Es necesaria una investigación a fondo de la vicepresidenta argentina para desintoxicar al país y eliminar el peligro de que haya otro amigo del régimen de los ayatolás en la región.

El senador republicano de Texas Ted Cruz presentó este miércoles un proyecto de ley que sancionaría por corrupción a varios funcionarios de Argentina, incluyendo a la vicepresidenta del país sudamericano, Cristina Fernández de Kirchner.

"Cristina Fernández de Kirchner es una política profundamente corrupta que ha socavado el Estado de derecho y las instituciones políticas de Argentina. Las pruebas contra ella son públicas, creíbles y están respaldadas por los tribunales argentinos. Ella y sus asociados han socavado los intereses de seguridad estadounidenses en la región al poner las instituciones argentinas al servicio de la campaña de terrorismo global de Irán. Continúan haciéndolo”, dijo Cruz.

Como era de esperar, la corrupta vicepresidenta no se quedó callada y decidió responder a las acusaciones del senador estadounidense. “Tal cual lo dije: ¡Proscripción!”, expresó Cristina Kirchner, insistiendo en la falsa idea de que la Justicia no le permite presentarse a elecciones, luego de que emitiera una condena a seis años de prisión por los casos de corrupción probados hasta el cansancio. Lo cierto es que no está proscripta y puede presentarse a elecciones. No obstante, pregunto, y en caso de que en algún momento efectivamente se la proscriba, ¿cuál sería el problema? Si, tal como exclamó con fuertes alaridos luego de que la Justicia emitiera el fallo, ella no tiene pensado presentarse a elecciones para ningún cargo. ¿Mintió? ¡Qué sorpresa!

No conforme con expresar la mentira de la proscripción, la cual es extremadamente fácil de exponer, Cristina Kirchner manifestó una teoría conspirativa un tanto extraña: “Por si todo esto fuera poco, cinco días antes de que intenten asesinarme, el senador Ted Cruz había pedido sanciones en mi contra (…) Como verás, todo hace juego con todo”. Sí, dijo que el senador envió sicarios para asesinarla. Está leyendo bien, estimado lector. Como siempre, en las repúblicas bananeras gobernadas por líderes autoritarios, populistas, corruptos y empobrecedores, la culpa es del ‘Imperio yanki’.

Una vez más, la vicepresidenta hace una defensa política de todas las acusaciones en su contra. Esto se debe, claro está, a que carece de argumentos sólidos para demostrar su inocencia.

Cristina Kirchner robó, robó mucho, mediante un esquema de corrupción burdo que funcionaba de la siguiente manera: la familia Kirchner transformó en empresario a un empleado bancario, Lázaro Báez, a quien le daba gran parte de la obra pública con sobreprecios, y muchos de los trabajos no eran terminados. El dinero sobrante era devuelto a la familia Kirchner a través de alquileres de sus hoteles y de misteriosas compras de sus propiedades. Todo, claro, con la ayuda de algunos funcionarios. Y este es tan solo uno de los casos.

Sin embargo, Cristina Kirchner no sólo convirtió a Argentina en una cleptocracia repleta de miseria, sino que además se alió con el régimen de los ayatolás de Irán, responsable del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, cometido en 1994 y que acabó con la vida de 85 inocentes.

En el año 2013, la entonces presidenta Cristina Kirchner firmó un pacto de amigos con Irán, llamado ‘Memorándum de entendimiento Argentina-Irán’ con el objetivo de, decía, avanzar en el caso. Sin embargo, el acuerdo consistía, principalmente, en que los acusados pudieran ser interrogados en Teherán por el juez y el fiscal argentinos, pero estos últimos no tenían jurisdicción para sentenciar. Es decir, la idea era llevar a cabo una actuación en Irán y que los iraníes decidieran, a fin de cuentas, que todos los sospechosos en realidad eran personas maravillosas, incapaces de matar a una mosca y eran perseguidos injustamente. El memorándum nunca entró en vigencia, ya que la Cámara Federal de Casación Penal argentina dejó firme en forma definitiva la inconstitucionalidad del memorándum pocos días después de la asunción de Mauricio Macri a la presidencia.

El fiscal Alberto Nisman, que estaba a cargo de la investigación del atentado, denunció, con unas agallas enormes, a Cristina Kirchner y toda la mafia que lideraba (y lidera) por encubrimiento. Esta denuncia derivó en que Nisman apareciera muerto en su apartamento en enero del 2015. Este asesinato, así como los atentados a la embajada de Israel en 1992 en Buenos Aires y el de la AMIA dos años después, han quedado impunes.

Ted Cruz tiene razón y el proyecto de ley presentado es acertado. Si bien este año hay elecciones y es poco probable que el kirchnerismo gane, es necesaria una investigación a fondo de la señora Kirchner y de algunos de los miembros de su banda criminal para desintoxicar el país y remover el peligro que representa que haya otro amigo del régimen de los ayatolás en la región.