El aparente desaire de Trump a Netanyahu puede enviar un mensaje peligroso
A pesar de las apariencias, Trump está limitado por el apoyo de los cristianos evangélicos a Israel y los republicanos en el Congreso, quienes no respaldarán un mal acuerdo con Irán ni un Estado palestino.

El presidente Donald Trump, junto al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu (imagen de archivo)
El primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu acaba de aprender un imperativo fundamental en las relaciones internacionales, a saber, que entre las naciones no hay amistades permanentes, solo intereses percibidos.
Particularmente durante este último viaje a Oriente Medio, parece que el presidente Donald Trump —quizás por consejo del vicepresidente JD Vance, quien, según Axios, evitó visitar el Estado judío, y del expresentador de Fox News y personalidad mediática Tucker Carlson, quien ha sido señalado por su retórica antisemita— se alejó de Israel en una serie de movimientos.
Los desaires comenzaron con los inmerecidos elogios de Trump al dictador turco Recep Tayyip Erdoğan, realizados delante de Netanyahu durante una reciente visita a la Casa Blanca. Posteriormente, el presidente entabló negociaciones con Irán, un acuerdo que podría dejar a Israel ante una amenaza existencial del Régimen Islámico.

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Witkoff, enviado de EE.UU. a Oriente Próximo, critica a Hamás por su respuesta al alto el fuego
JNS (Jewish News Syndicate)
Los rivales de Netanyahu en la arena política israelí no deberían consolarse con lo que perciben como el debilitamiento de la posición del primer ministro debido a la apariencia de que Trump le ignora intencionadamente. Deben entender que cualesquiera que sean los supuestos agravios que Trump está exhibiendo hacia Netanyahu, él, sin duda, trataría peor a otros líderes israelíes, incluidos Yair Lapid, Avigdor Lieberman, Benny Gantz o Naftali Bennett. Por lo tanto, deberían expresar su solidaridad y apoyo a las advertencias de Netanyahu sobre Irán y su determinación de expulsar a los terroristas de Hamás de Gaza.
El enviado de Trump a Oriente Medio Steve Witkoff ha insinuado que la Administración Trump podría permitir a Irán enriquecer uranio hasta el nivel 3,67, que normalmente no es amenazador. Sin embargo, dada la propensión de la República Islámica de Irán a hacer trampas masivas en su progreso nuclear, el afán de Trump por un acuerdo podría resultar contraproducente y empeorar mucho las cosas en Oriente Medio.
El acuerdo al que llegó Trump con los hutíes -dejar de disparar contra barcos estadounidenses y occidentales y permitir la libertad de navegación sin molestias a lo largo del Mar Rojo y el Mar Arábigo- fue probablemente urdido por Irán para ganar puntos en Washington. Trump elogió a los hutíes por el acuerdo, que incluía la seguridad de los barcos estadounidenses y occidentales que pasaban por el estrecho de Bab El-Mandeb. Sin embargo, se excluía la protección de los barcos israelíes y se dejaba a Israel solo en el manejo de los misiles suministrados por Irán a los hutíes. Es probable que Netanyahu se sintiera decepcionado por el hecho de que Trump no le informara sobre el acuerdo, que se produjo días antes de que los terroristas yemenitas lanzaran un misil que cayó cerca del aeropuerto internacional Ben Gurión. Sin embargo, cabe preguntarse dónde estaba la condena inmediata de Trump.
Los enemigos del Estado judío en Oriente Medio seguramente se sentirán alentados por lo que perciben como el abandono de Israel por parte de Trump. Y ciertamente, el acuerdo unilateral con los hutíes les da esperanzas de que así sea.
Un posible acuerdo nuclear civil con Arabia Saudí, a falta de que Riad se comprometa a normalizar las relaciones con Israel y extienda una invitación para que se unan a los Acuerdos de Abraham, sería otra señal de que Trump está dejando atrás a Israel. (Incluso la Administración Biden condicionó un tratado nuclear civil con los saudíes a la adhesión a los acuerdos).
Como negociador, Trump podría muy bien tratar de presionar a Israel para que acepte un Estado palestino si eso significara que podría asegurarse más de 1 billón de dólares de inversión saudí y emiratí en Estados Unidos. Esta es la exigencia quid pro quo de los saudíes por unirse a los Acuerdos de Abraham. Sin embargo, Israel no puede permitirse tener un Estado terrorista palestino cerca de sus centros de población, especialmente después de los ataques terroristas dirigidos por Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre de 2023.
La conmovedora liberación del rehén estadounidense-israelí Edan Alexander como gesto de Hamás hacia Trump (al tiempo que dejaba de lado a Israel) fue otro indicador de que el presidente estadounidense no entiende la mente árabe. Fueron los qataríes, patrocinadores de Hamás y compañeros radicales de la Hermandad Musulmana, quienes convencieron al grupo terrorista para que ideara este gesto de buena voluntad como forma de menospreciar a Netanyahu e iniciar un contacto directo con la Administración Trump. Los terroristas asesinos, junto con sus patrocinadores de Doha, esperan convencer a Trump de que obligue a Israel a poner fin a la guerra y a retirar las Fuerzas de Defensa de Israel de la Franja de Gaza.
Todo lo anterior no pretende sugerir que Trump se haya vuelto antiisraelí o que esté abandonando al Estado judío. Más bien demuestra que Estados Unidos tiene sus propios intereses que perseguir. Está claro que a Trump le gustaría que la historia le reconociera como un pacificador. Pero lo que tiene que entender es que con entidades como Irán, los hutíes, Hamás e incluso Ahmed al-Sharaa en Siria, no hay paz permanente, sólo hudnas, ceses temporales hasta que las fuerzas islámicas puedan imponerse.
Trump dio vía libre a Netanyahu en la Franja de Gaza, lo que no ocurrió durante la Administración Biden. Trump es intrínsecamente proisraelí; sin embargo, también es pro-negocios y se considera un supremo negociador. No es ideológico, por lo que no puede comprender plenamente los peligros que emanan de los islamistas radicales, como Erdoğan, o el hecho de que hay musulmanes en Occidente que preferirían que la sharía sustituyera a la Constitución occidental.
Incluso si Trump estuviera considerando nuevas alianzas y amigos que son contrarios a la seguridad de Israel, se ve limitado por el fuerte apoyo cristiano evangélico a ese país, así como por los republicanos en el Congreso que no respaldarán un mal acuerdo con Irán o la imposición de un Estado palestino.
Queda por ver qué fuerzas prevalecen en lo que respecta a las decisiones y acciones finales del presidente en el escenario de Oriente Próximo. Hacer tratos financieros con el Diablo no garantizará la seguridad a largo plazo de Estados Unidos. Trump se enfrenta a regímenes dictatoriales que ven la historia a través del prisma de los siglos, no de los mandatos.
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