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Ex habitante de Gaza: "El 99% de los gazatíes apoyan el terrorismo"

Dor Shahar nació y creció en un hogar palestino musulmán en la ciudad de Jan Yunis. Fue torturado y humillado, incluso por su propio padre, por no querer asesinar judíos y por desear vivir una vida normal. A una edad muy temprana huyó a Israel, donde se convirtió al judaísmo. En diálogo con Voz Media, nos relata su dura historia de vida.

Imagen de Dor Shahar con una bandera de Israel de fondo.

(Unsplash / Cortesía de Dor Shahar)

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"Mi familia apoya el terrorismo, el asesinato de judíos", comienza diciéndome Dor Shahar desde Israel, donde reside junto con su esposa y su hijo bebé, que reclama su atención una y otra vez durante la entrevista. Dor se mudó al Estado judío durante su adolescencia, tras huir de la Franja Gaza por oponerse al adoctrinamiento en el odio al que intentaron someterlo, de las torturas -incluso perpetradas por su propio padre- y de las humillaciones permanentes. Luego de unos años, se convirtió al judaísmo, un camino que también seguiría su esposa, de origen húngaro.

Dor no quería matar judíos, no, quería ser médico y tener una vida normal, algo que, como se percataría luego, iba a ser imposible en el entorno que vivía.

Lamentablemente, Dor fue testigo de los peores horrores desde muy pequeño. "A la edad de tres años solía ir con mi madre al mercado a comprar dulces, y un día vi una cabeza que rodaba como un balón, que era de un sospechoso de colaborar con Israel". Y eso no fue todo, también señala que tuvo que presenciar cómo "cortaban a personas en pedazos" o cómo "las ataban a postes de luz y las electrocutaban" o cómo "les ataban las piernas a un vehículo y las arrastraban hasta que morían". Sí, todas eran consideradas colaboracionistas del enemigo sionista.

Respecto de la educación, Dor comenta lo que es ya un secreto a voces: en las escuelas de la UNRWA -la agencia de la ONU encargada a ayudar a los palestinos- se adoctrina en el odio a los judíos. El joven, que actualmente se dedica a brindar charlas motivacionales, recuerda que una vez ingresó al aula un hombre bien vestido. "Nos dijo que nos iba a impartir una clase especial (...) y empezó a decir que los judíos son asesinos (...) que habían robado las tierras de nuestros abuelos, que todo Israel es Palestina, que hay que derramar nuestra sangre para recuperar nuestras tierras, que los judíos eran musulmanes y se convirtieron en infieles, que tienen tres piernas, y que el mandamiento más importante es matar a un judío", dice.

El adoctrinamiento no lo experimentaba sólo en la escuela, sino también en su propio hogar. Dor comenta que él solía jugar al fútbol con soldados israelíes, y en una oportunidad uno de ellos le regaló un dulce. Al regresar a su casa con el envoltorio en la mano le preguntó a su padre si podía comprarle uno, pero la respuesta no fue la que esperaba. "Se enfureció y me amenazó. Me dijo que no tomara dulces de los judíos porque podían envenenarlos", señala.

Dor decidió dejar de acudir a la escuela, pero sin contarle a su familia. Sin embargo, cuando su padre se enteró, decidió castigarlo aplicándole despiadadas torturas. "Colgó una soga con un nudo de ahorcamiento, encendió el gas, y sosteniendo un cuchillo me dijo: 'Te voy a asesinar'". Y, lamentablemente, esa no fue la última vez que su padre le aplicó un castigo inhumano.

Tiempo después decidió cruzar a Israel, donde comenzó a trabajar cuidando obras en construcción en un barrio de casas grandes. Allí conoció a un judío religioso que lo invitó a una cena de Pésaj y empezó a indagar sobre el significado de esa festividad. Y si bien no sabía hebreo, fue en ese idioma que le dijo a su anfitrión: "Quiero ser judío".

Uno de sus vecinos en Israel lo ayudó con todo el proceso de conversión al judaísmo, que le llevó siete años, durante los cuales Dor atravesó por todo tipo de situaciones de extrema dificultad.

Durante un estallido de violencia contra israelíes, el Gobierno decidió echar a los palestinos de Israel. Dor estuvo detenido en el Estado judío por encontrarse ilegalmente en el país, y durante su estadía en prisión fue golpeado por otros palestinos que lo consideraban un traidor por querer convertirse al judaísmo.

Luego fue liberado y volvió a Gaza, donde fue interrogado y torturado por las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina por haber estado viviendo siete años en Israel. "Me colgaron dado vuelta, me pusieron agua fría y agua caliente, y me daban descargas eléctricas", relata.

Después volvió a Israel, donde fue nuevamente detenido por encontrarse en libertad condicional. Luego fue a declarar al tribunal, donde entre lágrimas le contó su historia a la juez, que decidió liberarlo.

Una vez convertido en ciudadano israelí, Dor recibió la carta de enrolamiento de las Fuerzas de Defensa de Israel. Sin embargo, finalmente no fue aceptado porque se negó a evacuar judíos durante el ‘Plan de retirada unilateral israelí de Gaza’ -también llamado ‘Desconexión’- en 2005, ya que, tal como declaró en aquella época, "Israel iba a recibir misiles a cambio".

Dor sostiene que el objetivo de los terroristas "es asesinar judíos", pero advierte que "siguen los cristianos". Según él, no se trata de un conflicto territorial. "Es una guerra de religión", manifiesta.

Respecto de la respuesta israelí en Gaza tras la masacre del 7 de octubre, Dor señala que no es lo suficientemente contundente. "Todo lo que se hizo en más de un mes, debía haberse hecho en tres horas". El conferencista israelí afirma que Israel está pagando el precio con las vidas de sus soldados para evitar el daño a población civil la Franja, pero subraya que la gran mayoría de los civiles "apoyan el terrorismo". "Si fuera un porcentaje menor, como dicen, hubiéramos acabado con los terroristas en un día. Pero como el 99% apoya el terrorismo, la guerra no terminará rápido".

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