LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Señor Sourisseau: usted se mostró estupefacto por el hecho de que la izquierda no acepta la libertad de expresión. ¿Recién ahora se da cuenta?

Ocho años después del atentado islamista contra la redacción de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, en el que fueron asesinadas 12 personas y 11 resultaron heridas, el director de la publicación, Laurent Riss Sourisseau, superviviente del ataque, concedió una entrevista al periódico español El Mundo.

Sourisseau reconoció que la revista es de tendencia izquierdista, pero señaló que tras el atentado se sintió traicionado. “Es un concepto un poco fuerte, pero la verdad es que tuvimos una sensación de traición. Fuimos traicionados por personas que en teoría eran cercanas política e históricamente: en circunstancias difíciles nos soltaron, nos dejaron caer y nos hundieron la cabeza bajo el agua”, expresó.

Riss señaló que, paradójicamente, 

prácticamente nos apoyó más la gente que pertenecía a la derecha. Resultó que la derecha republicana, vinculada a los valores liberales del siglo XIX, los de la libertad, que son los de toda democracia, fue la que mejor nos defendió.

Lo que sorprende de sus declaraciones es que se haya sorprendido, valga la redundancia, de que sus amigos de la izquierda les soltaran la mano, mientras que sus enemigos conservadores los defendieran. Evidentemente, Sourisseau se considera de izquierda pero no entiende cómo funciona esta corriente ideológica.

Las causas que los progresistas dicen defender, en apariencia nobles, en realidad nada tienen que ver con sus presuntas buenas intenciones. Lo suyo es una forma de autoritarismo que buscan implementar para obtener todo tipo de privilegios e imponer sus destructivas ideas socioeconómicas por la fuerza. Por supuesto que están aquellos que sacan rédito, pero también están los que se creen sus patrañas, y este tal vez sea su caso, señor Sorisseau. La izquierda simula enfrentarse a los poderosos, por eso vive despotricando contra el sionismo y el imperialismo estadounidense y abraza causas absurdas como la del feminismo moderno, atacando al patriarcado, y exagera la cuestión del racismo para poder luchar contra el hombre blanco conservador. Los izquierdistas intentan crear una dicotomía de los fuertes contra los débiles en lugar de dedicarse a transformarse en seres productivos de la sociedad.  

Vea, estimado lector, la hipocresía de la izquierda. Dice luchar contra los poderosos, pero quiere adueñarse de todo el poder y, de hecho, defiende a líderes autoritarios, siempre que apliquen su autoritarismo con la mano izquierda, claro. También puede usted observar lo que sucedió en Brasil. Si los progresistas llevan a cabo protestas violentas, es una revolución del pueblo que busca su libertad; si los desmanes son causados por los que están en la vereda de enfrente, se trata de un golpe de Estado.

Sr. Sourisseau: usted, como todo progresista que se precie, cree en algunas de las consignas absurdas que la izquierda repite hasta el hartazgo. Tal vez lo haga con honestidad intelectual, pero no deja de pecar de inocente, en el mejor de los casos. Sin embargo, usted se diferencia de la izquierda en que a veces se anima a criticar a quienes no critican los progresistas, y es por ese motivo que se siente traicionado. No obstante, no lo traicionaron, señor, la izquierda es así. Si no le sirve a sus intereses políticos, lo dejará ahogarse.

Señor Sourisseau: usted se mostró estupefacto por el hecho de que la izquierda no acepta la libertad de expresión. ¿Recién ahora se da cuenta? Y sí, como dijo, la gente con ideas de centroderecha y derecha (no los extremistas, que también los hay) tolera sus portadas mediocres, por más que puedan herir los sentimientos de algunas personas.

Usted y su equipo se dedican al humor satírico con fuertes mensajes críticos. Desde mi óptica, su labor es bastante mediocre y los ataques que realizan, armados con su creatividad y un lápiz, en muchos casos no me agradan. En sus portadas he visto cómo se burlan de los judíos y los cristianos y caracterizan a los israelíes como seres sedientos de sangre que masacran a los pobres palestinos. Una idea que los progresistas repiten sin conocer nada sobre el asunto, tal como hacen ustedes. No obstante, ningún cristiano, judío o israelí les hará ningún tipo de daño por expresarse libremente con su humor y caricaturas mediocres. Tal vez se ganen repudios o incluso insultos, pero nada más. 

Sin embargo, ustedes decidieron burlarse también del islam, ejerciendo su derecho a la libertad de expresión, y pagaron caro su atrevimiento. La izquierda no los respaldó porque sus críticas no fueron dirigidas contra los judíos, los cristianos conservadores, el sionismo o cualquier otro de sus rivales poderosos. A los progresistas no les servía apoyarlos porque no les servían a sus fines políticos. Los palestinos son, en su gran mayoría, musulmanes, por lo que la izquierda debe callar cuando siente que debe hacerlo. Por el mismo motivo que miraron para otro lado cuando asesinaron a varios miembros de su equipo, también miran para otro lado cuando los liderazgos palestinos (Hamás y la Autoridad Palestina), autoritarios, corruptos y asesinos, reprimen de la peor manera a los propios palestinos.

Igualmente es necesario recordar que los progresistas, más allá de que suelen mostrarse como personas duras y valientes, lo cierto es que lo son solamente con aquellos que saben que no los acriballarán a balazos ni les cortarán la cabeza por comportarse como se comportan o por opinar como opinan. Por ese motivo, para ellos la vida de un terrorista palestino que muere en un enfrentamiento con fuerzas israelíes vale más que la de un homosexual perseguido en Ramala o Gaza, o bien colgado en Irán. Las muertes en sí no los acongoja, claro, pero les sirven para sus oscuros fines políticos. ¿Se da cuenta de que Israel debe luchar contra grupos que tienen ideas idénticas a las de aquellos terroristas que asesinaron a 11 de ustedes? ¿Se cree que ellos no celebraron esa matanza? Pero su condena a Israel es despiadada, porque, como buen progresista que es, los dogmas que tiene en la cabeza pesan más que la razón.

Señor Sourisseau: usted se mostró estupefacto por el hecho de que la izquierda no acepta la libertad de expresión. ¿Recién ahora se da cuenta? Y sí, como dijo, la gente con ideas de centroderecha y derecha (no los extremistas, que también los hay) tolera sus portadas mediocres, por más que puedan herir los sentimientos de algunas personas. Entiende que la libertad de expresión implica que algunos puedan resultar ofendidos. Y así como aceptan su humor mediocre, también tienen derecho a repudiarlos. Sin embargo, los progresistas intentan imponer un discurso único: censuran o intentan censurar en internet, en las universidades, etc., y generalmente con métodos violentos. Por eso se ofenden y lloran como niños caprichosos ante cualquier opinión contraria, por más moderada y argumentada que sea. 

Usted dijo que los progresistas “se creen de izquierda pero son de un moralismo ultrarreaccionario. El wokismo es realmente una reacción contra algo adquirido, eso es lo que significa reaccionario: retroceder, volver atrás”. Sí, señor. Da usted en la tecla. Me extraña que se haya dado cuenta tarde y 11 personas de su equipo hayan tenido que morir para que se percate, siquiera en parte, de cómo funcionan los progresistas y de qué hay detrás de sus supuestas causas nobles.  

A pesar de todas las críticas, usted aún se considera progresista. Pero recuerde que la izquierda no lo traicionó; el golpe que sufrió le hizo abrir los ojos parcialmente. Desde lo más profundo de mi corazón, deseo que acabe despertando de una vez y para siempre.