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 EL TIEMPO QUE LLEVA KAMALA HARRIS SIN COMPARECER EN UNA CONFERENCIA DE PRENSA

El Servicio Secreto debe ser renovado

Vivimos tiempos aún más peligrosos que la década de 1960, cuando se produjeron tres grandes asesinatos. Debemos esforzarnos más.

Agentes del Servicio Secreto caminan con Trump

Donald Trump escoltado por el Servicio Secreto.Andrew Caballero-Reynolds / AFP

Ahora que la convención republicana ha terminado sin incidentes, debemos volver a considerar las implicaciones del intento de asesinato del expresidente y actual candidato republicano, Donald Trump. La directora del Servicio Secreto (USSS), Kimberly Cheatle, dijo que no dimitirá a pesar del fracaso de sus agentes a la hora de asegurar la azotea desde donde se efectuaron los disparos contra Trump y a pesar de su negativa a sincerarse sobre las causas del fallo.

Los agentes están recibiendo elogios por haber protegido a Trump. Estas alabanzas están justificadas si se considera la valentía de los agentes que arriesgaron sus vidas para escudar al republicano tras los disparos iniciales, pero deben ir acompañadas de una crítica constructiva: fracasaron, en primer lugar, en evitar el propio tiroteo. Thomas Matthew Crooks casi logra su objetivo. Es inconcebible que una persona armada se ubicara a distancia de tiro de un candidato presidencial.

No es que este ataque no hubiese podido ser ni imaginado ni anticipado, de hecho es bastante similar al tiroteo del entonces presidente John F. Kennedy. La principal diferencia es que Lee Harvey Oswald, desde el sexto piso del Texas School Book Depository disparó a un complicado blanco móvil, mientras que Crooks disparó a un blanco más sencillo. En ambos casos faltó asegurar un área obviamente peligrosa. Uno querría pensar que el Servicio Secreto aprendió algo de su fiasco en Dallas. Evidentemente, no lo hizo.

Debe haber cambios en los procedimientos de protección empleados por el Servicio Secreto, especialmente en los grandes mítines al aire libre: aunque todos los asistentes son examinados en busca de armas, ciertamente no hay protección suficiente contra posibles francotiradores que disparen desde fuera del predio. Este fallo debe remediarse inmediatamente. Además, el USSS debería dedicarse exclusivamente a sus protegidos, previniendo y reaccionando a ataques. Debe abandonar, por tanto, otras tareas como la investigación de falsificaciones monetarias. 

La creciente marea de violencia

El reciente atentado puede ser consecuencia de la normalización de la violencia en los círculos extremistas de todo el espectro político. Aún desconocemos la motivación de Crooks, pero es perfectamente posible que haya estado influido por la retórica actual, que juzga a la violencia como respuesta adecuada a las injusticias percibidas. Sí sabemos que, además de poseer un rifle comprado legalmente por su padre, tenía explosivos en su coche y en su casa. Sabemos, también, que estaba resuelto a asesinar a Trump. Más allá de su por ahora desconocido móvil, la violencia política es cada vez más común, sobre todo entre los activistas más jóvenes.

Nuestras universidades están formando estudiantes violentos que rara vez reciben castigos. Algunos profesores enseñan que fines nobles justifican medios innobles, el resultado han sido agresiones físicas a compañeros de clase por desacuerdos políticos, ideológicos o religiosos. Hay un trecho corto entre atacar a compañeros por sus ideas políticas y disparar a los candidatos que postulan aquellas mismas creencias.

El intento de asesinato, además de la creciente polarización, probablemente ayuden a difundir aún más esta atmósfera de violencia

"Los líderes políticos, educativos y religiosos deben denunciar la violencia de quienes comparten su lado de la división política".

En una rueda de prensa previa a la convención republicana, voceros del Servicio Secreto dijeron que no iban a cambiar ningún plan para el evento y prohibieron preguntas sobre los fallos que habían permitido el atentado. La agencia tiene que aprender de sus errores. Debe, asimismo, reforzar la protección de los candidatos durante los próximos cuatro meses -como poco-, que es de esperar se vuelvan cada vez más peligrosos.

Aún más importante es que los líderes políticos, educativos, religiosos y de todo tipo denuncien la violencia que propugnan y practican aquellos de su lado de la división política. Es fácil denunciar la violencia de los adversarios. Más difícil, pero más importante, es condenar la violencia de los aliados.

Las redes sociales están llenas de elogios a Crooks y de lamentaciones porque falló. Si hubiera tenido éxito, habría sangre en las calles. Vivimos tiempos aún más peligrosos que la década de 1960, cuando se produjeron tres grandes asesinatos. Debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para evitar que se repita el casi-asesinato, la tragedia de Pensilvania. No estamos haciendo lo suficiente.

© Gatestone Institute

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