El país llegó a las elecciones con descontrolados aumentos de la inflación, del déficit fiscal y con falta de divisas.

El legado que el cuarto gobierno kirchnerista, encabezado de facto por Sergio Massa, deja al próximo Gobierno, ya sea para él mismo en su rol de candidato o para Javier Milei como su contrincante, es una auténtica bomba de tiempo. Quien resulte ganador del balotaje tendrá que tomar decisiones urgentes en materia económica que serían muy distintas según resulte elegido presidente.

Argentina llegó a las elecciones con descontrolados aumentos de la inflación, del déficit fiscal y con falta de divisas. Sergio Massa implementó, para llegar al ballotage, un plan al que Cristina Kirchner llamó “Platita” y que consiste en medidas que implican un costo fiscal de casi 2 puntos del PBI. Con un Banco Central carente de reservas, las distorsiones del plan electoral del ministro se plasmaron en el mercado cambiario.

Las medidas incluyeron bonos para desocupados por $1,36 billones de pesos (la moneda local), un refuerzo para jubilados de $234.000 millones y pagos extras para planes sociales por $101.000 millones. En el frente externo, Massa le dejará, a quien asuma el 10 de diciembre, reservas netas negativas en el Banco Central por US$ 11.500 millones y una deuda pública de US$ 415.000 millones. Respecto del tipo de cambio, quien gane lo recibirá atrasado en un 30% con una brecha cambiaria respecto del cambio no oficial o blue superior al 170%. La economía no crece en los últimos 12 años, por lo que el Producto Bruto Interno es 17% inferior al de fines de 2011.

Muchos economistas sostienen que la crisis económica marcha hacia una tasa de inflación del 300% anual. El rumor de que después de la elección habrá una devaluación se da por hecho en el mundo financiero, pero no es lo mismo que gane Massa que Milei. El libertario dijo que los pesos son "menos que excremento", en cambio Massa dijo que los defenderá, aunque con el plan "Platita" que implementó para hacer demagogia eleccionaria y la emisión descontrolada que esto produjo ha logrado el resultado opuesto.

Durante el año y medio de Massa a la cabeza de la economía argentina, la energía eléctrica aumentó un 280%, el gas más de 113% y el agua casi el 700%, este último rubro gestionado por Malena Galmarini, esposa de Massa. Las tarifas de los buses de la región metropolitana subieron un 190% desde junio, y esto repercutió sobre las tarifas de los trenes.

El promedio general de los precios minoristas se duplicó desde que Massa llegó al Ministerio, al igual que los precios del segmento mayorista. Lo más grave es que los alimentos aumentaron por encima del promedio y la canasta básica aumentó un 147% en octubre, por encima de la inflación general.

En cuanto a la relación con el FMI, la situación es tensa ya que el paquete de medidas de Massa, con mayor gasto, emisión y congelamiento tarifario, sepultó el acuerdo vigente. La Argentina no cumplió las metas del trimestre pasado y es una incógnita el resultado de la revisión de noviembre, de la cual depende el próximo desembolso.

Milei insistió en su plan de dolarización y Massa mantiene la indefinición al no presentar un plan. Los dos candidatos esperan para 2024 una recuperación de las exportaciones del campo y un mejor balance del comercio exterior energético.