El país sudamericano busca extirpar el tumor del populismo, mientras que el Estado judío ansía librarse del tumor del terrorismo. La cirugía es compleja y dolorosa para ambos, pero deben hacerlo lo más rápido posible y hasta el final. Ya no hay lugar para nuevas malas praxis.

Cuando hay un tumor que puede extirparse, se extirpa, rápidamente y entero. No se va quitando paulatinamente, dejando que vuelva a crecer. La intervención quirúrgica no es un paseo por el bosque, es compleja y dura. Además, es necesario pasar por momentos difíciles antes, durante y después de la operación. La recuperación es lenta y el paciente debe ser paciente (valga la redundancia), ya que estará limitado por un tiempo. Pero, al final del camino, uno mira para atrás y se da cuenta de que todo el esfuerzo, el dolor, los nervios, el malestar, etc., fueron un precio que se pagó para estar mejor. Por lo tanto, reitero, el tumor debe quitarse rápidamente y entero de una vez.

Es eso, justamente, lo que están haciendo Javier Milei en Argentina y Benjamín Netanyahu en Israel

El país sudamericano ha estado sufriendo desde hace décadas los estragos del populismo de izquierda en la economía. Durante el último Gobierno kirchnerista, el país cayó en una fuerte crisis económica en la que la altísima inflación produjo que la pobreza aumentara, alcanzando casi a la mitad de la población del país, y que tener trabajo ya no fuera garantía de llegar a fin de mes, al tiempo que la inseguridad también se incrementó, especialmente en la provincia de Buenos Aires.

La desastrosa situación económica producto de la regulación extrema de la economía, el clientelismo, las mafias sindicales, el aparato estatal repleto de militantes parásitos y el uso de la pobreza para mantenerse en el poder por parte del peronismo y las organizaciones de izquierda han logrado eternizar la crisis.

Sin embargo, ahora la bomba explotó en las manos del populismo. Esta vez no pudieron patear la pelota para adelante. Las excusas de la “pandemia”, los “empresarios especuladores” y tantas otras ya no se las creía nadie. No, tampoco los pobres, o especialmente los pobres, que cada vez estaban peor. Todo este combo explosivo llevó a Javier Milei al poder, ya que la gente necesitaba de alguien que le dijera la verdad, que fuera honesto, que entendiera los problemas de la economía y cómo solucionarlos de una vez y para siempre. El presidente tiene defectos y ha cometido errores, pero en materia económica ha demostrado ser casi infalible cuando lo hacía simplemente como comentarista en diversos medios de comunicación, o bien desde su banca de diputado.

Es necesario que la población que votó a Milei tenga paciencia.

Milei aseguró que la situación es tan catastrófica que es necesario implementar un plan de shock: desregular la economía, abrirse al mundo y sincerar los precios, y todo rápidamente, achicando el estado para que deje de ser un casino peronista en el que la banca siempre gana haciendo trampa. No es tarea fácil, claro, como tampoco lo es extirpar un enorme tumor. Sin embargo, el cirujano tiene asistentes que lo ayudan, pero en el caso de Argentina, la cantidad de seres que buscarán torpedear cualquier intento de cambiar el statu quo no es menor y el poder que ostentan no debe minimizarse.

Después de que el Gobierno de Milei presentara un duro pero acertado decreto de desregulación de la economía, lo esperado empezó a suceder: algunos medios comenzaron a criticar las medidas por considerarlas demasiado fuertes y repentinas, al tiempo que las mafias sindicales y las agrupaciones de izquierda salieron a las calles a desafiar a las nuevas autoridades nacionales y de la ciudad de Buenos Aires que habían prometido cambiar lo que el alcalde anterior, Horacio Rodríguez Larreta, no se animó a hacer: no permitir los cortes de calles. Buscan generar caos para que cuando el Gobierno responda, lo puedan acusar de represor y autoritario. Nada nuevo bajo el sol.

Es necesario que la población que votó a Milei tenga paciencia, ya que si el decreto avanza, la situación será muy dura por varios meses, pero es necesaria para curar al país de una vez por todas, tal como lo ha expresado el mismo Gobierno.

No es de extrañar, desde ya, que las mafias sindicales y algunas organizaciones peronistas se acordaran ahora de protestar aunque no movieron un dedo durante los últimos cuatro años en los que el Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner destruyó la economía y la seguridad de los argentinos. Es que, ya saben, la paciencia entre peronistas es mayor que con los no peronistas, porque lo importante para ellos es mantener el poder. Un país próspero es contraproducente para esta gente.

Las autoridades israelíes ahora están dispuestas a ir hasta el final, ergo derrocar a Hamás.

En Israel, por su parte, el Gobierno de Benjamín Netanyahu está intentando extirpar el cáncer de Hamás, algo que debía haber hecho hace mucho tiempo para que el tumor terrorista no creciera tanto como para producir el daño del 7 de octubre. Ahora, como estamos viendo, la cirugía es extremadamente compleja.

Tal como expresó el activista árabe-israelí Yoesph Haddad en una entrevista que le realicé recientemente para Voz Media, de haber acabado con Hamás con anterioridad, seguramente la masacre del 7 de octubre nunca hubiera ocurrido. Ahora ya es tarde para lamentos y hay que exterminar a esa organización terrorista que sólo busca el genocidio de los judíos primero y del resto de los infieles después, apoyada por buena parte de la población palestina, tal como lo demuestran diversas encuestas y tal como me dijo Dor Shahar -ex habitante de Gaza que huyó a Israel y se convirtió al judaísmo- con quien tuve la oportunidad de dialogar en noviembre.

Las autoridades israelíes ahora están dispuestas a ir hasta el final, ergo derrocar a Hamás. Pero al no haberlo hecho con anterioridad y al haber permitido que la organización terrorista marcara el ritmo de enfrentamientos anteriores, es decir, que decidiera cuándo empezaban y cuándo finalizaban los combates, llevó a que ahora el precio que deba pagarse sea más caro. El cirujano tiene que lidiar con un tumor significativamente más grande porque antes se quitaba sólo parcialmente y se lo dejaba volver a crecer más y más.

Este es el momento para que Israel y Argentina soporten un fuerte dolor y la demonización de los hipócritas de siempre.

Como era de suponer, la represalia israelí comenzó a ser cada vez más criticada a medida que el tiempo nos sigue alejando del 7 de octubre, pero el Gobierno entiende que es tiempo de hacer oídos sordos a las críticas del mundo y de avanzar como una locomotora hasta cumplir con el objetivo de erradicar a Hamás y cambiar el statu quo en Gaza, donde se adoctrina en el odio en las escuelas y en los medios de comunicación, y todo lo que se invierte y hace es en pos de asesinar a la mayor cantidad de judíos, sin importar que eso sea especialmente perjudicial para los mismos palestinos, que siguen hundidos en el atraso y el radicalismo, sin aprovechar la ventaja de tener un vecino próspero y avanzado del cual pueden beneficiarse.

Este es el momento para que Israel y Argentina soporten un fuerte dolor y la demonización de los hipócritas de siempre, pero nada puede detener al cirujano a la hora de extirpar el tumor, entero y lo más rápido posible. Ya no hay espacio para mala praxis. Y, quizá, sea un paso más en el camino hacia la cura del resto de los cánceres en Medio Oriente (Irán) y América Latina (socialismo del siglo XXI).