Vergonzoso: Estados Unidos pone en duda la persecución en Venezuela tras la desaparición forzada de una reconocida defensora de DDHH

La embajada dijo que las detenciones son "aparentemente arbitrarias"

Rocío San Miguel iba a viajar con su hija fuera de Venezuela. El viernes por la noche, en el aeropuerto de Maiquetía, de Caracas, un grupo de agentes del régimen de Nicolás Maduro la abordó. Desde entonces no se sabe dónde está Rocío San Miguel, una reconocida defensora venezolana de los derechos humanos, activista y especialista en los asuntos militares.

San Miguel y su hija ya llevan más de 60 horas desaparecidas. Se le suman cuatro miembros de su familia: el padre de su hija, dos hermanos y otro familiar. Los nazis llamaban a esto sippenhaft: cuando la acusación o la persecución contra un enemigo del Estado se extiende a sus familiares.

El régimen acusa a Rocío de formar parte de una supuesta conspiración para asesinar a Nicolás Maduro. Ya van más de 20 conspiraciones, todas inventadas con el único propósito de ir purgando a la disidencia. Rocío no representaba una amenaza real para el chavismo. De hecho, no era reconocida dentro de Venezuela como una voz opositora radical o incómoda. Era muy moderada.

Para la tarde de este 12 de febrero, cuando se cumplen diez años del día en que el régimen de Maduro asesinó a dos estudiantes en Caracas, en el marco de las protestas del 2014, más de 200 organizaciones no gubernamentales publicaron un comunicado exigiendo, al menos, saber del paradero de Rocío San Miguel y su familia. Sus abogados han recorrido todos los centros de tortura y secuestro de la dictadura y en ninguno está San Miguel.

Se trata de una desaparición forzada, por ahora, al estilo de las peores dictaduras. Una desaparición que arropa no solo al objetivo a neutralizar, sino a su hija y a otros familiares. El caso es particularmente cruel, los venezolanos están indignados y las organizaciones no gubernamentales, asustadas, claman justicia.

No obstante, una declaración fue bastante deprimente. Estados Unidos, que se supone que ha sido uno de los principales aliados de la oposición venezolana, publicó un statement, ya no diríamos flojo sino colaboracionista.

"La detención de Rocío San Miguel [de la ONG] Control Ciudadano y de los miembros de su familia en Venezuela, sigue una tendencia preocupante de detenciones aparentemente arbitrarias de actores democráticos", se lee en la cuenta de X de la embajada de Estados Unidos para Venezuela.

"Nos unimos a la comunidad internacional para instar a la liberación de todos los presos políticos, que se ponga fin a la detención de sus familiares inocentes y retorno a los compromisos establecidos en el Acuerdo de Barbados", continuó Estados Unidos.

Vergonzoso, al menos. "Sigue una tendencia preocupante de detenciones aparentemente arbitrarias de actores democráticos". No podían decir algo más infeliz. A Rocío la desaparecen junto a su hija, sin procedimiento alguno, sin trato justo, y Estados Unidos se atreve a cuestionar la naturaleza arbitraria y gangsteril del secuestro.

Y, peor aún, le propone al régimen que respete unos acuerdos de octubre del año pasado, manoseados, pisoteados y violados.

Inquieta advertir la aparente ingenuidad de la Casa Blanca y sus funcionarios frente a la dictadura de Venezuela. A este punto es claro que desde Washington DC no hay capacidad de abordar a un enemigo como Maduro. No saben hacerlo. No saben qué hacer.

Un amigo me diría: en DC son todo menos ingenuos. Pues si no cabe ingenuidad, cabe complicidad.