La Cumbre del G20 acaba sin mayores acuerdos: no hubo consenso sobre las guerras ni sobre la "transición energética"
El presidente argentino, Javier Milei, destacó como una de las principales figuras en desafiar la agenda globalista, defendiendo la autonomía nacional y promoviendo la libertad de mercado.
La cumbre del G20 en Río de Janeiro concluyó con una agenda marcada por propuestas ambiciosas, aunque con pocos avances tangibles. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, impulsó temas como la “transición energética”, el desarrollo sostenible y la reforma de las instituciones multilaterales, pero los resultados concretos fueron limitados.
Lula y su agenda climática
El presidente Lula volvió a centrar su intervención en el cambio climático y el desarrollo equitativo, exigiendo a los países ricos asumir mayores responsabilidades. Sin embargo, sus demandas encontraron resistencia entre los líderes del G20.
Divisiones en torno a Ucrania y Oriente Medio
La declaración final del G20 evitó condenar explícitamente la agresión rusa en Ucrania, reflejando las diferencias entre Estados Unidos, Europa, China y Rusia. Aunque líderes como el canciller alemán Olaf Scholz expresaron frustración por la falta de consenso, Lula buscó mantener la unidad del bloque a costa de omitir posturas más contundentes.
En Oriente Medio, los llamados a ceses al fuego en Gaza y Líbano destacaron la preocupación global por la escalada de violencia. Sin embargo, el respaldo estadounidense a Israel y las tensiones entre países miembros limitaron las acciones concretas.
La Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza
La cumbre también lanzó la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, promovida por Brasil, con el respaldo de 82 países. Sin embargo, Javier Milei se desmarcó de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, declarando que Argentina firmó la declaración con reservas sobre la Agenda 2030, y defendió el capitalismo de libre mercado como solución a la pobreza, en contraste con la visión de Luiz Inácio Lula da Silva.
Un enfoque progresista bajo escrutinio
Lula aprovechó la cumbre para promover reformas en las instituciones multilaterales y abogar por una mayor equidad económica global. Sin embargo, la resistencia de figuras como Milei, que cuestionó las políticas de igualdad de género y el uso de impuestos globales, refleja el creciente rechazo a las políticas socialistas que promueven más intervención estatal a costa de las libertades económicas.
Milei desafía la agenda globalista
Javier Milei rechazó abiertamente la Agenda 2030 y las políticas impuestas por los organismos multilaterales. Su crítica a la gobernanza global subraya su postura en defensa de la autonomía nacional y la libertad de mercado. Según Milei, las intervenciones del G20 en temas como el cambio climático y la redistribución de la riqueza son un intento de imponer un orden global que ignora los derechos fundamentales y la soberanía de los países.
El futuro del G20 bajo el liderazgo de Sudáfrica
En una breve ceremonia en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, Lula anunció la transferencia de la presidencia del G20 a Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica. Aunque Lula destacó la importancia de este liderazgo global, las prioridades de 2025, como el crecimiento inclusivo y la seguridad alimentaria, enfrentan el reto de concretarse en un escenario internacional cada vez más polarizado. Con un G20 dividido y la presión de políticas progresistas cada vez más cuestionadas, queda por ver si estos objetivos podrán superarse en el futuro cercano.