Trump bombardea las 'líneas ferroviarias' que Roosevelt ignoró
El Departamento de Guerra de Estados Unidos rechazó las propuestas de atacar los trenes a Auschwitz y al propio campo de exterminio por considerarlas "impracticables", alegando que requerirían un "considerable desvío" de aviones necesarios en otros lugares.

El ferrocarril que conduce al antiguo campo de concentración de Auschwitz II (Birkenau), en Polonia.
Bajo las órdenes del presidente de Estados Unidos Donald Trump, el 22 de junio, aviadores estadounidenses volaron bombarderos B-2 decenas de miles de kilómetros, soltando potentes bombas bunker-buster (antibúnker), destruyendo fábricas de armas nucleares de Irán mientras marinos estadounidenses en un submarino distante disparaban salvas de decenas de misiles Tomahawk.
La misión siguió a casi dos semanas de asalto aéreo por parte de la Fuerza Aérea de Israel. Los esfuerzos coordinados entre dos aliados aseguraron un éxito militar con los emplazamientos nucleares de Fordow, Natanz e Isfahan, y otras instalaciones estratégicas, borrados o gravemente dañados.
Ahora retrocedamos el reloj unos 80 años.
Un día después de la Navidad de 1944, el piloto de las Fuerzas Aéreas estadounidenses George McGovern, que algún día sería candidato presidencial demócrata en 1972, dirigía un escuadrón de aviones B-24. Lanzaron 50 toneladas de bombas sobre plantas petrolíferas en Monowitz, una sección industrial de Auschwitz donde más de 1 millón de personas fueron asesinadas. El objetivo estaba situado a menos de ocho kilómetros de los crematorios y de las líneas de ferrocarril que transportaban a los judíos al campo.
A pesar de que se le pidió en repetidas ocasiones, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt desaprobó el bombardeo de las líneas ferroviarias. Debido a su indiferencia, un número incalculable de judíos que podrían haberse salvado fueron asesinados.
La historia demostrará que Trump, que bombardeó Irán para detener el plan de los mulás para otro Holocausto, fue mucho más valiente y honorable que Roosevelt, que no bombardeó las líneas ferroviarias a Auschwitz.
Trump había decidido que la amenaza de un Irán nuclear era demasiado grande y, a pesar de todos los riesgos implícitos en una guerra caliente, sintió que era su deber actuar. En cambio, con respecto a la amenaza iraní, los expresidentes Barack Obama y Joe Biden se habían jactado de no permitir que Irán tuviera una bomba y de que cubrían las espaldas de Israel. Reprendieron ingenuamente a Teherán con advertencias de No lo hagas que fueron ignoradas irrespetuosamente. En todo Oriente Medio, adoptaron posturas con amenazas de líneas rojas, pero se cruzaron. Firmaron acuerdos que efectivamente dieron a Irán un camino legal hacia una bomba nuclear.
Durante el primer anuncio de campaña presidencial de Trump en 2015, dijo de Obama: "Echa un vistazo al acuerdo que está haciendo con Irán. Si llega a ese acuerdo, puede que Israel no exista por mucho tiempo. Es un desastre, y tenemos que proteger a Israel". Trump recibe altas calificaciones por su clarividencia, lealtad y coherencia.
Irán, durante décadas, juró "Muerte a Israel" y "Muerte a Estados Unidos". Irán tenía un reloj en Teherán que marcaba la cuenta atrás para la desaparición de Israel en 2040. Trump debió hacer caso del sabio consejo que una vez pronunció el exprimer ministro israelí Menachem Begin, quien dijo: "Cuando alguien dice que te va a matar, créele".
La historia es sencilla: Trump bombardeó Irán, un país que buscaba fanáticamente otro Holocausto. Para destruir Israel, Teherán había creado una red de proxies terroristas, había desarrollado tecnología de cohetes para lanzar ojivas nucleares y perseguía una tecnología nuclear que sólo era útil para la fabricación de armas. La inclinación de Trump por el sentido común y la acción le hizo un favor al mundo. Fue decidido, a pesar de las predicciones catastrofistas de una guerra regional, miles de estadounidenses muertos y la Tercera Guerra Mundial.

Gatestone Institute
“Desmantelar” las instalaciones nucleares de Irán no es suficiente
Khaled Abu Toameh

Los libros El abandono de los judíos, de David S. Wyman, y FDR y el Holocausto, de Rafael Medoff, presentan amplias pruebas del comportamiento vergonzoso y astuto de Roosevelt, que ignoró la aniquilación sistemática de 6 millones de judíos europeos. En estos libros, nos enteramos de que el Departamento de Guerra de Estados Unidos rechazó las propuestas por "impracticables", alegando que tales incursiones requerirían una "considerable desviación" de aviones necesarios para el esfuerzo bélico. Funcionarios estadounidenses afirmaron haber realizado un "estudio" que concluyó que bombardear Auschwitz no era viable desde el punto de vista militar, pero nunca se encontraron pruebas del supuesto estudio.
La historia demostrará que Trump, que bombardeó Irán para detener el plan de los mulás de provocar otro Holocausto, fue mucho más valiente y honorable que Roosevelt, que no bombardeó las líneas ferroviarias que llevaban a Auschwitz.
Trump merece todo el reconocimiento de los israelíes, los estadounidenses y todos los países occidentales. Los judíos de hoy, independientemente de su preferencia política actual, le deben una gratitud especial. Trump debería ser celebrado como el presidente que bombardeó las proverbiales líneas de ferrocarril.
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