA. 

Al Jazeera, el brazo propagandístico de Qatar

Con el fin de lavar su imagen a nivel mundial y de moldear mentes para avanzar con su agenda islamista, el Gobierno de Qatar precisa de un brazo propagandístico disfrazado de medio de comunicación, y ese papel lo cumple la cadena de noticias Al Jazeera.

 Al Jazeera fue fundada por la Familia Real Qatarí en Qatar en 1996. Si bien nació como una emisora de escaso alcance, tenía grandes aspiraciones.

Podría decirse que el camino al éxito de Al Jazeera se aceleró durante las guerras de Afganistán e Iraq a principios del siglo XXI, cuando logró cubrir ambos conflictos con un gran despliegue.

Tras su éxito entre 2002 y 2006, el Gobierno de Qatar invirtió fortunas para ampliar su personal y lanzar un canal en inglés (Al Jazeera English) para abarcar un mayor número de televidentes a nivel internacional. 

La gigantesca inversión pudo realizarse, en parte, gracias a que el país del Golfo estaba atravesando por un momento de gran bonanza económica debido a los altos precios del petróleo y el gas y a las inversiones financieras hechas por las empresas del Estado, lo que le permitió lanzar, además, una cadena de deportes llamada Bein Sports y un canal en Estados Unidos (Al Jazeera América).

Sin embargo, en 2011 la bonanza económica en Qatar ya no era lo que solía ser y la audiencia y la reputación de Al Jazeera comenzaron a caer, ya que durante las coberturas de las revueltas árabes y los conflictos armados en Siria, Libia y Yemen, los intereses del Gobierno catarí se hicieron evidentes, incluso para los televidentes árabes. De hecho, Al Jazeera América cerró sus puertas menos de tres años después de su lanzamiento.

Las dificultades que encontró Al Jazeera para expandirse por el mundo llevaron al Gobierno catarí, al emir Hamad bin Khalifa al-Thani y a su hijo Tamim bin Hamad al-Thani, sucesor en el trono en 2013, a encarar políticas ambiciosas para ser influyentes, tanto dentro del mundo árabe y musulmán como en Occidente.  

Los periodistas del canal deben trabajar teniendo en cuenta los objetivos del liderazgo del país del Golfo, es decir que la emisora debe funcionar como una especie de Departamento de Prensa disimulado de las autoridades cataríes. A su vez, Al Jazeera intenta mantener su relación con Occidente, aunque sosteniendo su vínculo con organizaciones islamistas radicales. Esto se ve reflejado en el tipo de invitados que son entrevistados en Al Jazeera en idioma árabe, donde aparecen miembros de organizaciones terroristas como Hezbolá o Hamás, entre otras, mientras los periodistas dialogan con representantes occidentales, incluso estadounidenses e israelíes, en otras señales de la empresa.

Las coberturas realizadas por Al Jazeera en algunos conflictos del Medio Oriente reflejaron que la cadena de noticias informa y desinforma según los intereses del Gobierno de Qatar, especialmente cuando se trata del conflicto entre Israel y los palestinos, donde tiene una marcada postura antiisraelí.

Al Jazeera también fue acusada de alentar las manifestaciones en la plaza Tahrir, en El Cairo, Egipto, durante la revolución de 2011; y de tener vínculos con la organización radical islámica Hermanos Musulmanes

En un artículo publicado en The Free Press, el periodista Eli Lake explicó además la forma en que Qatar intenta controlar el discurso intelectual en Occidente para demonizar a Israel.

“Uno de los objetivos del poder blando de Qatar es promover la ideología de los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista que engendró a Hamás y el partido gobernante en Turquía”, expresó Lake. Y añadió: “Según un análisis de 2021 del Instituto de Washington para la Política de Oriente Próximo, Qatar financia la Unión Internacional de Eruditos Musulmanes, el brazo clerical de la organización islamista. En 2017, Bahréin, Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos impusieron un embargo comercial y de viaje a Qatar en respuesta a su apoyo a los Hermanos Musulmanes. La adopción por parte de Doha del islam político es un factor que la distingue de sus vecinos del Golfo, que se volvieron contra ese movimiento después de la Primavera Árabe en 2010 y 2011”.

Lake citó a Charles Asher Small, del Instituto para el Estudio de Políticas y Antisemitismo Globales, quien dijo que una consecuencia del apoyo de Qatar a los Hermanos Musulmanes, en su operación de poder blando en el extranjero, fue hacer que Israel fuera tóxico en el discurso político e intelectual occidental

“Su poder blando tiene como objetivo demonizar a Israel, así como promover un discurso antioccidental y antidemocrático para debilitar a Occidente. El antisemitismo es el combustible para encender ese fuego”, dijo Small.

Qatar no solo ha disfrazado de cadena de noticias a su Departamento de Prensa (Al Jazeera), sino también disfrazó de inocentes periodistas a terroristas islámicos.

A lo largo de la guerra entre Israel y Hamás, el Estado judío ha acusado a algunos periodistas de Al Jazeera de formar parte de las filas de la organización terrorista palestina y de haber participado de la masacre del 7 de octubre.

Otras inversiones importantes de Qatar

Los lazos entre Qatar y Europa pasan por diversas áreas, pero el gas constituye la parte más importante del vínculo, ya que el emirato posee una de las reservas de gas natural más grandes del mundo, por lo que tiene clientes de relevancia -como Alemania y el Reino Unido- en el Viejo Continente, especialmente desde el comienzo de la guerra entre Rusia y Ucrania, ya que Moscú redujo sus envíos de gas a los países que apoyan a Kiev.

Sin embargo, con el fin de ampliar su influencia, los lazos entre Qatar y Occidente no se limitan al gas o al deporte, sino que también ha invertido en otros ámbitos.  

En Estados Unidos, el país del Golfo ha desembolsado grandes sumas de dinero en varias universidades y cuenta con el 10% de Empire State Realty Trust Inc, empresa propietaria del Empire State Building en la ciudad de Nueva York, entre otras millonarias inversiones en el sector de los bienes raíces allí.

Respecto del Reino Unido, entre algunas de las importantes inversiones realizadas por Qatar se destaca que el emirato posee un 20% del aeropuerto Heathrow en Londres, en tanto que Qatar Airways es dueña del 25% de International Consolidated Airlines Group S.A, firma propietaria de British Airways. Cabe señalar además que el Gobierno catarí es uno de los 12 mayores propietarios de inmuebles en el Reino Unido.

En Rusia, los cataríes poseen el 18,93% de las acciones de Rosneft, el mayor productor de petróleo de ese país.

En Alemania, se estima que las inversiones de Qatar superan los 24.000 millones de dólares, siendo algunas de las más relevantes las realizadas en Volkswagen, Deutsche Bank y Siemens. 

Qatar, el aliado de Estados Unidos que financia al terrorismo internacional

En un artículo publicado en Newsweek, el periodista Josh Hammer afirmó que Qatar es, junto con Irán, uno de los principales financiadores estatales de Hamás. También es el hogar físico de los líderes políticos de esa organización terrorista, donde viven entre lujos. El régimen catarí ha brindado ayuda a otros grupos islamistas y en una ocasión incluso ofreció servicios bancarios para la rama de ISIS responsable de la brutal decapitación ante las cámaras del periodista estadounidense Steven Sotloff en 2014.

Hammer añadió que Qatar logra evadir sanciones internacionales gracias a una estrategia multifacética, centrada en la base aérea estadounidense de Al Udeid -que se encuentra en suelo catarí-, a inversiones estratégicas en Occidente y a una manipulación informativa muy sofisticada.

Hammer sostuvo que el hecho de que Qatar le permita a Estados Unidos mantener la base de Al Udeid produce la errónea sensación entre los estadounidenses de que el emirato está de su lado, llegando al punto de que incluso la Administración Biden calificara al país árabe como un “importante aliado fuera de la OTAN”. Hammer subrayó que el Gobierno del país norteamericano incluso cree erróneamente que Qatar es un mediador legítimo para poder liberar a los rehenes en Gaza, lo cual para el autor equivale a reclutar a un pirómano para apagar un incendio.

El autor explicó que la operación comunicacional de Qatar tiene múltiples niveles, es compleja y, desgraciadamente, bastante eficaz. Ha engañado con éxito a muchas élites occidentales tanto en América del Norte como en Europa. Y agregó que más allá de todo el dinero que invierta el emirato en relaciones públicas o cuánto se beneficie Washington con la base de Al Udeid, el emirato sigue siendo uno de los principales patrocinadores del islamismo y el yihadismo en el mundo. 

Actualmente, el Departamento de Estado de Estados Unidos sólo incluye a Cuba, Corea del Norte, Irán y Siria en la lista de países patrocinadores del terrorismo, por lo que Hammer llamó a agregar a Qatar a dicha lista y a dejar de considerarlo un aliado.